NOTA DE LA AUTORA: Estas piezas forman parte de un libro, Los salmos fosforitos (La Bella Varsovia, 2017), que, en realidad, tiene vocación de ser un poema. Puede leerse solo o acompañado de Trilce, de César Vallejo y, preferentemente, en orden, pues tiene espíritu espiritual de sextina.
LI.
Yo también he sido así, desde el óvulo:
un lloriqueo amplio, intercalado
de números impares y de lyrics.
Y nada más. Así es la vida.
Bueno, sí: y nada más
y nada menos que 11’03 novios. Cuando tenía 11’03 años,
sufría sufría sufría
porque sufría; ahora ahorita ahoritita no, porque algo
fffffffffffffffffffffffffff ffffff ff fffff ffffffffbueno, sí
más o menos he aprendido:
“me he investigado a mí mismo”, dijo Heráclito;
“y no me duele”,
dije yo, “y yo también
digo mentiras”. Pero no pasa nada. A veces lloro no me ves
no pasa nada. Hace 1.001 noches
o vicisitudes fucsiaocres que no lloro.
El problema es que me río,
sin conjeturas;
a veces no me ves. Otras veces M. Bovary c’est moi
quien desvía la mirada, y tal;
soy yo quien llora delos sus oios
porque sucede que soy un collage
de rabietas (y/o cuchichíes). No, en serio,
en este poema debo auto-representarme
como “nena quejicosa” como “espantadiza
perdiz” “púber
y depresiva”
pero sucede que soy
simple,
SORPRESA
feliz. A mí qué me importa
el existencialismo! Bueno, sí me importa:
y nada más
lejos de la realidad que Berta García Faet
(qué vergüenza!)
cual piedra.
En este poema debo auto-representarme piedra
a piedra; sin
consecuencia,
utilizo la 3ª persona del plural (qué vergüenza!);
quiero dejar constancia de que no todo fue
burla y mentira.
Quiero dejar constancia de que
no todo se fue.
Quién se fue?
Qué vergüenza!
LVII.
Toda depresión es topográfica.
Meteoritos que laten.
En el locus amoenus de
mi carne,
trüena un lobo feroz.
Ejido puntillista! Minimizo mayúsculas!
Rubores encarnados, ab-
undantes, undantes. Ya estamos otra vez
en The Miriam Hospital, ya estamos
otra vez
en la sala de espera. Locus tenebrosus,
cuando las avenidas están completamente a oscuras
loca loca loca pero no, tranquila! Soy
o estoy
tranquila, créeme! Me tomo mis meteoritos
como me han mandado.
Lato. Puedo decir
“puedo decir que ya pasó,
porque estoy tomándome mis meteoritos”?
Puedo
decir “lato mucho o poco, pero lato, y latir
no implica ninguna incorrección, y latir
sí implica
plicas secretísimas de buena voluntad”? No,
vivir es fácil! No
me quejo, sólo
quiero decir que, si quiero, puedo decir (sin más)
“será nuestro secreto”. Mrs García Faet, over here.
No obstante esto, esto no tiene
nada que ver; y qué
se le pasa por las mientes al doctor?
No es la primera vez ah ya estamos
otra vez,
over there,
santiguándonos por los carriles
rumbo a la Clínica del Pilar Sant Jordi
rumbo a The Miriam Hospital
por los carriles undantes, febril caballerita,
rumbo a la consulta médica
de Burjassot!
Sin caballos, con lobos! Febril caballerita!
No me atrevo
a no buscarte, doctor
judío-colombiano. La noche! La ambulancia! No me atrevo
a no buscaros,
regazos y/o empujoncitos, junto a alas
querubines. Regreso,
infantil.
Esto no tiene
nada de nada que ver? Esto, tus olas
épicas? Estas son mis épicas.
Machaco a mis desenamoramientos. Este y aquel
neurotransmisor.
Yo gano.
LVIII.
Junto a querubines
en la waiting-room: apelotonada,
sólida líquida gaseosa
apelotonada
en mi escondrijo de abeja.
Miel maciza, nunca aguada, nunca vaporosa,
y qué
miel grata!
Arreglo las flores los embarazos los tajos;
es bonito es empático
libar la miel.
Inclusive en la celda!
Cuando me enfermo, doctor,
procuro desenfermarme. Cuando me enfermo
acontece que mis órganos
se desenamoran de mí.
Machaco a mis desenamoramientos; soy 5 o 6
caballos
muybienhadados:
debo libar la miel. Carpe diem, doctor! No rezongue:
sólo quiero decir que, si
quiero,
libo la espuma la miel: me llevo en brazos
cual a una mula molida. Los mismísimos brazos
tatuados, doctor!
