María Espinosa de los Monteros: feminista y coherente.

 

 

 

 

El primer tercio del siglo XX, y muy especialmente la finalización de la Gran Guerra, vio la eclosión de los movimientos feministas en todo el mundo. La sangría perpetrada en los campos de Flandes y Francia condujo a la incorporación masiva de la mujer a tareas y desempeños hasta entonces reservados a los hombres. Ya desde el último tercio del siglo XIX numerosas asociaciones de mujeres habían comenzado a reivindicar, con más o menos éxito, la plena vigencia para ellas de los revolucionarios derechos del hombre, acotados a la mitad masculina de la población. España no fue una excepción en aquellos años de lucha incipiente y entusiasmo ilusionado, con destacadas figuras que forman parte, por sus méritos indudables, de la claroscura Historia de nuestro país.

 

Uno de los grandes hitos del feminismo español se produjo el 20 de octubre de 1918, a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, cuando se constituye la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME). Se funda en Madrid, en la calle Barquillo, en la sede de las oficinas de la empresaria malagueña María Espinosa de los Monteros (Estepona, 1875 – Alicante, 1946). En el momento fundacional y años posteriores aparecen mujeres tan gigantescas como Consuelo González Ramos, Isabel Oyarzábal, Clara Campoamor, Elisa Soriano, María de Maeztu, Dolores Velasco, Benita Asas, Julia Peguero o Victoria Kent[i]. Casi nada. La primera Presidenta de la ANME es precisamente María Espinosa de los Monteros, empresaria, feminista y emancipada, gran organizadora, que en aquellos momentos sería posiblemente una de las poquísimas mujeres españolas con la capacidad de ceder un espacio propio, a la manera de Virginia Woolf, a la causa del feminismo. Y así lo hizo.

 

La trayectoria conocida de María Espinosa de los Monteros

            Nacida en Estepona en 1875, las pocas contribuciones biográficas que han estudiado su vida[ii] destacan su carácter emprendedor y su sagaz olfato para los negocios. Hija de un comerciante, se traslada pronto a trabajar a Sevilla y Madrid. A comienzos del siglo XX se interesa por la introducción en España de las máquinas de escribir YOST, fabricadas en los Estados Unidos de América. En la mecanografía intuye no sólo la posibilidad de proporcionar empleo y formación a miles de mujeres jóvenes: también la necesidad de modernizar la organización de empresas e instituciones, en línea con las ideas regeneracionistas que imperaban en aquellos años. En el año 1916 dirige la Casa YOST en España, y un año antes se le concedió el ingreso en la Orden Civil de Alfonso XII, a propuesta de Emilio María de Torres[iii].

 

El final de la Gran Guerra y la creciente movilización feminista, por lo tanto, coinciden con la madurez personal y empresarial de María Espinosa de los Monteros, que conoce el éxito en los negocios, mantiene sólidas relaciones sociales –incluso con la Casa Real- y dirige entonces sus indudables energías hacia la noble causa del feminismo y la reivindicación de los derechos de la mujer, la mejora de sus condiciones sociales y laborales, y la necesaria regeneración de un país del que emigraban cientos de miles de personas cada año, víctima de la corrupción, el caciquismo y la mediocridad de sus gobernantes.

 

La carrera pública feminista de María Espinosa de los Monteros se desarrolla entre octubre de 1918, cuando funda la ANME y accede a su Presidencia, y el año 1924, momento en el que cede el relevo a otra malagueña, Isabel Oyarzábal, que entonces firmaba sus escritos con el pseudónimo de Beatriz Galindo. Una trayectoria corta cuyo máximo esplendor se alcanza en los primeros meses de 1920, gracias a las dos conferencias que imparte en Madrid y Barcelona, que constituyen un hito histórico del feminismo español, y que permiten vislumbrar algunos de los aspectos más esenciales del “feminismo moderado”[iv] de María Espinosa de los Monteros. La primera de ellas, titulada “Influencia del feminismo en la legislación contemporánea”, tuvo como escenario la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, sita en Madrid, y se dio el 22 de enero de 1920. Un mes más tarde, el 20 de febrero, en el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, la conferencia versaría sobre “La emancipación de la mujer[v]. Hay que destacar que ya entonces las principales organizaciones feministas españolas se habían unido formando el Consejo Supremo Feminista de España, al que pertenecían la propia ANME, así como “La mujer del porvenir” y “La progresiva femenina”, de Barcelona, y las valencianas “La Liga española para el progreso de la mujer” y la “Sociedad Concepción Arenal”. Es decir, que la visita a Barcelona tenía una incuestionable lógica política, echándose en falta, quizás, un desplazamiento a Valencia, capital con una sólida presencia de mujeres afines a los postulados defendidos entonces por María Espinosa de los Monteros y sus homólogas feministas.

