quise vengarme de las historias viejas
y la tradición, yo, la mujer más joven
de tres generaciones, la primera con derecho
a tener estudios universitarios
(Versos de un poema inédito).
Fue mi madre dándome a conocer su historia; es mi abuela, que escribe poemas y no lo sabe; es una niña en Ghana que no tiene posibilidades de ir a la Universidad; es denunciar un acoso laboral; es ayudar a una mujer víctima de la violencia de género; es nuestro cuerpo, que es solo nuestro y de nadie más; es una convicción, una lucha diaria y muy larga para reclamar que las mujeres tenemos, deberíamos tener, en todo el mundo, los mismos derechos que tienen los hombres. Es un término que algunos han llenado de prejuicios y que han querido desprestigiar a menudo por crueldad o por ignorancia, ese peligro tan común; un sustantivo frente a todas las mujeres que no aparecen en los libros de Historia o Literatura. Provoca a menudo una cantinela fácil a quienes incomoda, por eso no perdonamos ni olvidamos, por eso es parte de la lucha contra la injusticia, por eso cantamos nanas de amor a nuestros hijos: para que las generaciones que vienen sepan menos de miedo y de violencia.