Una genealogía propia. Las jóvenes poetas que más hemos amado en 2014

El 2014 comenzaba con el desafío literario de leer a las mujeres. Desde La tribu de Frida pensamos que no debería ser un desafío leer libros de escritoras, sino que tendría que ser algo  natural para todos el leer a hombres y mujeres sin ninguna distinción, atendiendo, simplemente, a la calidad de la obra. Aunque estamos lejos todavía de conseguirlo creemos que este año hemos leído muy buenos libros escritos por mujeres y que sea o no una moda el feminismo, tenemos que seguir peleando por dar a la escritoras el lugar del que durante siglos se las ha despojado. Nuestro blog humildemente pretende ser un espacio donde se lleve a cabo un acto de justicia poética. Somos feministas y le damos un mayor espacio a la reflexión y las propuestas escritas por mujeres. Aquí hemos leído a muchas escritoras y, sobre todo, a muchas buenas y jóvenes poetas que nos han sorprendido con su madurez, frescura y originalidad. Y no solo hay que prestar atención a las autoras y sus textos, sino a todos esos editores y editoras independientes que están detrás de la mayoría de estos libros. Ellos y ellas sí que son nuestros héroes, capaces de aventurarse al peligroso oficio de editar en un país que no deja de ponerte una zancadilla tras otra. Gracias por vuestra encomiable labor: Kriller71, El Gaviero, La Bella Varsovia, La Garúa, Libros de la Herida, Ediciones Liliputienses y Baile de Sol.

Hay un par de temas que han sobrevolado algunos de los poemarios que se han publicado en 2014: por un lado, la pérdida (la necesidad de querer volver al origen para resituarse y empezar de nuevo; la obligación moral de saltarse las convenciones y lanzar un grito al aire) como condición consustancial a esta crisis que estamos viviendo y, por otro, la voluntad de hablar desde el cuerpo sobre la condición de ser mujer en una sociedad patriarcal y el empeño por crear una tribu. Los libros que a continuación os presentamos no son más que una sugerencia de lectura. En ellos hemos visto voces propias y una cierta conciencia de situarse en el mundo. Hace algunos meses le preguntaban a la escritora norteamericana Siri Hustvedt si se consideraba feminista y cuál era para ella el verdadero significado del término feminismo, a lo que ella respondía así:  “Por supuesto, me considero feminista. Me cuesta trabajo imaginar que alguien no sea feminista. ¿El feminismo no es, simplemente, una declaración de la libertad humana?”. Un buen punto de partida para comenzar un año que promete ser guerrero.

Sara Herrera Peralta y Documentum, Torremozas. Premio Carmen Conde.

LAS MANOS DE MI ABUELA

Las manos de mi abuela,

como ese temblor

que pregunta en qué costumbre

y con qué fuerza

se inicia un soliloquio,

 

un pájaro en la noche

silba a los huidos

y a los muertos pide

que regresen.

 

Las manos de mi abuela:

 

esta orfandad,

esta repentina acumulación

de desamparos.

 


Carmen Juan Romero y Amar la herida, La Bella Varsovia. Premio Pablo Garcia Baena.

Ya lo advertiste.

Yo duermo en un lecho de flores secas. Nada

puede

cultivarse en esta tierra. Es por la humedad. Las

raíces se confían, crecen ya podridas. Esa es la

condena, está en el

origen. Si las semillas germinan, teme, porque

nadie

podrá salvar este campo.

 

Yo duermo

en un lecho de flores secas que crujen cuando

respiro.

Si vas a quedarte

no sonaremos.

Si vas a quedarte

este lecho será el silencio y el huerto yermo.

 

Ya lo advertiste.

Volarán proféticas golondrinas hasta tu cuarto,

se desintegrarán pronunciándome y sabrás, es

el castigo, es el castigo por lucir mi nombre en

el pecho.

 

Los valientes son los malditos.

La indiscreción se paga con plasma infectado.

La imprudencia se paga habitando el virus.

 

De modo que la escena es la siguiente:

ella (yo) armada como se arman los idiotas, ya

saben,

un papel

algo con lo que arruinarlo

una coraza de viento

la boca, eso sí, la boca

cubierta por una cinta para que calle

cubierta por una cinta porosa para que entre el

aire.