 

La conferencia en la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación

            El 22 de enero de 1920, presentada por D. Francisco Bergamín, María Espinosa de los Monteros pronunció una importante conferencia titulada “Influencia del feminismo en la legislación española”. Desde varios años atrás, combativos grupos de mujeres estaban luchando por introducir modificaciones legislativas a través de la Comisión de Códigos parlamentaria. Son años de ebullición: en España fue Ángeles López de Ayala la primera en pedir los plenos derechos políticos para las mujeres, en 1913, en Barcelona, durante la celebración del Congreso Mundial de la Libertad[vi]. Y en 1919, de forma más o menos “velada”, sería el Papa, Benedicto XV, quien daría su aprobación al voto femenino[vii]. El movimiento parece imparable.

 

La conferencia de María Espinosa de los Monteros ha sido analizada con detalle por destacadas investigadoras académicas, al tratarse de un documento decisivo y accesible[viii]. Algunas de sus afirmaciones pueden parecer, leídas con los ojos y las ideas del siglo XXI, poco atrevidas, incluso conservadoras. Llama la atención la constante referencia a la unidad de la patria en un contexto feminista y de lucha por los derechos políticos y laborales de la mujer, de vindicación de mejores condiciones de vida y salud, de reclamación de instrucción pública. Pero también hay elementos novedosos, atrevidos y valientes que no se deben pasar por alto.

 

Comienza su alocución con un breve pero exhaustivo repaso a los avances legislativos a favor de los derechos de las mujeres, siendo Wyoming en ese momento el territorio de referencia, por su carácter pionero en la aprobación de normas orientadas a la consecución de los derechos de la mujer. Colorado, Kansas, California o Idaho son otros Estados cuyos logros son conocidos por las feministas y puestos de manifiesto en la conferencia, que sitúa en la Revolución francesa los orígenes de esta lucha por la igualdad, y en Condorcet su más afamado defensor (sin olvidar a “la intrépida Olimpia de Gouges”)..

 

A mitad de su intervención encontramos un párrafo muy definitorio del pensamiento de María Espinosa de los Monteros, quizás no del todo compartido por sus compañeras de la ANME: “la mujer no pide el voto para abandonar por las ocupaciones político-sociales los sagrados deberes que como esposa, madre y guardadora del hogar le son de antiguo privativos. Ciertamente que la mujer que se halle libre de determinadas obligaciones podrá actuar en la política conforme a su leal saber y entender; y para estas ciudadanas conscientes y capacitadas, no por el sexo, sino por su inteligencia y estudios, queremos el voto (…) en la seguridad de que cuantos más hombres practiquen la sana política que entraña el feminismo, menos mujeres sentirán la necesidad de ejercitar sus derechos políticos”.

 

En este párrafo, destacado aquí por su importancia para comprender posteriores decisiones personales de María Espinosa de los Monteros, confluyen varias ideas centrales en su discurso: la bondad regeneradora de las mujeres, su capacidad para hacer una política más limpia y orientada al interés general, su apoyo decidido a la igualdad entre los sexos, pero también la convicción de que la mujer se debe a la esfera privada, al hogar, la familia y los hijos. Una aparente contradicción que María Espinosa de los Monteros resolverá aplicando la coherencia a su propia vida.

 

Hay otro punto de su discurso que quizás no haya sido destacado como se merece. Al exponer la “parte económica” de su programa, comienza así: “suprimir en la labor manual de la mujer el intermediario capitalista, procurando por todos los medios posibles que la obrera perciba la máxima remuneración por su trabajo”. Una reivindicación de claras resonancias socialistas, a la que hay que añadir la petición de contar en los centros de trabajo con espacios apropiados para las mujeres trabajadoras, que como bien saben las lectoras de Luisa Carnés[ix], tenían que lidiar en aquellos años miserables con pagas ridículas y “jefes rijosos”. En aquellos años y por desgracia en los días que vivimos.

 

Una última y brillante reflexión de María Espinosa en su conferencia, referida al momento de esbozar la posibilidad de creación del Partido Feminista: “seremos inflexibles en la selección de nuestros candidatos hombres o mujeres, porque no nos dejaremos deslumbrar para el otorgamiento del voto, ni por los grandes prestigios literarios, ni por los consagrados en las artes, ni por los poetas sugestivos, porque personas de exuberante imaginación solitarias de sus bibliotecas y estudios, suelen vivir apartadas de las realidades de la vida, y resultar funestas en la gobernación del Estado”.

