La poesía según Violeta Nicolás

Fotografía de Irene Cruz.

Fotografía de Irene Cruz.

El pasado sólo vuelve cuando el presente fluye tan armonioso

como la superficie deslizante de un río profundo.

Virginia Woolf

Una de las ideas más hermosas y originales que forman parte de Lapsus Violeta (Tigres de Papel, 2015), último libro de la poeta Violeta Nicolás (Murcia, 1984), es el prólogo que sus tres abuelas (la materna, la paterna y la literaria) le dedican. Su abuela Ana dice de ella que es una mujer bonita por dentro y por fuera, que, cuando era pequeña, siempre estaba dando abrazos y sonreía mucho, parecía que lo entendía todo. Algo de eso sigue estando presente en Violeta, su sonrisa, su incansable curiosidad y el carácter que, según su abuela Ana, ha heredado de su bisabuela “que siempre llevaba un revolver de nácar, pequeño, en el tobillo y sabía cazar mejor que muchos hombres, era su actividad favorita”. Imaginamos que la actividad favorita de Violeta es la escritura, algo que podría haber heredado de su abuela Eulalia, una amante del teatro: “a los doce años ya intentaba escribir una obrilla teatral pero mi padre entonces no veía bien esas cosas, para colmo no me dejó hacer de protagonista en la representación de Cumbres borrascosas en el Romea. Lo intenté otras veces pero la situación era difícil, nadie me entendía y yo no comprendía la manera de pensar de mi padre”. Violeta ha nacido y crecido en una época en la que los padres machistas han tenido cada vez menos espacio para decidir por sus hijas como le ocurrió a una de sus abuelas. Y, por último, escribe su abuela literaria y mentora, la también escritora Dionisia García, que habla de la poesía de Violeta así: “Su voz de hoy es solo un pálpito, una llamada, para quienes, como ella, buscamos verdad y belleza, y apostamos por ello con desasosegados anhelos”. La tribu de Frida ha podido charlar brevemente con Violeta y seleccionar una muestra de su poesía.

 

 

 

 

En el breve prólogo de las abuelas, las dos coinciden en que desde niña eras muy despierta e inquieta. ¿Cuál es tu primer recuerdo que tenga que ver con la escritura?

Pues a los once años cuando en clase el profesor me dijo que era estupenda inventado eslóganes y lemas, además de muy rápida, entonces me di cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer con pocas palabras. Ese año escribí varios poemas sobre el tema de la paz para unas actividades del colegio y me fui acostumbrando a escribir, aunque de manera fragmentaria, poemas breves.

¿Qué libros te encendieron la llama de la escritura?

Pues en la niñez los que encontraba por casa, una antología de Federico García Lorca, El rayo que no cesa Miguel Hernández y Poesías completas de Antonio Machado. Mis padres se referían a ellos como personas que habían hecho algo muy importante con sus palabras y eso me infundía mucho respeto y curiosidad.

¿Qué otros escritores o poetas han formado parte de tu educación sentimental?

Cuando llegué a la adolescencia descubrí a Alejandra Pizarnik, y me invadió un sentimiento de admiración y de agradecimiento. Fue cuando me sentí abocada a la poesía. También forman parte de mi educación sentimental, como tú dices, Gloria Fuertes, Emily Dickinson, Carmen Martín Gaite, Gioconda Belli, Chantal Maillard… y en persona pues Dionisia García ha sido maestra, también me ha recomendado lecturas y hablamos mucho de poesía.

 

¿Cuántos libros has escrito?

Tres publicados (aunque tengo más inéditos) Digestión idílica (DM), Flow (Huerga&Fierro) y Lapsus Violeta (Tigres de Papel).

¿Con cuál de ellos te quedas y por qué?

Pues Digestión Idílica lo recuerdo con especial cariño porque fue cuando vi materializados por primera vez mis poemas, refugiados en un libro, ese pequeño objeto que nos aporta tanto. En general aprecio mis libros pero me cuesta valorarlos objetivamente. A veces pienso que son magníficos y otras que no valen nada, creo que eso también forma parte de la poesía.

¿Cómo es tu proceso de escritura?