 

Ella (yo) dice

de acuerdo

asumo

silencio.

 

Vendrán la enfermedad y el castigo.

 

Ya lo advertiste.

 

De modo que el discurso es el siguiente:

soy demasiado joven para agitarme en el aire

pañuelo de despedida blanco como las palmas

de las niñas blanco

soy

demasiado joven para no ser valiente

demasiado joven para no ser estúpida

demasiado joven para no estar maldita

 

soy

demasiado joven

para no dar de comer a la bestia

para no alimentar desde estas manos blancas la

psicopatía

 

Vendrán la enfermedad y el castigo.

Ella (yo) estará esperando.

 


Laia López Manrique y La mujer cíclica, La Garúa.

MATERNIDAD

 

Ma mère ne cesse de me mettre au monde

j´existe des milliers de fois

 

Ma mère ne cesse de mourir

dans mes entrailles

Anise Koltz

Que mi cuerpo sería un pastiche de agonías y placeres

declinados ya lo sabía mi madre mucho antes de que

yo fuera concebida.

 

En virtud de un principio económico que los hom-

bres desconocen, las madres lo saben todo y lo callan,

portando en su silencio en germen moléculas del

desastre.

 

Apostadas ante las puertas, las madres rugen sus des-

gracias peregrinas. Prenden una hoguera con los res-

tos de las almas morosas de ,os hijos, con los nervios

que se tuercen como cables serrados y no ensamblan

ya la vida a la vida, sino a un adverbio roto que acom-

paña a un verbo en fuga. Los hijos se van lejos, se van

deprisa, se van mal, se van detrás, se van tarde, se van

tanto; se van, tal vez, a un jardín de tallos altos y acha-

tados por la lluvia, bajo un cielo que rebaña husos de

nubes en forma de diablo.

 

Las madres aman en los hijos lo que hay de ellas en su

piel elástica, lo que se dibuja como un margen entre

las membranas de sus dedos. Como el camafeo que se

abre en dos y muestra el retrato de un muerto, como

una muñeca risa de incontables cavidades, como

alguien que pide la herencia de una sangre fútil, las

madres llaman a la carne su destino.

 


Sara Torres y La otra genealogía, Torremozas. Premio Gloria Fuertes.

LA ISLA

Cae de rodillas

en la playa

porque el hambre

ha sido muy larga

larga la escasez sofocante

hunde las manos en la arena

extrae los frutos perlados

despliega las valvas

y recibe mar

carne tersa

un gusto a sal

en la cumbre de la boca

los banquetes siguieron

siempre convocan

aquel primero

reminiscencia de sabor

que se transmite

secretamente

entre generaciones

 


Elena Medel y Chatterton, Visor. Premio LOEWE.

CHATTERTON

Mentí durante diecisiete años. Mentí después

en todos mis poemas. He mentido durante los diez

años siguientes. Acércate, soy

como tú. Escucha cómo late mi corazón

perverso: mudanzas en platitos

de papilla de mamá. Aliméntame,

compréndeme, yo vestía unas ropas que nunca fueron mías,

yo escribía en un idioma ajeno, pequeña, tonta,

qué mal memoricé: con mis poemas levanté un imperio.

Pero todo acabó. ¿Quién soy ahora?

Engañaste durante diecisiete años; antes de los míos

comencé yo a mentir. Un abanico con telas del Oriente

para mi hermana. Para mi madre araña compraré moldes de costura.

Tabaco que recubra los pulmones de mi padre. ¿Quién soy realmente

ahora? He soñado contigo algunas noches.

Te prometo que si salgo visitaré tu tumba. Ahora sí que

no miento. Ahora sí que no.

 


Laura Casielles y Las señales que hacemos en los mapas, Libros de la Herida.

RABAT (I)

DESARRAIGO

 

Guardo todo porque todo me señala.

ALBA GONZÁLEZ SANZ

Cuando viajas,

los objetos que llevas contigo

se vuelven símbolos:

fuera de contexto,

cualquier cosa puede ser una metáfora.

