
La poeta Adriana Bañares. Fotografía de Juan Antonio Hidalgo.
Poética
Buscar la felicidad como quien busca un alquiler barato en el centro cuando te acaban de despedir.
Celos
Para liarse a golpes es preciso estar solos
Cesare Pavese
I
Fantaseo por un momento con la idea de follar con otro. Con alguien
que de verdad no me quiera. Que no me quiera
a medias.
Que no me quiera.
Me meto en un chat y todos son él.
Todos tienen su nombre, su edad y su sentido del humor.
Y esta casualidad me hace pensar que no significa que todos sean él
sino que yo, que ahora no tengo ni mi nombre,
podría ser cualquiera.
Podría ser cualquiera y él, que es todos ellos —todos ellos que son él—
se acerca a mí, sin saber que soy yo,
y me dice por qué no vienes a mi casa
y escuchamos algunos de mis discos.
II
Hoy regreso sola a casa. Nadie ha querido bailar conmigo ni matarse por mí.
Los golpes son siempre para quien los provoca y yo
no he sabido nunca mirar fijamente.
Escribo hoy como quien toca el piano, pero he olvidado las notas.
Noto un frío leve entre los labios. Un frío líquido como si toda yo
muy dentro
estuviera helada. Y esta sangre
que es mía porque yo la he provocado
mana de una lengua muerta mordida por los celos.
Pero este golpe y esta muerte son sólo culpa mía.
Al margen con los ojos cerrados, sobre una tierra abierta que nada tiene que ver
conmigo
me oculto.
Esta que tienes bajo tu cuerpo no es a quien deseas. Lo digo despacio y en silencio
como una oración profana. Como quien invoca a Dios en un orgasmo. Esta que tienes a tu lado
no es a quien deseas.
He vuelto sola a casa porque nadie bailaría con un cadáver.
En el entarimado, oculta bajo un foco, ella se mueve sin gracia. El movimiento lo
pone el vino
sobre la barra, tus ojos y los de tu contrincante. Desafío ebrio por la carne
o por una fantasía irrealizable.
Y yo, que lo daría todo por ti sin ser capaz de decirte
he sido capaz de amar así antes sin tanto daño,
me derramo sobre un colchón que huele a tierra y desaparezco
este escenario vacío que es mi rostro
que es nuestro abrazo pensándonos como desconocidos
este deseo mío por ser esa otra a quien quisieras conocer
es la única huella que podrá dejarnos este amor
Ave morir
nunca me sentí en mi casa aquí
y en el cielo radiante
no me sentiré en mi casa, lo sé,
no me gusta el paraíso
Emily Dickinson
I
ver matar morir. me miro y ya estoy muerta. no me miro por no morirme. pero ya estoy muerta. ave
que no vuela muere. mátala tú, me dicen, me rezan: no la dejes vivir, muere.
II
nosotros no nos quejamos
porque nos adelantamos a la herida
nosotros nos hundimos —nos sumergimos—
metemos la cabeza bajo la tierra y esperamos
la asfixia
morimos de miedo
pero nos quema estar a salvo
por encima de las llamas, el frío
volver es desandar
desanidar
ceder el vuelo. nos hemos
abrazado para mantenernos tibios
nos hemos abrazado para no ceder al hielo
anido en un refugio
a la intemperie
un refugio frágil que se ablanda
amor, y llueve
ahora mira cómo cae
ahora mira cómo vas a sostenerme
ahora
que estás
como un hermano que vuelve y lo encuentra todo
bien dispuesto
el mismo orden en los muebles del salón
aquí nadie toca las cosas ya
porque todos somos ajenos a esta casa en herencia
abrir las puertas, ventilar
hacer que respire
[aspirar]significa dejarla viva para otros
pero cómo escapar de un lugar al que no pertenezco
si no he llegado a estar
mírame: quién soy
cuándo he llegado
cómo
por qué me viniste a acoger
en tu isla o
por qué
viniste a encallar en mí
yo, tierra para el náufrago
y sed para el amante
mira cómo muero hundida por mi propio canto
mira cómo me mato por palabra
obra
y omisión
mira cómo muero cuando te salvo
mira cómo tiembla tu mano
cuando me amarras.
Adriana Bañares Camacho (Logroño, 1988). Estudió Filosofía en las universidades de Valladolid y Bayreuth (Alemania), formó parte del colectivo literario COLMO, organizador del Festival de la Palabra Versátil.es, dirige y co-edita la publicación independiente La Fanzine, y condujo un podcast sobre literatura underground y publicaciones alternativas: Fosfatina. Es autora del libro-blog La niña de las naranjas (Ediciones Emilianenses, 2010; X Beca de Jóvenes Artistas “Con Proyección”), y de los poemarios La involución cítrica (Origami, 2011), Engaño progresivo (Fundación Jorge Guillén, 2012), Ánima esquiva (Origami, 2013; Excodra, 2015) y Ave que no vuela muere (Ediciones Oblicuas, 2015). También ha participado en varias antologías, como Viscerales (Ediciones del Viento, 2011) y El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis Ferdinand Céline (Lupercalia, 2013). Ha coordinado la antología de poesía erótica Erosionados (Origami, 2013). Administra el blog La niña de las naranjas.