 

Ignoramos la acogida que tuvo entre su auditorio la conferencia de María Espinosa de los Monteros, aunque sí que podemos analizar su pensamiento a partir de sus palabras. Sin duda era una persona práctica, ejecutiva y muy organizada, con las ideas claras y gran capacidad de trabajo. En su discurso se aprecian influencias del krausismo regenerador[x], del socialismo –que ya había llegado al Parlamento de la mano de Pablo Iglesias- y también de Concepción Arenal y las mujeres impulsoras de la educación femenina, a las que cita por su nombre (María de la Rigada, Matilde García del Real, María de Maeztu). Pero también se observa un fondo conservador, como si la necesidad de incorporación de la mujer al ámbito público fuese sólo transitoria, para propiciar la mejora de los hombres dirigentes y permitir así el regreso a los ámbitos domésticos de las mujeres. Por no hablar de las alusiones a una meritocracia femenina, inalcanzable de hecho para muchas mujeres de origen obrero y poseedoras de una fuerza e inteligencia naturales apenas valoradas.

 

Reconstruyendo a María Espinosa de los Monteros  

            Las noticias sobre María Espinosa de los Monteros comienzan a ser mucho más escasas a partir de este momento. Se sabe que dejó la presidencia de la ANME en 1924, que sería asumida por otra malagueña, Isabel Oyarzábal. Se sabe asimismo que en 1926 sería nombrada concejala de Segovia por mandato expreso de Primo de Rivera, que en septiembre de 1923 había ocupado el poder. Y consta que fallecería en diciembre de 1946 en Alicante, donde permanece enterrada. ¿Qué ocurrió con María Espinosa? ¿Por qué abandonó el protagonismo público en aquellos años de lucha feminista, de ebullición política, de llegada de la Segunda República, de guerra civil?

 

Una hipótesis razonable podría tener que ver con su carácter moderado. Podría pensarse que la irrupción en la esfera pública de mujeres más reivindicativas y tan brillantes como Victoria Kent, Clara Campoamor o las ya citadas en párrafos anteriores contribuyera a eclipsar a María Espinosa de los Monteros, de posturas e ideas más posibilistas. Sin embargo, la explicación más convincente es la que relaciona el paso atrás de María Espinosa con el cuidado de sus dos hijos, que en esos momentos alcanzan la pubertad.

 

María Espinosa, nacida en 1875, se había casado en 1905 –ya con treinta años- con el abogado Antonio de Torres, con quien tendría dos hijos, y del que se separaría en 1911. Una larga y amable entrevista con su nieto mayor, el prestigioso arquitecto Álvaro de Torres McCrory[xi] aporta luz sobre estos años olvidados y desconocidos de María Espinosa de los Monteros.

 

El encuentro se produce en la calle Ferraz, en el último de los edificios que pertenecieron al patrimonio inmobiliario de María Espinosa. Tuvo dos hijos: Antonio (nacido entre 1907 y 1908, sin que haya sido posible precisar la fecha, fallecido en 1991) y Álvaro (nacido en 1910 y fallecido en 1959). Tras la separación, su marido emigró a Argentina, país donde encontró trabajo y del que nunca volvió. María Espinosa se hizo cargo de sus hijos, con la ayuda de Ana Picard, compañera de negocios y administradora de algunas empresas conjuntas.

 

El traslado a Segovia, donde sería concejala, tiene que ver directamente con la formación de sus hijos. Álvaro de Torres aporta información muy valiosa: ambos ingresan simultáneamente en la Academia de Artillería de Segovia, donde en aquellos tiempos se impartía la Ingeniería de Armamento y Construcción, una carrera técnica con sólida formación humanística, siguiendo el modelo de las escuelas militares francesas. Las fechas concuerdan. Un lienzo en el estudio de su nieto Álvaro de Torres menciona la Academia y el año 1923. Sus hijos tienen entonces quince y trece años. María Espinosa es consecuente con las ideas que ha predicado, y dedica sus energías y esfuerzos a dos cuestiones que le apasionan: su familia –de la que se había hecho cargo en solitario desde 1910- y la gestión de sus negocios y su patrimonio, con exitosas inversiones inmobiliarias, realizadas con seguridad razonable con la idea de legar a sus hijos formación y hacienda.

 

De la misma manera, y aunque las fechas son difusas, es posible al menos encontrar una explicación para su traslado a Alicante, que se debió a una recomendación del doctor Jiménez Díaz, uno de los más reputados y prestigiosos médicos de la España de aquellos tiempos. María Espinosa sufría bronquiectasia, y se le recomienda vivir en la costa, pero no junto al mar. Compra así la finca El Pantanet y pasa sus últimos años en Alicante, donde fallece el 13 de diciembre de 1946. De su fuerza y carácter da fe el hecho de que convenciera a la municipalidad de Alicante de ubicar cerca de su finca una parada del tranvía. Fue toda su vida una mujer práctica y eficaz.