Por ejemplo:

el abrigo que cuelga del perchero

de este país con sol.

Por ejemplo:

las zapatillas que tejió tu amiga para que hubiera siempre casa y

                                                                                    [nunca frío

o una postal que llega desde muy lejos, como de otro tiempo.

Por ejemplo el cuadro del peregrino que has ido colgando en todas

                                                                                    [tus paredes.

Eso por no hablar de las fotografías.

Te preguntas si esta es la razón por la que dicen

que los viajeros más sabias llevan poco equipaje.


Lola Nieto y alambres, Kriller71.

término aquí

            quizá

terminarlas todo cuanto

ellas hicieron perséfone árbol

de su vientre detiene en sí

            /y muge daño/

humana indigna vergüenza

                                                            – – – – – – – – –

Recuerdo que estoy en casa de mi abuela. En el baño. Tengo siete años. Termino y miro en el interior del hueco de la taza. Observo mis heces y su forma. A veces es un pájaro, otras un barco o una casa, un árbol con hojas o sin hojas, depende, a veces incluso un tenedor o un zapato. Le digo a mi abuela mira me ha salido una jirafa. Me dice no seas cochina. Nunca más le enseño mis heces. A nadie.

                                                            – – – – – – – – –

Antes de escribir esto escribía otras cosas. Me deshice de todo porque eran mentiras. Ahora escribo lo que veo y recuerdo porque eran mentiras. Ahora escribo lo que veo y lo que recuerdo que vi. También son mentiras. Pero ni yo misma las sé distinguir. Ahora soy sincera cuando miento.


Daiana Henderson y Humedal, Ediciones Liliputienses.

LA ROPA MOJADA JUNTO A LA REJILLA

Escribir

sobre lo que se puede escribir

es como pensar en ser

lo que podemos ser,

¿por qué no quedarse quieto?,

¿por qué mejor no dejarse?,

charlar con el que va sentado al lado, en vez

de poner esa cara de

“hacia donde voy

es un lugar misterioso e importante

y todos me esperan allá”.

Si sabemos,

todos hemos pasado

por ese momento

en que salimos de la ducha

y nos quedamos

sentados sobre la tapa del inodoro

desnudos

y con las manos agarrándonos la cara,

para que no se nos salga,

para que por lo menos,

eso nos quede.

 


Sara Uribe y Siam, Fondo Estatal Tierra Adentro.

1. Chuun-Inn

 Eng Búnker murió de miedo la mañana del 17 de enero

de 1874.*

Nunca fue lo que se dice: un hombre solitario.

Nunca. A todas partes en compañía.

Lo despertó la noticia de que Chang Búnker. El hermano

al cual había estado unido. Perímetro del limbo: nueve

            centímetros de largo, veinte de circunferencia.

Durante más de sesenta años. El hermano esternón

            abdomen. Flexible como era. Epidermis bajo epidermis.

Elongación. Caudal que lo hizo sombra. Boxeo de sombra.

Sombra de sí.

El hermano réplica de su costado. La mirada extraviada.

Había. Por fin.

Desaparecido.

 


Carmen Camacho y Vuelo doméstico, El Gaviero.

TATUAJE 

“Cuando esté terminado va a ser precioso”, dijo, admirada, pasándole las yemas de los dedos por la espalda. Al magnífico tatuaje le faltaban ciertas figuras y acabados; aun así vestía delicadamente el torso de aquel amante fortuito; el torso, también parte del cuello, los brazos y el reverso de las manos, en un conjunto donde tal vez –imaginó– él haya mandado dibujar la historia de su vida. “Ya estuvo completo hace tiempo –repuso sin nostalgia­, y pagué al tatuador todo el trabajo cuando acabó de grabar en mi piel hasta el último detalle”.

El abrazo le hizo olvidar la pregunta que al punto le había surgido, y la volvió a internar en aquel tapiz de cuero vivo con dragones, pájaros, olas, un ancla, una cítara, sirenas, yedras, peces raros.