Mi proceso de escritura en el terreno de la poesía es algo caótico porque en cierto modo el desorden propicia la creatividad –según algunos estudios además–. Me gusta sorprenderme a mi misma entre mis pensamientos y divagaciones al encontrar de pronto que lo que acabo de pensar o quizás de decir es un verso que tengo que escribir, y del que va surgiendo un poema. Me interesan los momentos de cansancio, de despiste o emoción cuando se te mezclan palabras, los lapsus, el encontrar una palabra sin sentido o equivocada en una frase, pero que allí está de pronto.

¿Qué te interesa como lectora? ¿y como escritora?

Como lectora de poesía me interesa que la lectura me atrape, que me afecte, que rebase mis expectativas aunque lo mejor es no tener ninguna expectativa cuando nos enfrentamos a un texto. Como escritora me interesa recrear mis percepciones y experiencias, dedicar un tiempo a los detalles, a aquello que me extraña, que me inquieta o que amo. Compartirlas, es un auténtico placer.

¿Te consideras parte de una generación de poetas o eres independiente?

Pues no me puedo sustraer a mi contexto pero en general no defiendo ningún discurso generacional.

¿Qué poetas de tu generación admiras?

A muchas… pero especialmente a Elena Medel y a Martha Asunción Alonso.

¿Sientes que tu poesía contribuye a la transformación de la poesía escrita por mujeres?¿Qué crees que aportas al género?

No lo sé, supongo que sí. Pues aporto mi voz, hay quien ha dicho que es atractiva, estimulante y única, me gusta usar palabras extrañas a la poesía que vienen sobre todo de influencia materna. En concreto con Lapsus Violeta -último libro que se publica- creo que aporto originalidad en cuanto al toque de absurdo del prólogo (ese espacio en el que se suele ensalzar al autor y su escritura) donde mis tres abuelas, materna, paterna y literaria –Dionisia García-, hablan sobre mí pero también hablan sobre ellas directa o indirectamente. Para saber todo lo que la mujer ha progresado y lo que aún queda por conseguir hay que observar a nuestras abuelas. Además de aportar con mi escritura mi inquietud sobre lo que sea la identidad propia, incluida la condición de mujer, la fragilidad de la memoria…

¿Cómo ves el panorama poético actual en España?

Muy bien, creo que tenemos grandes poetas, tanto mujeres como hombres, hay que romper con los prejuicios por causa de género. Las dificultades residen en el plano quizás editorial y económico. Además de que hay que inventar nuevas formas de llegar al público para que más gente se anime a leer poesía.

¿En qué estás trabajando ahora?

Estoy trabajando en una novela, bueno, necesito encontrar más tiempo para dedicárselo y terminarla. Y sigo escribiendo poesía porque ya es algo natural para mí.

Recomiéndanos a una autora dinos por qué deberíamos leerla.

Os recomiendo Wendy de Martha Asunción Alonso, es un poemario que rebosa claridad, y resulta familiar al tiempo que sorprende en sus giros, emociona desde lo cotidiano, además tiene un sustrato muy social y reflexivo respecto al lugar de la mujer.

 

 


 

 

 

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Respiración en el agua

How do you know but every Bird that cuts the airy way,

Is an immense world of delight, clos’d by your senses five?

William Blake

Agitaba las alas como tsunamis,

Mi cabeza de loba al sol, aullidos,

Las piernas, ancas de rana fosforitas

Así entre el agua del mar y del río

El placer ocupaba mi cuerpo entero

Esa era la alegría que me movía

Estar viva a cada latido.

 

Sonrío en la dimensión de ballena

Mi peso proyectado a gran velocidad

Es un arma que ciega.

 

 

Gafas

Me fijo en los detalles,

Amplío lo pequeño,

Desde niña, por la miopía,

Miro cerca de mi cuerpo,

En los espejos de los extraños,

El mundo es una maqueta,

Lo mínimo es habitable.

Siento el pelo en latidos,

Igual al del perro del recuerdo,

Sus ojos de almendra,

El hocico oscila al respirar,

Es una afirmación inmensa,

Un lazo a la vida de la tierra.

Mirar al cielo con miopía,

Si ves con exactitud de telescopio

Las estrellas te extrañarán,

Igual que tus ojos con luna más un poco de musgo

El cielo no se puede abrir.

Todo el suelo que he visto,

Lo más cerca de mis pies,

Nítido hasta borrarse, se hunde.

