Luz en la habitación III: Filipa Leal

 

La poeta Filipa Leal.

La poeta Filipa Leal.

 

En Oporto hay una librería antigua, famosa, turística, que sirve para las fotografías pero no ayuda cuando llegas buscando poesía contemporánea del país vecino. Para eso, en la guía minúscula que me llevé a la ciudad, está Poetria. Dedicada fundamentalmente al verso y al teatro, de las recomendaciones de su librera y de un buen rato entre sus baldas saqué la conclusión de que Filipa Leal (Porto, 1979) iba a ser sin duda una de mis poetas favoritas. Cada libro desde ese O Problema de Ser Norte (Deriva, 2008) lo confirma.

 

Podemos encontrar en castellano la traducción de un texto previo, La ciudad líquida y otras texturas, que Sequitur ofreció en edición bilingüe en el año 2010; no así el resto de su obra (A Inexistência de Eva de 2009 y Vale Formoso de 2012 publicados también en Deriva; el más reciente Adília Lopes Lopes de 2014 en Não). De cada uno de los poemarios de la autora, me atrapó la idea de proyecto, de indagación. También la lucidez que vuelca sobre sí, sin caer en la ironía inmisericorde, con una cierta distancia sanadora. La ciudad, lo fluido, el espacio del ser que alberga, a su vez, una memoria líquida de la que no puede desprenderse. Proyecto. El camino de las obsesiones y un desdoblamiento entre escribiente y actante que la poeta lleva consigo porque lejos de caer en literaturizar la vida, las dos dimensiones de sentido conviven en su obra ofreciendo el punto de vista, la incertidumbre de la vista que en realidad comparte.

 

 

 

POEMAS

 

Epidemia

 

De pequeña, le decían

-¡Mira las mariposas!

y ella se sentía culpable

porque no había reparado en eso

sin que se lo dijeran.

 

Pero cuando miraba para el cielo

a propósito, buscando

un improbable batir de alas

(o la sombra suspensa)

ni un ave sin forma.

 

¡Tengo que estar atenta!

pensaba, con los ojos llenos de propósitos

muy abiertos. Y nada:

ni un temblor.

 

Ahora, se encerraba en su cuarto

con el miedo a una palabra

extraña. Curiosamente,

le decían lo mismo

-¡Mira las mariposas!

pero ahora como si le dijeran:

ten cuidado.

 

De La ciudad líquida y otras texturas (Sequitur, 2010; traducción de Luis González Platón)

 

*

 

En Valle Hermoso, fumo cigarros,

tomo cafés, huyo de las abejas,

me doy cuenta de que me gusta

la naturaleza.

 

En Valle Hermoso, aprendo el camino

hasta el mercado, compro fruta, peso

el pez.

 

En Valle Hermoso, escribo versos,

consciente sin embargo de que sería más fácil conquistarte

con una caldereta de raya

que con el poema.

 

De Vale Formoso (Deriva, 2012, en traducción-versión libre)

 

*

 

Tal vez por culpa de Luisa,

no conservo del colegio amigos de infancia.

Crecí con mis primas,

en casa de los abuelos.

Un día hicimos nuestro escondite

en la cuadra ya vacía de animales.

En una pared pintamos el sol,

en la otra, la luna,

y nos encerrábamos en aquel cubículo,

a fumar cigarros robados a nuestros padres,

como quien comienza a preferir el arte

a la naturaleza.

 

De Adília Lopes Lopes (2014; en traducción-versión libre)

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