Desde que estuve en Argentina sufro una obsesión. El tema plantas me mola, me viene de familia, pero los cuidados de regadío y poda se me dan fatal, es por eso mi fanatismo con los cactus. En Argentina nos tragamos largas horas de carreteras perdidas de la mano de dios, solo acompañadas por grandiosos cactus fálicos. Era el escenario perfe de Lucky Luke. Esta mañana, en el mercadillo, al ver en un puesto minicactus no me lo he pensado dos veces y me he traído una legión. En la chimenea los he puesto todos, más de mil, acompañados por un cuadrito con la cara de Dalí. La única pega de Dalí es que fue fascista; por lo demás, para comérselo. Si habla más de la cuenta y se pone a defender una grande y libre, las plantas con pinchos y garra le pinchan y le dejan sin habla.
Han venido los amiguis del Miguel a comer. En la última comida con ellos me dejaron muy rallada, me soltaron que yo no era su amigui, que yo era la novia de Miguel. Ah, bien, pues eso me lo decís antes de que tenga que tragaros con patatas, preocuparme si vuestras novias os dejan o no, soportaros los ratitos de fútbol y tener que ir a vuestros infames cumpleaños o bodas. Hablando de bodas, los amigos de Miguel y sus novias estamos invitados a una boda en agosto. Vamos a ver, ¿a la peña por qué le gusta tanto el circo?
Hemos estado en el concierto de Los Chikos del Maíz. Tratando de acordarme cuándo empecé a escucharlos me remonto a mis primeros años de universidad, con los escarceos con la política, las manis, los encierros por Bolonia. Los Chikos llevan muchos años instalados en mi música y se puede decir que soy una ultra fan. Me he dejado la piel cantando, y gritando consignas del estilo “aquí están los antifascistas” o “Alfon libertad”. Un detallazo es la canción feminista que han incluido en este último disco, os la recomien. Los Chikos, Nacho Vegas y las comparsas del carnaval de Cádiz es lo único que nos queda en cuanto a compromiso en música. Con los tiempos que corren, oiga.