Tantas presencias de vida,

Ese calor desbordante, andar,

Para regresar al colchón,

De quién será la ciudad entera.

Alzar la mirada es perderme,

Confundo amigos por desconocidos,

De lejos anónimos a la deriva,

Solo tiene nombre lo acariciable,

Conservo esa tendencia miope.

 

 

Negra

El tiempo, insinuándose en tu cuerpo

Luis Cernuda

El calor es lo único que nos rodea,

El espejo está empañado,

Es translúcido aquello que no quieres decir.

Tu cuerpo es predecible a cada momento,

Soy una máquina de posibilidades remotas,

Repito hasta no hacerlo, alien de otra parte,

Perderme en el lugar de mi casa.

 

Por la noche soy negra,

Mi piel oscurece y es sol en potencia,

Me escondo de vosotros,

Acaricio al hombre negro a mi lado,

Las líneas juntan cada forma,

Tumbados nadie sabrá donde respiro.

 

 

Quédate

Así la poesía no era palabras en una página, (…)

era arboles, piedras y manantiales

Kathleen Raine

La articulación se desprende,

Mi cuerpo es un paisaje.

Es el viento, respiro,

Hay sonidos de desierto,

Vegetaciones de órganos.

 

El pelo móvil se confunde con la luz,

El sonido de las ramas al viento,

¿Oyes los árboles? La música primera,

Escuchas el instante en el brusss, brisa,

Que se lleve el miedo, pasado pesadilla,

Nuestras calaveras se iluminan,

Acercarnos en el beso flotante.

 

Siento el cuerpo por partes,

En un abanico, opus frustrada.

Conservo mis versos, el margen de ser feliz,

Sigo el camino de ojos cuajados,

Apoyo el peso de mi cuerpo sobre el árbol.

El cielo del acercamiento nos trajo ingravidez.

 

 

Poemas de Flow (Huerga y Fierro, 2015)


Portada-LapsusVioleta

 

 

Arranques

Bañarme en el calor de mi sangre sin morir

Estar de pie dentro de un árbol

Planear por la playa al entristecer.

Partirme las uñas al llegar su nombre

 

Alzar las manos en el césped de plástico

Vestirme de noche negra y estrellada.

 

Así sigo, agita y entra

El embalse en los ojos

Dura lo que el sol,

A la oscura todo es llanura

Donde tumbarnos.

 

Has confesado que se seca la mirada

Solo con tu boca torcida

Y un segundo de nariz arrugada.

 

 

 

 

 

Doble en espejo negro

Il dissipe le jour,

Il montre aux hommes les images déliées de l’apparence

Paul Eluard

Donde hay una sombra empañada

En el espejo del baño, de todos, caigo,

Me cuelo por la hendidura de los ojos

Resido en el pecho con miles de nervaduras

El agua es el canto que condensa hasta el techo

La altura repleta de vapor y goteras

En las hojas que crecen de mi tronco,

Donde hay marcas alienígenas circulares

Solo requieren decir lo sola y sola

La soledad violeta que se filtra dentro

Las gotas caen sobre el mismo punto,

Esa que se ve solo en un espejo negro,

Son el líquido a destilar con mirada fija.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando parezco anónima

Soy la que bebe agua lenta,

La sed se va a los rincones

Me traspasan los minutos de quererte

En olas crecientes la boca se llena

Me asiento en el agua lenta.

Soy la fuente enquistada y benigna

Ladro de noche en la esquina mohosa

Y en las manos se reseca la tierra

Sobre mi cara el barro, máscara

Para ser más bella y fugitiva

-Más rápido se acaba el día-

Ser ninguna frente al espejo.

Nadie traga, nadie se refleja,

Nadie en la imagen me embebe.

 

 

 

 

 

 

Ya no me queda nada

Queridos hermanos y hermanas,

Madre me dijo que gasté todo al nacer

Aquello que poseían, todos sus bienes,

La herencia es una pequeña manía,

El gesto de quitar migas de pan de la mesa,

La herencia es un humor áspero y meloso

Adaptable hasta a un pronóstico fatídico.

Vosotros queréis los bienes más valiosos

Las joyas que contienen ceguera

La victoria del gesto más seguro

El orgullo de merecer más que el otro.

 

Sonrisa, cuando nazco lo tengo todo.

Poemas de Lapsus Violeta (Tigres de papel, 2015)

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