Solo se volvió a acordar de su pregunta –y por sí misma halló respuesta– a la mañana siguiente cuando, ya de vuelta y sola en casa, reconoció a los colibríes que, labrados en su pecho, le libaban la flor de los pezones.


Gabriela Wienner y Ejercicios para el endurecimiento del espíritu, La Bella Varsovia.

ABORTO 

Me he mudado otra vez. Es mi mudanza número doce. Vivimos desde hoy en la casa de unos amigos que estarán fuera por algún tiempo. Todos los muebles y cuadros y plantas que nos rodean son suyos. Me siento un poco extraña. Como viviendo la vida de otros. Y algo indiscreta. Me pregunto si debo deshacerme de algunas cosas que parecen inservibles o seguir adelante incorporando sus desperdicios como parte de los míos. Hay deshechos son los que uno aprende a convivir, incluso si son heredados. Esta mañana me sentí en el escritorio. Abrí el cajón (que debe ser de ella) y encontré los siguientes objetos olvidados: un carné universitario del 96 (igual al mío), un trozo de papel con una dirección de Francia: 36 rue de la grillère 61170 Le Mele Sarthe, un mensaje (furtivo): “Vuelvo a las siete. Te amo”, la factura de una torta de fresas, cierto perfume y la cuenta de una comida en un restaurante llamado Ernest Hemingway. Debajo de todo, una cinta vieja (demasiado vieja para oírse) y una ecografía. Miro la ecografía a contraluz. Está completamente negra. Es el tipo de cosas que la gente deja cuando se va.


Sofía Castañón y Prohibido silbar, Baile de Sol.

DESPLAZAMIENTO

Aparecí de entre las piedras,

pensé en aquello como quien planea

no seguir otro camino.

Las historias más reales nos las inventamos.

Nadie me tapó la boca:

no se secuestra a una niña que habla.

 

Aparecí de entre los coches,

pensé en una carretera frondosa

de campos como puños secos.

¿Te bajas en esta? La siguiente te deja en casa.

Te sacan a bailar todos los chicos,

pero sólo bailan.

 

A donde no quiero ir, porque sé que hay ruido.

A donde no me llevan, porque una vez hablé muy alto.


Martha Asunción Alonso y Skinny Cap, Libros de la Herida.

SOUTH BIRD

Para Izaskun, Amaya y Pierre.

También para Patricia, que voló a islas todavía más al sur.

Me vuelvo a la ciudad donde nací.

Una noche, en Laguna,

dejé pasar todas las aves de febrero

por no poder el SUR:

me prometí que nunca

volvería. O no con idéntico equipaje

lleno de igual vacío.

Hoy he vuelto al soportal donde aprendí a escribir.

He visto todos los colores

del abecedario de los ángeles

menstruales. Hoy

regreso a mi cuerpo, en la hora

de las mamás que no daban la merienda.

Pues no es verdad que no daban merienda.

Pues no es verdad que el verso sea blanco,

ni el sabor del dinero,

ni siquiera el amor como una encrucijada de caminos.

Me vuelvo a la pared donde soy pobre

para volver

ayer

a ser feliz.


Raquel F. Menéndez y Libélula, Premio de Poesía Universad de Oviedo.

 

LA MEMORIA Y LOS HÉROES

I

DIEZ DE LA MAÑANA: HYBRIS EN LA CAFETERÍA

DE LA UNIVERSIDAD

 

Hay un héroe griego enredado

en mis gafas de pasta

que rompe los cristales con su hybris,

e inunda mis ojos con su inteligencia,

aunque desconozca mi mirada.

 

Debes de ser tú desde la otra punta de la cafetería

negándote a invitarme al cine.

 

II

MEDIODÍA

 

Inmensa luz

sobre la nieve negra

es tu mirada.

 

III

DOS DE LA MADRUGADAMemoricé tus ojos

de tanto mirar tu fotografía

para cuando tú también fueras memoria,

y fueran los días otra vez materia gris

para moldear la extraña forma de los sueños,

la vejez del rostro ya no aparece

en ninguna fotografía.

 

Para cuando tú también seas memoria

seré yo palabra regalada,

difícil armamento contra el tiempo.

 

No habrá más luz sobre las letras muertas.

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