
María Helena del Pino.
Maria Helena Del Pino (S/C de Tenerife, 1994) se traslada a Madrid a los 18 años para cursar estudios universitarios y se encuentra de lleno con las letras. Ha publicado Poemario Mínimo, su primer libro de poemas autoeditado y es la coordinadora de las jam sessions de poesía en el bar Diablos Azules.
Poética
No quiero escribir versos:
lo que yo quiero es
llenarlos de caballos.
Batania.
Los poetas son los únicos culpables. Me revelaron el secreto y me dijeron: refúgiate aquí y estarás a salvo del resto. Los poetas, que me enseñaron que hay viento dentro del viento, y me insistieron: enaltece el amor, ensalza la vida, elige la libertad.
Malditos poetas. Escribir poesía es decidirse en contra del sentido común.
Las palabras corren libres, sé tú igual de salvaje como para correr con ellas, me decían. Hay una manera distinta de perpetuar la especie. En el poema está todo lo que no eres tú en ese momento.
Para ser poeta no es necesario escribir, sino ver.
Para poder sobrevivir enmascara tus gestos, y ajústalos a lo que la sociedad te pide, pero recuerda siempre que tú estás un paso más allá.
La culpa de que yo hoy escriba poesía la tienen todos esos poetas que se abrieron de piernas para mí y me ofrecieron la eternidad. A mí, obviamente, no me quedó más remedio que aceptar la oferta.
¿Qué importa que Goethe haya muerto?
Allí está el testimonio de la realidad de su existencia.
La muerte no puede contra él. Nada puede.
Alejandra Pizarnik.
Selección de poemas
Todo lo que sería si siguiera siendo yo (1)
No me dejan pensar, ni elegir
tengo yuxtapuestos todos los días
del resto de la vida
que me han ido planificando.
No tengo un momento
para saber quién soy
y encima han quitado todos
los espejos que había
en los lavabos.
¿A dónde voy?
La televisión hace demasiado ruido.
Tócate cuando haya silencio…
Estréchate el pecho en la intimidad
de los días que no estás viviendo.
¿Dónde estoy?
El teléfono no deja de vibrar.
¡Contéstate!
Cruzo la calle cuando
lo ordena el verde.
Respiro cuando la España
de charanga y pandereta
me invita a beber.
«¡pásame esa china, tron!»
Tengo los pies en el suelo,
otra vez,
condenándome a esta pena de vida
hasta la muerte.
Todo lo que sería si siguiera siendo yo (2)
Cuando esto estalle va a salpicarlo todo.
A veces se me taponan los oídos y me oigo a mí misma
gritándole la culpa a ese hombre,
gritándole la culpa a esa mujer.
Siento sobre mis hombros el peso mudo
de toda una generación indeleble.
Yo no soy todo eso que sembraron
yo no soy vajilla, yo no soy mantel.
Queréis que sea yo misma
poniéndome una soga en el cuello
y haciendo como que salto.
Porque yo no saltaría…
Y no queréis ver que yo soy
quien se tira detrás de otro cualquiera
por un barranco
cualquiera.
Cuando esto estalle voy a inundarlo todo
de sangre y de tinta.
Quedarme sola
conmigo misma
es una ficción.
Nada más llegar a casa
me desabrocho el sostén
con la esperanza
de mitigar
la presión,
pero
continúa.
Espero con anhelo
tu bala
en el filo
de mi sien.
Todo lo que sería si siguiera siendo yo (3)
Al cerebro no le interesa la verdad.
La realidad siempre llega 1 segundo más tarde.
El cuerpo calloso se revela.
Una persona sin alegría deja de ser persona,
sin tristeza deja de ser persona.
Hay gente que siembra existencia aquí dentro.
La felicidad es la utopía en la que todos nos refugiamos
reservándonos el derecho de sentirla,
como si existiera.
Y perdemos horas en busca de horizontes predestinados
y no dormimos tranquilos sin saber
qué vamos a estar haciendo dentro de 5 años,
a quién vamos a estar amando dentro de 5 años.
El amor es la antesala a una sala de espera.
Yo sigo sin encontrarme
entre las cortinas.
Es la mercancía del ser humano
la moneda de cambio, la moneda de vuelta.
