Poética
Tengo varios tics nerviosos y uno de ellos es escarbarme entre los orificios de mis dientes con la lengua. Escribir es un poco como eso: escarbarse con la lengua.
El espíritu de mi época
durante muchos años intenté sustituir mi apellido
por el nombre de un fantasma bonachón
lo había encontrado en una nota al pie
de un libro de mi madre
y al igual que el espíritu de la Navidad
me lo imaginaba sobrevolando los raros peinados nuevos
de Byron, Hegel y Mary Shelley
como si al fin hubiera entendido un antiguo secreto
descubrí al Zeitgeist enredado entre las cuerdas de un bajo
y en una época de obediencia, sombra y resignación
él se convirtió en mi guía espiritual:
tocaba su instrumento con dos dedos y sólo se manifestaba
ante los desconocidos que le ofrecieran
un souvenir adornado de tantas estrellas brillantes
diminutas bombillas fugaces como las que enmarcan
el rostro de la virgen María
con la palabra generación
ahora no es más que un mendigo ciego en una esquina
un testigo de lo que sucede
cuando no sucede nada
y nada
no es la muerte
oscura y gloriosa
separación del cuerpo y el alma,
sino el desencanto
esa medalla romántica
que ahora habita
en sus ojos
Cosas que no me importaría olvidar
La vida es demasiado seria para que yo siga escribiendo.
Lydia Davis
paisajes con nieve,
abedules
y osos que toman vodka
en tacitas de té
de eso iban todas las novelitas rusas que no escribí
porque sé que ya no soy joven
y por eso he aprendido
que de todas mis actitudes de vanidad y auto complacencia
como apoltronarme en este sillón de bambú
o convertirme en una experta en la genealogía de las casas reales
simular que no conozco el final
de esas naturalezas muertas con libros
es lo mismo que esconder
estas delgadas placas córneas
situadas en las extremidades de los animales vertebrados
para arañar, rasguñar, aferrarme con miedo
a la ilusión de que todo movimiento
siga siendo cacería
Ana Llurba nació en Córdoba, Argentina, y desde el año 2008 vive en Barcelona, donde estudió Teoría Literaria y Edición en la UAB. Acaba de ganar el I Premio de Poesía Joven Antonio Colinas y en septiembre publicará en la Editorial Sistolá su primer poemario Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr. Ha trabajado de docente, librera, camarera, asistente editorial, redactora, chica-para-todo, copywriter y cada una de esas experiencias tan robertobolañizantes de inmigrante desarraigada en España aún conviven en feliz armonía con ella. Le interesa la confluencia de la autoficción, la apropiación crítica de la autoayuda y el fracaso. Colabora con varios medios y coordina Honolulu Books. Vive en un estudio muy pequeñito a pocos pasos de una estatua de Colón que no señala a América.