Para celebrar el Día Internacional de la Mujer en La tribu de Frida hemos querido preguntarles a nuestros colaboradores y lectores qué significa para ellas y ellos el feminismo. Aquí os dejamos con sus definiciones.
El feminismo es un movimiento que persigue el cambio social combatiendo la discriminación que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo. Para ello, cuestiona las relaciones que se establecen entre sexualidad y poder (por ejemplo, las estructuras del patriarcado a lo largo de la historia, la falta de libertad a la hora decidir sobre el propio cuerpo, el empleo de un lenguaje sexista, etc.) y analiza las relaciones que se dan, por ejemplo, en el campo de la política, la economía o la educación.
O podríamos decir que el feminismo es un canto que renace la raíz y nombra un árbol en la disolución del muro. Sobre la palma abierta de la mano, se abre paso una rama desnuda y tenaz. Y después otra y otra y otra y otra y otra…
Así, hasta poblar la tierra.
Feminismo es raíz. Es la coherencia ante cualquier reivindicación. Es la palabra que nos recuerda que la mitad de la población está oprimida por el sistema patriarcal. Es el primer e indispensable paso para ser mejores.
Para mí el feminismo es sentir el peso de unas piedras en los bolsillos, como me enseño Virginia Woolf.
Llevo semanas pensando en qué es el feminismo, más allá de su definición oficial, más allá del movimiento y la lucha y la proyección de la identidad. No lo sé, llevo semanas pensando y no se me ocurre que yo pueda aportar nada nuevo o valioso. Pero quiero responder a esta pregunta. Pienso en qué es el feminismo y por instinto creo que es algo muy parecido a esa rabia interior, caliente, áspera, dolorosa, que llevo sintiendo desde hace tantos años, quizá desde la infancia, desde la primera vez que ellos se rieron, después de cualquier cosa, con ese grito horrible de hiena, mientras yo lloraba.
Feminismo es una lucha abierta contra la xenofobia y cualquier tipo de discriminación. Es denunciar la destrucción sistemática del medioambiente y la extinción forzosa de especies animales. Feminismo es subvertir las lógicas esclavistas del capitalismo depredador, denunciar el expolio, la miseria impuesta, la servidumbre al sistema financiero, la manipulación política y mediática. Feminismo es buscar un mundo mejor y otra forma de vivir, para todos, entre todos. Y es, por supuesto, la denuncia sistemática, incansable, del patriarcado, la misoginia, la conciencia estructuralmente androcéntrica que atraviesa, transversalmente, toda ideología, toda construcción mediática, toda opinión. Feminismo como una pluralidad de fuerzas, multiplicidad en la sublevación y en la crítica, un devenir que incluye devenires atomizados pero que se revela como potencia integradora para construir un nos-otros y abrir la puerta a la hospitalidad incondicional, a la lucidez que nos quema los ojos, a la orfandad del animal humano en un universo que no comprende, más allá de las subjetivaciones narcisistas, mercantilizadas, «biopolíticas». Y no rendirse jamás ante el poder, ante ningún tipo de poder.
El feminismo es una herramienta para poner en su sitio a todas las personas que en el día a día nos llaman la atención, nos corrigen, nos intimidan, o son condescendientes con nosotras. El feminismo es conocimiento: querer saber aunque no se espere eso de nosotras. El feminismo es celebrar las cosas lindas que nos pasan, aprendiendo la importancia de lo pequeño, lo cotidiano y lo simbólico. El feminismo es conocer la trayectoria de otras que lucharon por la emancipación, y compartir esa genealogía.
Mi feminismo parte de la convicción en la igualdad de los seres humanos. Por tanto, rehuyo los extremos que consideran a la mujer inferior o superior al hombre. Pero también estoy atento a los entredichos del machismo dominante en todos los ámbitos, como en el de la cultura, en el que es evidente el desprecio y la condescendencia con la obra de artistas y escritoras relegadas a la categoría de comparsas, amantes/esposas o locas. Por el bien de todos.
Feminismo para mí es correr más rápido que aquellos que disfrutan clavando etiquetas inútiles sobre la piel de otros. Feminismo es para mí la mejor cara de la justicia, aquella que reconoce más allá de la genitalidad el valor de los demás movimientos. Es echar tierra sobre todos aquellos hechos que abren abismos sobre territorios que poseen la misma silueta elemental, es decir corazón y la cabeza.
Feminismo-s
Agencialidad. Ejercicio de mirar-desde-afuera de la categoría social (mujer/hombre) y de su correspondiente herencia simbólica dada al nacer a través del sistema sexo/género. Feminismo, estar-en-el-mundo de manera participativa y consciente. Reconocimiento de la opresión y la violencia históricas hacia la clase política «mujer» y de la eternización de la dominación masculina. Feminismos: distancia, análisis crítico de los estratos del saber «universal» y particular presentes en los discursos cotidianos y sus nuevas «alternativas».
El feminismo es quizás la vindicación del género humano más legítima, importante y que más resultados visibles ha conseguido hasta ahora, pero si tuviera que resumir en una palabra lo que significa para mí el feminismo, esta palabra sería sororidad.
Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas. Mary Wollstonecraft.
El feminismo es la eterna búsqueda de la igualdad. Como diría Simone de Beauvoir, esa bella forma de vivir individualemnte, pero también de luchar colectivamente. De luchar para cambiar ese mecanismo automático en la base de la educación. Para que nuestra mente, tan automática a veces, no sospeche que bajo aquellos poemas firmados por un tal Anónimo, y de los que habló un día Virginia Woolf, no sospeche, insisto, que estaban firmados por un hombre…. porque probablemente pudo ser un hombre, sí, pero también pudo ser una mujer. En definitiva, otorgarle a la mente ese 50 por cien de posiblidades. Diseccionar la mente en dos para empezar a existirnos.
Concibo el feminismo como una forma de decir lo molesto, un discurso alternativo al discurso históricamente aprehendido y tolerado. Esto es: extraer otras lecturas de lo cotidiano, atreverse a rechazar lo generalizado, rescatar el imaginario femenino y reparar la invisibilidad y el mutismo al que ha estado sometido. El feminismo es y debería ser, ante todo, un acto de comunicación, de expresión y de rebeldía.
Hace tiempo que le doy vueltas a la pregunta, pero siento que tengo muchas lecturas pendientes antes de poder responder siendo honesta conmigo misma.
Considero que se trata de intentar reconocer las jerarquías de la sociedad patriarcal en la que vivimos. Y, personalmente, me interesa mucho cuestionar los estereotipos de feminidad y masculinidad a los que estamos acostumbrados.
La primavera está cerca y hoy he visto un abejorro sobre una flor. ¿Cómo ve un abejorro? ¿Qué ve cuando ve una flor? ¿Qué ve cuando me ve a mí? Probablemente cuando ve una flor ve algo muy distinto a lo que veo yo en la flor. Y cuando me mira a mí yo no soy lo que un hombre o una mujer o incluso yo misma veo. Si algún día fuera un abejorro mi mirada sería feminista. Sufro el peso del mundo que me ha enseñado a mirar. Mi trabajo consiste en borrarme los ojos que me dieron mis padres con amor y prejuicios, que me dio la escuela con amor y prejuicios, que me di a mí misma con amor y prejuicios. Comerme los ojos y hacer miel. Los ojos de un abejorro contienen un gesto subversivo y mudo.
Frente al falocentrismo asfixiante que encorseta a la humanidad, el feminismo se alza como la resistencia fundamental desde la cual defender la igualdad entre géneros. De este modo, el feminismo es un movimiento que defiende la plena manifestación del Estado de Derecho, en el que los derechos y libertades han de existir en un sistema de paridad. El feminismo es, por tanto, aquella trinchera desde la cual empuñar la libertad y luchar por ella en comunidad.
Citando a Cheris Kramarae, “el feminismo es la noción radical de que las mujeres son personas”. O, por decirlo de otro modo, que la diferencia biológica no debe ser obstáculo en garantizarnos unos derechos iguales a los de la otra mitad de la población, empezando por el derecho de tomar decisiones por nosotras mismas sin ser juzgadas, discriminadas o marginalizadas.
El feminismo es el empoderamiento de nuestro cuerpo y pensamiento, el feminismo en mi país es una lucha diaria, una configuración comprometida a que seamos una sociedad equitativa y armónica. El feminismo es necesario porque aquí día a día aun mueren miles de mujeres por su condición de mujer, por su preferencia sexual, y por la violencia ejercida por el régimen del patriarcado.
No importa si eres hombre, mujer, u otra cosa. No importa cómo te veas, cómo te sientas o cómo evoluciones. Tú y yo existimos, luchamos y amamos. Tú y yo somos diferentes y también lo mismo. Tú y yo coexistimos, cooperamos y nos otorgamos algo que llamamos derechos, entonces crecemos y somos felices.
Supongo que no puedo decir “una forma de vida” por que tampoco es que me dé de comer, pero si que es una lucha diaria.
No hay un momento de mi vida en que empezara a llamarme feminista, más bien fue mi evolución orgánica, mi reacción natural al entorno, no es para mi una categoría conceptual, sino algo más profundo, más complejo, más humano. Vivo el feminismo como el deseo activo de una sociedad igualitaria donde el cuidado y la ayuda mutua sean más importantes que la productividad, el consumo y la competencia, donde la identidad y la forma de estar en el mundo no estén condicionadas por el sexo. Mi militancia feminista nace de la constatación de que ese deseo no se hará realidad en una sociedad patriarcal y capitalista.
Una lucha necesaria para que cada niña y cada mujer podamos existir en el mundo sin que se nos silencie, excluya, minusvalore o infantilice por haber nacido con pechos y vagina. Una lucha, en definitiva, para que nuestro género deje de ser un obstáculo o un condicionante –en el trabajo, la creación, la maternidad, la familia, la sociedad, la vida- y se nos valore como lo que somos: personas.