Yo no voy a venderme.
El amor me deja la boca seca.
Yo no voy a pagar.
Se esperan demasiadas cosas de mi
que sé
no voy
a ser
capaz
de cumplir
y da igual cuánto advierta,
cuánto demuestre,
cuánto insista
que me siguen mirando
con ojos de «haz un esfuerzo, por Dios»,
aún me siguen poniendo precio.
Al cerebro no le interesa la verdad.
La realidad siempre llega 1 segundo más tarde.
Todo lo que sería si siguiera siendo yo (5)
El mundo es un sitio peligroso
al que no le tengo miedo.
Los domingos son los días tristes porque llevan
el nombre de mi padre escrito.
Las personas saben matar
mejor que las armas
y cada día hay un ejército
y en mi pecho un campo
y mi hermano soldado.
La guerra siempre contra mí.
No me asusta el muro
porque aprendí a volar,
pero y qué.
No siempre te quiero
pero a mí sí,
porque si no quién.
Las niñas repetían una y otra vez
que no merecía trenzas
tampoco las quería,
me contaban secretos
y no los quería.
Me decían que niño.
Los niños me decían
que para mí el boliche rosa
la pelota rosa, el coche rosa
y yo siempre respondía que los libros.
Sé que yo estoy a salvo.
Pero no quiero hijos
si nacen aquí.
(sin título)
No quiero mirarte
tras los barrotes
de nuestras celdas.
La pasarela de fuego
cada vez que voy a buscarte,
ser la héroe del poema
y quedarme sola en el poema.
Mi camino no va hacia ti,
eres tú el camino,
y al decirte
sigo
tú me digas:
no encontrarás flores de alfeizar en mis veredas,
pero toma este saco de semillas.
No conozco mi castillo.
No conozco las paredes de mi castillo.
Yo no soy dueña de mi castillo.
Tampoco de las ondas
que se forman en el estanque.
No sé cuál es el momento preciso
para bajar el portón.
Yo no soy quien toma
las decisiones de mi castillo.
Yo solo soy arquero
que espera una señal.
Guardián que vigila
por si un ruido.
Cocodrilo que acecha
en el foso de mi memoria.
Ojalá volvieran
las libélulas blancas
de mi infancia.
Ojalá el grito amenazador de mi madre
bailando desconsolado
en los jardines de mis manos.
Me cuesta reconocer el material
del que está hecho mi castillo.
¿Es ésta la pieza de protección
que encajó mi hermano
o la infortuita desconfianza
que mi padre acimentó?
¿Es ciertamente mío
este castillo?
¿Esto me ha hecho la poesía?
Cuándo dejé
de mirar un barco
y ver un barco.
Mirar una vela
y ver la vela.
Un incendio
y sentir el fuego.
¿Esto me ha hecho la poesía?
El beso es una cápsula de tiempo.
Hay personas tristes hoy aquí
y yo no quiero morir todavía.
Me he asomado al espejo
que hay en el baño
y no he encontrado nada.
Con qué facilidad la nada.
Suena a lo lejos la ola de la madrugada.
Escribe el poema ahora que hay tiempo
que luego vendrá el manto negro
y la memoria vacua
a instalarse en la alameda.
El beso es una cápsula de tiempo.
Tu mirada un altavoz que grita viento.
Mis dedos perdidos
en los trigales de tus dedos
anuncian tormenta en mi pecho.
Ya se acerca la mano templada del alba,
ya reposa en la ventana
la recién horneada mañana madrileña
despertando a personas vacías
en sus camas vacías
y lanzándolas a destinos llenos de nada.
Con qué facilidad la nada.
El beso es una cápsula de tiempo.
No se apaga el volcán de mi pupila.
En el descampado de mi memoria
solo tú gritando lava.
Tú la luz
arrojada a mi vacío.
El beso de klimt.
A renacer en el filo de una boca
y saltar por el abismo
que supone sentirse
en otra lengua
lo llaman besar.
Yo no sé cuando es el beso
ni cuando se besa
y lo confundo
con la rabia,
la pasión,
con el sexo
y la desesperación
y nunca sé
si es eso
a lo que llaman
amar.