“Y qué animal”, dijera usted. “Y sí”, dijera yo. Lato:
no reniego
de la mula molida que, cual mi abeja, siempre más,
me liba
más
en los abrevaderos
tan y tan vulnerables.
Tan y tan gratos compañeros de celda!
Vivir es fácil!
No digáis que agotado su tesoro
la vida es una celda! Qué exageración.
Estoy un poco enferma se me
pasará. Vayámonos
a sisear sí sí sí en los lomos de las mulas, vayámonos
a entonar sol la sí sí
–pero
no, no, tranquila-
en los lomos de mi abeja. Mastiquemos un erizo
del mar vapuleemos
sin misericordia
hálitos de ángeles sin aletas sin juntos
juncos
guardados resguardados
a la sombra gualdísima de los pinos.
No soples tan fuerte, neo-niña, que te va a dar
un patatús que te van a dar
a luz que te van a dar vueltas vueltas
e inadvertidamente
te dolerá un poco!
No voy a criticar al doctor –a los doctores− que me ciñeron
la aleta mala.
Cuando alguien mente el episodio –los episodios−
voy a reírme y a rezar. No te vayas
a reír
de mis rezos, hermanito! La noche la ambulancia
caminante
sí hay camino
no se me hace
cuesta arriba, se deshace el camino al andar!
Quién anda ahí?
Aletas malas?
Regreso, infantil. No es necesario
preguntar más. No atizaré
olas épicas, no propinaré
ultrajes a mi imagen; “y qué
imagen animal”, dijera usted.
“Y sí”, dijera yo a cualquiera, a cualquiera!
Todavía sangro. Ves? Hay sangre. Hay sangre
para todos. Que no cunda el pánico, hay sangre
meteoritos jarabe sólido
líquido gaseoso
para todos.
Acontece que somos exactamente iguales,
estamos
exactamente
igual de perdidos. Igual, igual.
Propongo encontrarnos
junto a los juncos cimbreados. Y qué
miel grata, qué cima, brea! Cierto?
Piezas, trompicones,
over there, over there. Estás sorda o qué te pasa?
LXV.
Madre paciente, paciente en una clínica. En un convoy
de beneficios de dicciones (a.k.a. poemas)
me voy de rodillas
en tus rodillas
a ser adulta adlátere ulterior ad
rem (ad
undas
pero no, tranquila,
no como algo feo); en serio,
no pasó nada,
acomodada en mi lecho marital sin novio
sin novia
ni sensualmente ni nada
de nada,
en mi lecho de llagas
descansé. A ver, me explico: me descansaste,
me calmaste
con centellitas de flúor, con rayos
de mi color
preferido, y violeta, y vegetal: en tus rodillas,
madre,
tengo 8 años
porque soy adulta porque no me tomé
mis meteoritos mis llagadas rosas d’azucenas,
tú me entiendes! Entiendes?
Menudo trajín
lo de cortarse el moño
la luz
las cortezas, menudo
lecho de Ikea, niña! En fin, la adultez,
en un convoy de pulgas (qué son los hongos?),
cuándo
naciste? 27 rebúsquedas flacas, sonanbulismo
de tarde en tarde de
niña, azul
y neo-gris
tu obvio iris! Os voy a confesar
SORPRESA
cómo vivo en Providence (Rhode Island):
cual madrecita paciente
clínicamente testada
me arrullo
me arrullo; me envuelvo el pulmón encendido
un poquito tosido
cof con mantas cof con pulóvers de patchwork cof;
mezo mis 5 o 6 transmisiones tatará-tarará-tartamudeo
la tarara sí la tarara no, menudo trasto
menudo
estás hecha, deshecha! Correteo
no gruño no respingo correteo
por las galerías como el Asterión
de J. L. Borges, correteo bis
en bolas en espirales cual el Leteo tan y tan
manantial, pasmada,
no oyes?
Como el Asterión de J. L. Borges correteo
por mis propias lascas.
Madre, pacientemente espérame, hesperidéame
miga a miga escalón
a escalón de adulta a adulta a mitad
camino, no me oyes? No voy a trascribir aquello de
“muerta inmortal”
(bueno,
sí) puesto que
pacientemente
(“bueno”, “bueno”, “bueno”)
vives revives (ídem) mi prosa
con los golpes bajos abajo. Qué felicidad
tan y tan rubia, madre!
Hipotetizo en frío que dentro de 27
años o paños de
sudor cursi de cajón de adulta a adulta de oca a oca y tiro
porque me toca a mí tocarte
con delicadeza, con fervor,
ojalá te diga “madre,
muerta inmortal, qué rubia, hermosa!” Afuera,
cuán axiomática (según yo) es la bóveda
de tu arqueado
carraspeo!
Qué rubia la adultez, eh? Hace 5 siglos.