De pequeña creí que sufría una enfermedad, no me sentaba como era correcto, no me llamaban la atención los juegos del colegio, era rara pensaba yo, quizás una niña un tanto oscura porque no me gustaba Marisol ni tenía una Barbie, oía frases como “Las niñas no hacen esto”, “Compórtate como una señorita”, “Aprende a hacer cosas de mujeres” … aquella enfermedad que bauticé como Mujercitis me repetía a diario esos mantras que aún suenan en mi cabeza.
Si soy lo que soy es gracias al feminismo, la mujer que quiero ser, simplemente sin dar explicaciones ni razonar ante nadie mi rol, ni desmontar mi manera de entender la vida, para mí el feminismo es reivindicar mi existencia día a día, luchar por la igualdad, ante todo respetar a las mujeres y no dar un paso atrás.
Estoy buscando, buscándome en el feminismo, por eso para mí es sinónimo de viaje a cualquier parte, fuera o dentro de mí. Feminismo como búsqueda aunque sé que pronto será feminismo como encuentro.
Para mí el feminismo es, ante todo, un compromiso ético y social con los derechos fundamentales de las mujeres. Me gusta pensar en el feminismo en sus orígenes, cuando todavía no había mucha teoría y no se excedía en abstracciones filosóficas, sino que el feminismo tenía que ver con la lucha social, con participar públicamente, saltando toda posible censura, en la sociedad para reclamar una igualdad de derechos y oportunidades que todavía hoy no se han conseguido del todo, basta pensar en la diferencia de salarios que aún hoy persisten entre hombres y mujeres. El feminismo es, por tanto, compromiso, participación y lucha a través de la palabra de los derechos de las mujeres; luego las corrientes filosóficas-teóricas, sin duda interesantes, deben tenerse en cuenta aunque no creo que definan el feminismo tal y como lo soñaron y lo entendieron las primeras feministas del XIX.
No soy ningún experto, he leído menos libros de los que me gustaría al respecto así que intento usar el sentido común (sí, esa entelequia). Feminismo para mí es ofrecerme con generosidad a cada persona y procurar estar atento a las trampas que me pone la sociedad, la cultura y yo mismo en este asunto.
¡No es una pregunta tan fácil como cabría pensar! Mi primera respuesta habría sido la típica sacada del diccionario. Continúa siéndolo, en gran parte. ¡Derechos idénticos para mujeres y hombres! Sin embargo, si pienso en los últimos años, quiero actualizar esa respuesta. Para mí, el feminismo se ha convertido en un proceso de redescubrimiento, de redefinición. Está más presente en mis lecturas y reflexiones, pero ante todo, está más presente en mi vida cotidiana. Al mirar el mundo con otros ojos, comprendo que no basta con pedir igualdad de derechos si no sabes localizar la desigualdad, el desequilibrio. Y aunque no siempre se trata de una actividad amena, y no siempre comparto algunas de las nuevas corrientes, cada vez estoy más convencida de que el feminismo es necesario, hoy más que nunca.
En primer lugar, debo decir que no me he interesado por el feminismo hasta hace relativamente poco, por lo que no estoy tan documentado como debería. Simplemente, diría que para mí es un movimiento que promueve unos valores ideológicos que cualquier persona debería tener. Sé que es algo muy general y simplificado, pero no puedo entender que en pleno siglo XXI no se apoyen ideologías o movimientos contra cualquier tipo de discriminación.
Para mí el feminismo es una filosofía de vida seguida por hombres y mujeres, que trabajan por el derecho a la igualdad de oportunidades entre unos y otras. Más que un movimiento me parece una forma innata de pensar. El o la feminista no se plantea si lo es ni si la mujer merece igualdad de oportunidades, le parece lo lógico. Defiendo el feminismo desde la diferencia: hombres y mujeres somos distintos pero nos corresponden los mismos derechos.
Uno puede pensar a gran escala, comparar nuestra sociedad con aquellas donde se cometen otras atrocidades y decir que el feminismo debe ocuparse de asuntos más importantes, pero precisamente el feminismo existe para afrontar aquello que parece no importar, desde la lapidación de una mujer hasta los salarios desiguales. El feminismo será necesario hasta que todos esos gestos, desde el más ostensible al más sutil, importe a todos por igual.
Creo que el feminismo para mí es la mano cálida y siempre tierna de quien intenta curarte la herida. Es la piel suave de quien te abraza cuerpo con cuerpo esperando a que te calmes. Es la tranquilidad de no saberte sola cuando manchas, cuando mamas, cuando crías. El feminismo es aprender a amar tu cuerpo, liberar a tus deseos, dejar de arrinconar a tus ideas por el temor que nos inculcan. Es impedir que te sometan, es luchar contra quien quiere adueñarse de tu propio vientre, contra quien quiere devorarte el alma y te persigue, cobarde, en una noche sin estrellas.