 

Aunque este trabajo no sea una investigación académica, la hipótesis del apartamiento voluntario de María Espinosa de los Monteros de la vida pública y del fragor de la lucha feminista es coherente con las ideas expresadas en su discurso más conocido. Y pone de manifiesto la vigencia, también en aquellos años esenciales, del dilema que acompaña a las mujeres que quieren luchar por sus derechos y conquistar la igualdad: la intersección, muchas veces conflictiva, entre los deseos de emancipación y ese sentimiento inapartable del cuidado a la familia, del deber doméstico. Los hechos narrados por Álvaro de Torres McCrory, a falta de una confirmación más documental y académica, guardan una sólida coherencia con las ideas manifestadas por su abuela, que en la tesitura de apostar por una carrera política de éxito o dedicar su tiempo a la formación y estabilidad de sus hijos, prefirió, también ella, lo segundo.

La conferencia de Madrid revela entonces dos características esenciales del ideario feminista de María Espinosa de los Monteros que merecen ser destacadas: su apelación a la unidad de las mujeres, y su coherencia personal. En 1926 llegaría el Lyceum Club, y en 1931 se conquistaría el voto femenino, antes que en la mayoría de las democracias europeas continentales. Logros contundentes que le deben muchísimo a la reunión primigenia de la calle Barquillo, en el despacho de María Espinosa de los Monteros, que tuvo la oportunidad de proporcionar un cuarto propio al feminismo español justo cuando más se necesitaba.

 

 


 

[i] Laura Branciforte (UC3M): El feminismo político de Magda Donato de los años veinte. Cuadernos Koré. Revista de historia y pensamiento de género (Primavera / verano 2012), nº 6, pp. 12-33. Luz Sanfeliu: Del laicismo al sufragismo. Marcos conceptuales y estrategias de actuación del feminismo republicano entre los siglos XIX y XX. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, nº 7, 2008, pp. 59-78.

[ii] Para consultar los aspectos más biográficos de María Espinosa de los Monteros, destacan las aportaciones de Mónica Moreno Seco, de la Universidad de Alicante, a quien agradezco muy expresamente que me facilitara su ponencia: El feminismo moderado de María Espinosa de los Monteros.  Entretejiendo saberes: Actas del IV Seminario de la Asociación Universitaria de Estudios de Mujeres (AUDEM), Sevilla 17 al 19 de octubre de 2002, Vol. 1, 2003 (Comunicaciones).

[iii] Francisco Javier Albertos Carrasco ha realizado un importante trabajo recopilatorio sobre la vida de María Espinosa de los Monteros, que nutre este artículo. Disponible en http://historiamujeres.es/vidas/espinosa.html

[iv] Acertada definición de Mónica Moreno Seco.

[v] Isabel Juncosa, Directora de la Biblioteca del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, contesta mi correo interesándome por la posibilidad de acceder al texto de esta conferencia: “La obra de la Sra. María Espinosa de los Monteros creo que se puede afirmar con certeza que nunca fue impresa, ya que no consta en ninguna biblioteca patrimonial de España ni tampoco en el repertorio más completo de obras españolas, como es Palau Dolcet, Manuel: “Manuel del librero hispanoamericano”, de 30 volúmenes. En la revista propia del Colegio, donde se recogen muchos de los actos (Revista Jurídica de Cataluña) no consta ningún artículo, ni recensión de ningún acto donde participara la supradicha señora Espinosa de los Monteros. Tampoco se recoge en las actas del Colegio, y he comprobado todo el año 1920, y esto ya es más concluyente”. Por lo tanto, se añade un misterio, que tiene que ver con la celebración de dicha conferencia en Barcelona, de la que no hay rastro. Agradezco a Isabel Juncosa su esfuerzo, su eficacia y su gran amabilidad.

[vi] Luz Sanfeliu, obra citada, p. 72

[vii] Paloma Díaz Fernández: La dictadura de Primo de Rivera. Una oportunidad para la mujer. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, t. 17, 2005, pp. 175-190 (cita en la p. 179).

[viii] Mónica Moreno (obra citada), Nuria Varela: Intelectuales, modernas y sufragistas en “el club de las maridas” (2013). Disponible en http://nuriavarela.com/intelectuales-modernas-y-sufragistas-en-el-club-de-las-maridas/

[ix] Luisa Carnés: Tea Rooms. Hoja de Lata editorial. Oviedo, 2016.

[x] Jesús Espinosa Gutiérrez: Discursos masculinos de la igualdad. Progresistas, igualitarios y profeministas en España (1868-1936). Trabajo Fin de Máster, Máster en Historia Contemporánea de España, dirigido por la Doctora María Jesús González Hernández. Universidad de Cantabria, 2012.

[xi] Entrevista personal realizada en Madrid, el martes 7 de marzo de 2017. Agradezco muy sinceramente a Álvaro de Torres McCrory su confianza, predisposición y cordialidad.

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