Barcelona, 1990. Nacida catalana, aunque de orígenes tremendamente gallegos, Elena Barrio estudió filología inglesa e hispánica en la UAB para después realizar un máster en edición. Enamorada de la ficción y la narrativa, hace relativamente poco que descubrió su vertiente poética. En la actualidad, intenta hacerse un hueco en el mundo de la redacción cultural y de tendencias. En 2015 publicó en Valparaíso Ediciones su primer poemario, Hormigas en el aire, que versa sobre la angustia, el amor y la supervivencia. Como dice María Yuste en la contracubierta del libro, se trata de «un diario de sueños (o de pesadillas) de una chica vulnerable en pleno ataque de furia».
Poética
La palabra me fulmina y tiro del hilo para ver qué hay detrás: una rabia que no había reconocido como propia, un amor desconocido que me hará daño, una sombra profunda que me lima las tripas desde dentro.
La palabra me fulmina y quiero jugar con ella, bailar con sus fonemas, sus gritos primitivos. Los sonidos que me quiebran por dentro son buenos; los dulces, resultan amargos. Quiero una lengua bífida para poder pronunciarlos todos en un pestañeo, hablar en 3D.
La palabra me fulmina y disfruto al coser de nuevo mi alma a los órganos esparcidos por el césped irregular. Las puntadas son firmes y bastas, contienen y liberan el llanto. El verso mastica cada sílaba y me recuerda que tengo un estómago y un corazón que padecen más de lo necesario.
La palabra me fulmina y, sólo entonces, cuando me da la mano, y yo la paseo sobre la tinta húmeda, soy la más feliz de las perdidas.
Selección de poemas
Centellas
Mi cuerpo
débil, triste,
no tenía toma de tierra,
me quemé profundo.
Tosiendo humo,
me levanté,
agarré un bastón,
intenté seguir.
Las ganas habían muerto
sin pestañas a las que agarrarme,
ojos soldado,
sobre la hierba negra.
Fulminada por los nervios
no quise conoceros
deseaba fuerte morir
sin muerte de por medio.
Tesoro Bendito
Como si fuera un tesoro maldito,
lentamente y
con miedo,
abrí la caja
torácica.
Separé las costillas,
con amor,
y buscando mis latidos,
los hallé
en el estómago.
Los pulmones
húmedos y cansados
me riñeron fuerte,
hartos de pinchazos eléctricos.
Con las manos
mojadas y cálidas
guardé todo mi tesoro malherido,
mi tesoro humano.
Aproximación poética a Magical Girl
Me siento
como la pirada de Magical Girl.
Espejos maltratados
con fuerza lenta.
Soy la niña de fuego
de ojos acalorados
sin color latente
botes medio vacíos.
Las pastillas
recorren la vida
junto a los glóbulos
rojos, rojísimos.
No pediré
lagartos negros
ni abrazos extraños:
no tengo hojalata
a la que aferrarme.
Sólo quiero fumar
tumbada junto a ti
con una cicatriz que llora
sobre miles que descansan
bajo la piel
interna
rosada, color carne.
De Hormigas en el aire (Valparaíso Ediciones, 2015)
No hay mañana
Veo con claridad
a todas las mujeres que quieren romperse
pero se conforman con el traqueteo
del vagón.
Ellas, como yo,
derrotadas por un amor acrobático,
llorarán cuando estén solas
en un baño
impersonal
y dirán, con una sonrisa idiota en las encías,
«estoy bien» cuando las hienas pregunten.
Es más cansado que doloroso
luchar contra el pellizco elástico
que se ríe desde dentro
como el gato colocado de Alicia.
La noche orgullosa
Regada con la sangre de mis talones
la hierba renace a mi paso
las flores me acarician
me elevan sobre el asfalto tardío…
Esta noche orgullosa me protege:
es oscuridad en un manto
que revienta feliz sobre mí
mientras tarareo distraída.
Solos Richard Hawley y yo
en mi cabeza
(cigarros de humo púrpura)
la vibración sube desde las rodillas
al infinito húmedo
y secreto.
Mala digestión
Sosa cáustica desciende
desgarra destroza
el esófago inocente,
cuando pienso
sobre mojado.
Enmarco el dolor
para que no me torture
sin permiso previo:
me ignora cada vez
me remueve por dentro.
‘La idiota’
reza el cartel sobre la frente,
no más cruel que el juicio
que el espejo me devuelve.
Otra noche de ceniza.
Otra noche estúpida.
Otra noche inmersa
en los jugos gástricos
de la bestia que me habita.
Inéditos