Diario de una charnega I

La diarista y su perro Troskololo

La diarista y su perro Troskololo

Tengo la cabeza partida en dos idiomas y un dialecto. Mezclo andalú, català y el castellano normativo de mi barrio del Carmelo. Desde hace unos años, muchos, tiendo a inventarme palabras que me salen corriendo de la boca y antes de agarrarlas y poderles decir, stop, no es momento ni forma, salen, las suelto y corren. Estos motes “rocieros” suelen acabar en “i” o con un recorte de sílabas. Digo “de ver” cuando otros dicen “de verdad”. Lo del recorte está muy de moda, solo hay que pensar en nuestros derechos. Hay que economizar la lengua también. Si en mi muerte viene el señor de la lengua a hacerme pagar caracteres empleados en vida, ya os digo yo que me ahorro un buen dineral. Y nen, la pela es la pela.

Mi vida la ocupan los libros y mi perro Troskololo. Soy una joven con cuerpo de vieja que, por miedos y falta de apetito, dejó los bares por la casa. Lo que se hace en los bares, en realidad me gusti: hablar, beber, echarse unos bailes furtivos, fumar si se esconde una bien, reírse de un parguelas o dos, hacerse la interesante o la turbia o la estalinista con un descono. Ahora bien, yo donde me siento plena es en el sofá, picando algo que engorde, en mi regazo mi perro y en mis manos un librito. Y eso es lo que he estado haciendo hoy.

Muchas veces miro al cielo y pienso que si en este mismo momento mi amigo Óscar (al que yo llamo Primi) hace lo mismo, el barrio de Serrano en Madrid y el barrio de Palermo en Buenos Aires se unirían (miradísticamente hablando) creando un triángulo isósceles. Ese triángulo de vértice nube me recuerda que en cualquier momento puede moverse el compás y acabar los dos en el mismo punto, abrazados o echando unos bailes. En estos años en Madrid, lejos de mi Barcelona natal, he aprendido a echar de menos sanamente, sintiendo a mi gente como si a dos paradas de metro estuvieran, pero con el Primi noto una añoranza increíblemente insoportable, que ni uniendo todas las líneas de metro del mundo se curaría. Aunque yo sigo con mis rollos macabeos del compás y el triángulo isósceles.


Rocío Niebla, que podría ser dos fenómenos meteorológicos, o dos pueblos de Huelva, nació en el Carmelo (Barcelona), de padres andaluces pero sentimiento catalán. Estudió audiovisuales y periodismo, y ahora mismo vive en Madrid y trabaja en el sector editorial.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *