El debate sobre la posibilidad de que las diputadas amamanten a sus bebés en la cámara de la Casa de los Comunes británica está alcanzando en las últimas semanas una especial virulencia. El detonante ha sido la presentación de un informe encargado a la Universidad de Bristol, dirigido por la profesora Sarah Childs, con el fin de estudiar cómo abordar el sexismo y las pautas de desigualdad de género en la institución británica. El informe concluye, entre otras cuestiones, que se debe permitir la lactancia en la cámara principal de representantes como modo de facilitar que las madres lactantes puedan participar plenamente en los asuntos a debate, así como consolidar en la institución un comportamiento amable con el ejercicio de la parentalidad. No obstante, no todas las voces apoyan el resultado del informe. El diputado Sammy Wilson entiende que la lactancia -de tener que producirse- ha de tener lugar en espacios privados, no en la cámara de debate; de ser así, entiende él, se estarían fomentado por parte de las madres lactantes un espíritu “exhibicionista” o “voyerista” (1).
El debate ha sido también importante en el Parlamento australiano; a comienzos de este año se ha producido un cambio en su normativa para permitir la lactancia en la Cámara de Representantes. El debate sobre este asunto viene de largo. En el año 2003 una diputada, Kirstie Marshal, fue expulsada de la Asamblea Legislativa cuando amamantaba a su bebé. Se alegó, en esa ocasión, que existía un acceso restringido a “extraños” o “visitantes” al recinto de la Cámara, lo que afectaba a la presencia del bebé allí. En 2009 se pidió que el hijo de dos años de la senadora Sarah Hanson-Young abandonara la sala bajo el argumento de evitar distracciones entre los miembros del Senado (2).
En España el caso más reciente que ha despertado el debate sobre lactancia, parentalidad y cuidados en el espacio político fue la decisión de la diputada Carolina Bescansa de participar en la sesión de constitución de las Cortes de la pasada legislatura con su bebé, al que también amamantó en la Cámara (3). Este hecho marcó el debate público con preguntas habitualmente infrecuentes en el debate institucional y social dominante: cómo gestionar las necesidades de cuidado cuando se participa de la vida pública, cómo repartir esas necesidades entre los miembros de la pareja, la manera en que las instituciones públicas están preparadas para responder a esas necesidades de cuidados. En ese sentido, ya en el año 2012, una senadora de la Entesa, Iolanda Pineda, acudió a la Cámara del Senado con su bebé de ocho semanas para reivindicar la posibilidad de votar telemáticamente en situaciones como la baja por maternidad. El entonces presidente de la Cámara Alta, Pío García Escudero, alegó que “no había prisa” para tomar esa decisión (4).
Lo que tienen en común estos tres casos es que la presencia de un bebé en una cámara de representación política tiene efectos altamente desestabilizadores. Particularmente la necesidad de lactancia sitúa en el centro debates habitualmente marginales en nuestra vida pública, debates que tienen al cuerpo y sus necesidades en el centro, pero no sólo. Debates articulados en torno a la importancia del afecto, la atención y el cuidado como prácticas sustentadoras de la vida. Debates que cuestionan la pertinencia de una división radical entre lo público y lo privado, mostrando que la experiencia humana es mucho más compleja que ese binarismo. Si estos debates son residuales o inexistentes en la Casa que nos representa a todos, quizá lo extraño sea la casa misma.
El desafío a la lógica neoliberal desde la teoría feminista
En los últimos años se ha consolidado en la esfera económica y política un discurso basado en la racionalidad neoliberal, que diseña como ideal un sujeto masculino, independiente y preocupado por una lógica productiva. Desde el pensamiento feminista se denuncia este ethos, esta pauta de pensamiento y sus perniciosos efectos tanto para la igualdad de género como para la sostenibilidad del planeta. Frente a la lógica individualista, autoras como Judith Butler o Sarah Ahmed reclaman la importancia de la interdependencia humana como vehículo fundamental en la constitución de nuestra subjetividad. Frente a la lógica productiva, la economía feminista reclama devolver la importancia a las tareas reproductivas como prácticas sustentadoras de la vida humana; en esta lógica aparece el debate sobre la importancia de los cuidados como pilar fundamental de la ciudadanía, idea sintetizada en la expresión cuidadanía, acuñada por Amaia Pérez- Orozco. Frente a la lógica del sujeto movido por la mente racional, la teoría feminista sobre el cuerpo sitúa como centro del análisis la experiencia desde la corporalidad (corpo-realidad), tal y como refleja el pensamiento de autoras como Toril Moi, Elisabeth Grosz o Moira Gatens.
Las autoras australianas Chris Beasley y Carol Bacchi desarrollan el concepto “social flesh” (algo así, como “carne social” en su traducción literal o “cuerpo social”, que atrapa probablemente mejor el sentido para nuestra lengua) como medio de sintetizar parte de las ideas anteriores: en primer lugar, esta noción recoge que todo debate sobre la ciudadanía ha de tener en cuenta la vertiente encarnada, las necesidades del cuerpo, como han mostrado autoras clásicas como Carole Pateman o Iris Young. Esta idea parece esencial si el tema que analizamos es la lactancia en espacios públicos. El discurso institucional dominante alienta a las mujeres a participar en la vida pública, particularmente, en el mercado formal de trabajo y, sin embargo, persisten las trabas para que esa participación sea compatible con la maternidad o, en general, con las tareas de cuidados. Implícitamente, se pide a las mujeres ser visibles como trabajadoras e invisibles como madres. El concepto “social flesh” nos recuerda que el cuerpo y sus necesidades no son una excepcionalidad ni un imprevisto en nuestra vida cotidiana; el cuerpo y sus necesidades, al contrario, han de protagonizar la centralidad del debate sobre ciudadanía: las posibilidades del ejercicio de derechos sociales, políticos y económicos son inescrutables sin la consideración de aspectos como las necesidades derivadas de la parentalidad o los cuidados. En segundo lugar, Beasley y Bacchi apelan a que la teoría feminista sobre el cuerpo profundice en la interdependencia humana y subraye de este modo que sólo la mutua dependencia permite la sostenibilidad de la vida. De nuevo, el debate sobre la lactancia nos ayuda a reflexionar sobre este punto en la medida en que materializa cómo la supervivencia humana es inseparable del vínculo encarnado. Carol Johnson, Chris Beasley o Carol Bacchi estudian específicamente el caso de la lactancia materna. Sarah Ahmed estudia el acto de tocar (y el modo de tocar) la piel de una persona como un mecanismo para dotar de subjetividad e identidad al otro. Judith Butler estudia la interdependiencia especialmente en el contexto de conflictos armados. Ella sintetiza este punto así: “el cuerpo es un fenómeno social (…) La manera en que soy encontrado, o sostenido, depende fundamentalmente de las redes sociales y políticas en las que vive el cuerpo, de cómo soy considerado y tratado, y de cómo esa consideración y ese trato hacen vivible o no dicha vida”.
La madre lactante en el espacio público plantea una serie de desafíos aún poco explorados en nuestro debate público: la vertiente encarnada del ejercicio de la ciudadanía, lo escasamente funcional que es mantener como ámbitos inconexos las esferas pública y privada, la interdependencia humana y los cuidados como aspectos esenciales de la supervivencia humana. Una mujer expulsada de un espacio público por amamantar a su bebé o que ha de soportar miradas o actitudes de reproche está disparando debates imprescindibles en cualquier sociedad democrática: las posibilidades y limitaciones en el ejercicio de la ciudadanía, el valor social atribuido a la parentalidad y a los cuidados, en definitiva, la manera en que se enmarca la importancia del cuerpo y la interdependencia humana.
La denuncia desde la poesía feminista contemporánea
La poeta e intelectual feminista Adrienne Rich reclamaba un entendimiento de la poesía como instrumento para recordar nuestra mutua dependencia, así como un incentivo para abandonar la resignación ante los problemas sociales y políticos que nos afectan (7). A su vez la poesía ha sido un espacio privilegiado para explorar la experiencia del (y desde el) cuerpo femenino. La poesía feminista visibiliza, cuestiona y explora la corpo-realidad femenina y sus desafíos: así, por ejemplo, poetas de la Generación Beat como Diane di Prima o Anne Waldman exploran el cuerpo femenino como espacio de placer, creación y destrucción. Más recientemente poetas como Emily O’Neill o Rebecca Hazelton denuncian a través de sus versos la violencia contra las mujeres y, particularmente, la violencia sexual. La propia Hollie McNish en su libro Cherry Pie (2015) dedica varios poemas a los estereotipos que circulan en torno a la violencia sexual, al tiempo que denuncia el sexismo generalizado de la vida pública actual.
Hollie McNish es una poeta británica cuyo último libro Nobody Told Me: Poetry and Parenthood (2016) constituye un repaso de su embarazo, parto y postparto: los cambios físicos, la relación ambigua con su bebé, las reacciones de su entorno, la reconfiguración de la relación con su pareja (8). Uno de los poemas tuvo enseguida una especial repercusión o viralidad, en la medida en que el poema fue grabado y colgado en YouTube, donde ha alcanzado, en el momento en que se escriben estas palabras, casi un millón y medio de visualizaciones. El poema se ha convertido hace apenas unas semanas en un cortometraje presentado en el espacio Random Acts del Canal 4 (véase más abajo). Titulado “Embarrased” (“Avergonzada”) el poema aborda la violencia de las miradas y los gestos que recibe la autora cuando amamanta a su bebé en público, al punto de que termina en la mayor parte de los casos refugiada con su bebé en aseos públicos para que la lactancia pueda tener lugar sin perturbación. No obstante, la experiencia de McNish no constituye un caso aislado. De acuerdo a una encuesta realizada en 2009 en Gran Bretaña, para dos tercios de las entrevistadas dar el pecho en público ha constituido en alguna ocasión una experiencia estresante, en la que han recibido miradas o gestos de desaprobación u hostilidad. Además, más de la mitad de las entrevistadas declaran haber sido expulsadas de cafés o restaurantes durante la lactancia de sus bebés (9). Pese a que cada vez se consolida en mayor medida un discurso que dibuja la lactancia materna como un aspecto positivo para la salud física y emocional del bebé, persiste una sanción hacia las mujeres cuando tiene lugar en espacios públicos, ideados como espacios ajenos a las necesidades de cuidados. En el poema, McNish se rebela ante la posibilidad de que su bebé mame en aseos públicos: quizá, concluye, la cuestión no sea si la lactancia del bebé ofende sino si el bebé se ofende por tener que ser amamantado sobre la tapa de un váter público.
Nobody Told Me: Poetry and Parenthood,
Hollie McNish
Blackfriars, 2016
EMBARRASED
Hollie McNish
I thought it was okay, I could understand the reasons
They said, “There might
be a man or a nervous child
seeing this small piece of flesh that they
weren’t quite expecting.”
So I whispered and tip-toed with nervous discretion
But after six months of her life sat sitting on lids,
sipping on milk, nostrils sniffing on piss
Trying not to bang her head on toilet roll dispensers
I wonder whether these public loo feeds offend her
‘Cause I’m getting tired of discretion and being polite
As my baby’s first sips are drowned drenched in shite
I spent the first feeding months of her beautiful life
Feeling nervous and awkward and wanting everything right
Surrounded by family ‘til I stepped out the house
It took me eight weeks to get the confidence to go into town
Now, the comments around me cut like a knife
As I rush into toilet cubicles feeling nothing like nice
Because I’m giving her milk that’s not in a bottle
Which in the cocaine generation white powder would topple
I see pyramids, sales pitches, across our green globe
And female breasts–banned–unless they’re out just for show
And the more I go out, the more I can’t stand it
I walk into town, feel I’m surrounded by bandits
‘Cause in this country of billboards, covered in tits
And family newsagent magazines full of it
WH Smith top shelf’s out for men
Why don’t you complain about them then?
In this country of billboards, covered in tits
And family newsagent magazines full of it
W.H. Smith top shelves are for men
I’m getting embarrassed in case
a small flash of flesh might offend
And I’m not trying to parade it
I don’t want to make a show
But when I’m told I’d be better just staying at home
And when another friend I know is thrown off a bus
And another mother told to get out of a pub
Even my grandma said that maybe I was sexing it up
And I’m sure the milk-makers love all this fuss
All the cussing, and worry, and looks of disgust
As another mother turns from nipples to powder
Ashamed or embarrassed by the comments around her
And as I hold her head up and pull my cardie across
And she sips on that liquor made from everyone’s God
I think, For God’s sake, Jesus drank it
So did Siddhartha, Muhammad, and Moses
And both of their fathers
Ganesh, and Shiva and Brigit and Buddha
And I’m sure they weren’t doing it sniffing on piss
As their mothers sat embarrassed sitting on cold toilet lids
In a country of billboards covered in tits
In a country of low-cut tops cleavage and skin
In a country of clothed bags and recycling bins
And as I desperately try to take all of this in
I hold her head up, I can’t get my head round the anger
Towards us and not to the sound of lorries
Off-loading formula milk
Into countries where water run dripping in filth
In towns where breasts are oases of life
Now dried up in two-for-one offers enticed by labels, and gold standard rights
Claiming that breast milk is healthier, powdered and white
Packaged marketed and branded and sold at a price
That nothing is free in this money-fueled life
Which is fine if you need it or prefer to use bottles
Where water is clean and bacteria boiled
But in towns where they drown in pollution and sewage
Bottled kids die and they know that they do it
In towns where pennies are savored like sweets
We’re now paying for one thing that’s always been free
In towns empty of hospital beds, babies die,
Diarrhea-fueled, that breastmilk would end
So no more will I sit on these cold toilet lids
No matter how embarrassed I feel as she sips
Because in this country of billboards, covered in tits
I think we should try to get used to this
***
AVERGONZADA
Pensaba que era normal, podía entender las razones
Decían “podría
haber un hombre o un niño nervioso
viendo esa pequeña franja de carne
ante la que ellos estaban desprevenidos”.
Así que susurré y me puse de puntillas con nerviosa discreción
Pero después de seis meses de su vida sentada en tapas de váter
mamando leche, sus fosas nasales oliendo pis
Intentando no golpear su cabeza con dispensadores de papel higiénico
Me pregunto si esos aseos públicos la ofenden a ella
Porque me estoy cansando de discreción y de ser educada
Pues los primeros sorbos de mi bebé son ingeridos anegados de olor a mierda
Pasé los primeros meses de lactancia de su preciosa vida
Sintiéndome nerviosa e incómoda y queriendo que todo estuviese bien
Rodeada de mi familia hasta que pude salir de casa
Me llevó ocho semanas alcanzar la confianza suficiente para ir a la ciudad
Ahora los comentarios en torno a mi cortan como un cuchillo
Al tiempo que me apresuro hacia los cubículos de los aseos
no sintiendo nada agradable
Porque le estoy dando una leche que no está en latas
de las que, en la generación de la cocaína, podría caer polvo blanco
Veo pirámides, charlas promocionales, alrededor de nuestro verde globo
Y los pechos de las mujeres, prohibidos, a no ser que se muestren para el
espectáculo
Y cuanto más salgo, menos puedo soportarlo
Salgo hacia la ciudad, siento que estoy rodeada de bandidos
Porque en este país de carteles publicitarios cubiertos de tetas
Y revistas de quioscos familiares llenos de ellas
El estante superior de WH Smith (10) es para los hombres
¿Por qué no os quejáis de ellas entonces?
En este país de carteles publicitarios cubiertos de tetas
Y revistas de quioscos familiares llenos de ellas
El estante superior de WH Smith es para los hombres
Me resulta embarazoso cuando
una pequeña porción de carne pueda ofender
Y no estoy intentando provocar
No quiero armar un espectáculo
Pero cuando me dicen que sería mejor que estuviera en casa
Y cuando otra amiga es criticada
Y a otra madre le dicen que salga del pub
Incluso mi abuela me dice que quizá estaba provocando
Y estoy segura de que quienes fabrican leche en polvo adoran todo este lío
Todas las groserías, la preocupación, y las miradas de asco
Mientras otra madre cambia el pezón por el polvo
Avergonzadas o cohibidas por los comentarios a su alrededor
Y mientras alzo su cabeza y me retiro la chaqueta
Y ella mama de ese licor hecho del Dios de todos
Creo, por amor de Dios, que Jesús lo bebió
Y también Siddhartha, Mahoma y Moisés
Y los padres de todos ellos
Ganesha y Shiva y Brigit y Buda
Y estoy segura de que no lo hicieron oliendo a pis
Mientras sus madres se sentaban avergonzadas en una tapa de váter fría
En un país de carteles publicitarios cubiertos de tetas
En un país de camisetas de corte bajo escote y piel
En un país de bolsas de tela y contenedores reciclados
Y mientras desesperadamente intento asimilar todo esto
Alzo su cabeza y no puedo entender la ira
Hacia nosotras y no hacia el sonido de los camiones
Cargados de leche en polvo
Que van a países en los que el agua está repleta de inmundicia
A ciudades donde los pechos son oasis de vida
Ahora secos por la seducción de etiquetas con ofertas dos por uno, y
Por correctos estándares dorados
Diciendo que la leche materna es más sana, empolvada
y blanca
Empaquetada promocionada con una marca registrada y vendida a un precio
Que nada es gratis en esta vida movida por el dinero
Que está bien si la necesitas o si prefieres usar botellas
En un lugar en que el agua está limpia y las bacterias se hierven
Pero en ciudades donde se ahogan en polución y aguas residuales
Donde los niños mueren y lo saben
En ciudades donde las monedas son saboreadas como chucherías
Estamos ahora pagando por algo que siempre ha sido gratuito
En ciudades sin camas de hospital los bebés mueren por
Diarreas que la leche materna podría frenar
Así que no me voy a sentar más en esas tapas de váter frías
No importa cuán cohibida me sienta mientras ella mama
Porque en este país de carteles publicitarios cubiertos de tetas
Creo que deberíamos acostumbrarnos a esto
***
Este poema se convirtió en un cortometraje dirigido por Jake Dypka, gracias a una campaña de financiación colectiva en la que participaron cientos de personas. Fue estrenado en la plataforma Random Acts (http://randomacts.channel4.com/about) en el verano de 2016.
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NOTAS
(1) Se puede consultar información aquí: http://www.independent.co.uk/news/uk/politics/male-mp-calls-women-who-breastfeed-in-parliament-exhibitionists-a7152301.html
(2) Se puede consultar información aquí: http://www.bbc.com/news/world-australia-35471066
(3) Se puede consultar información aquí:
http://www.elmundo.es/yodona/2016/01/13/569623e6ca474118608b459c.html
(4) Se puede consultar información aquí:
(5) El artículo donde Beasley y Bacchi desarrollan la noción “social flesh” se encuentra en un libro de libre acceso online (https://www.adelaide.edu.au/press/titles/engaging/)
(6) Tomado del libro Marcos de guerra; p. 57; 83
(7) Véase: http://www.newyorker.com/books/page-turner/adrienne-richs-poetic-transformations
(8) También sobre el embarazo desde la vivencia del cuerpo femenino, un libro muy reciente de Sheilla Squillante (2011): A Woman Traces de Shoreline.
(9)Véase:
http://www.dailymail.co.uk/femail/article-1198433/Why-breastfeeding-STILL-taboo.html#ixzz2dKNpp0nG
(10) WH Smith es una franquicia británica de venta de prensa.