En mi caso el feminismo entró en mi vida, de manera consciente, al acabar la carrera de Historia del Arte: al terminar me dio la impresión de que las mujeres artistas no existieron hasta el siglo XX. Cuando se las menciona en otra época u otro momento histórico, si es que se las menciona, se hace referencia a su papel como colaboradora de un padre, un hermano o, en su mayoría, como modelo, pero siempre siguiendo la estela masculina que las guiaba, y que cobraba los precios de las obras a su nombre. Poco se habla de las artistas que lograron formarse y crear obras de arte, que aunque no fueron apreciadas en su época, si que podrían tener un papel medianamente importante en la actualidad. Las pocas artistas que se mencionan son las artistas de cámara que pintaron “algunas obras”, las hijas de artistas que se casaron con otros artistas, y que contribuyeron “algo” en las obras de ambos, como si fueran pequeñas personas a la sombra de grandes personalidades que, viéndolo desde esa distancia, no tuvieron un papel importante y tan siquiera imprescindible.
Fue entonces cuando comencé a leer libros sobre mujeres en el arte y realicé mi trabajo sobre Mujeres Artistas Españolas en el S.XIX, una de mis épocas favoritas culturalmente hablando. Y fue en ese momento cuando comenzaron a salir muchísimos nombres femeninos que habían contribuido en el arte, pero también en la literatura, la filosofía, la historia y en la sociedad. Empecé a comprender entonces que muchos de los derechos de los que gozo hoy en día se los debo a esas mujeres y que ni siquiera las había tenido en cuenta. Es cierto que en las aulas se las suele mencionar, o se nos da una ligera pincelada de lo que fue el movimiento sufragista, pero como meras anotaciones que aparecen en párrafos llenos de fechas y nombres masculinos.
Desde entonces no he parado de leer biografías y novelas de mujeres artistas, escritoras, pensadoras o filósofas, porque sin ello jamás seré capaz de apreciar al completo todo lo que esas mujeres han hecho por mí, por nosotras, e intentar de alguna manera agradecérselo (aunque sea imposible) alejándolas del olvido.