Women will still be women, but
The distinction will be empty. Sex,
Having outlived every threat, will gratify
Only the mind, which is where it will exist.
Tracy K. Smith, «Sci-Fi», 2011
Hace un par de años, quizá ya tres, vi por primera vez la obra de Yumi Sakugawa a través de Tumblr. Su blog de viñetas acrosstheyumiverse me desveló la riqueza de su obra, a un mismo tiempo ensoñadora, filosófica y corpórea, como la poesía. Aquello que se anunciaba como un “yumiverso” constituye ya la base de un lenguaje visual que, aunque toma elementos de la tradición oriental –con todos esos referentes orgánicos y minimalistas–, por otro lado nos ofrece algo completamente nuevo y personal.
Aunque venida del mundo de la ilustración, esta artista afincada en Los Ángeles, California, ha encontrado en el cómic un lenguaje completo donde expresar sus ideas sobre la positividad, la armonía entre cuerpo y alma y la expresión de los sentimientos humanos más sinceros. Su talento visual tiene su máxima expresión a la hora de interpretar imágenes de introspección, conceptos abstractos sobre la meditación, la soledad, la magia y lo onírico.
Yumi Sakugawa ha colaborado en numerosas publicaciones dibujando tiras de cómic, también sigue auto editando una serie de mini-cómics que, confiemos en ello, acabarán en alguna publicación integral. Por ahora, el primer paso lo ha dado la editorial Sapristi Cómics que acaba de publicar en castellano el conocido título, I Think I am In Friend-Love With You (2013), con traducción de Olga Camps.
Es hablar de traducción y no dejo de pensar que ha tenido que ser un desafío. En primer lugar está el título. La intraducible frase del título original, que expone al lector la posibilidad de enamorarse amigablemente de alguien, ha sido sustituida por el astuto lema, Algo Más Que Amistad, Algo Menos Que Amor, que refleja la naturaleza híbrida de los sentimientos del personaje principal. Pero no queda la cosa ahí. Si bien el término inglés “friend” es un término neutro que no designa género alguno, en cambio en español siempre lleva esta marca, este empobrecedor signo que acota las posibilidades de la sustancial ambigüedad que se atestigua en el cómic original. En todo caso, y una vez ha quedo avisado el lector de este equívoco, desobedezco a la traducción y confieso que la versión más reseñable e insurgente es que una mujer le escriba una carta de amor a otra confesándole su admiración.
Igual que sucedía hace pocos días con el mensaje de amor de Monstruo Espagueti (Anastasia Bengoechea) “a todas las chicas que había conocido ciega en baños de discotecas” (ya sabéis cómo termina), esta interpretación no es caprichosa y nace de un renovado sentido de la fraternidad entre mujeres que ha tenido su representación física en las últimas manifestaciones del #8M, pero que también se resume en el término “sororidad”, muy presente en las páginas de este cómic.
Mi decisión por interpretarlas como amigas también viene apoyada por otro cómic de Yumi Sakugawa, titulado “Claudia Kishi, My Asian-American Female Role Model of the 90’s” que fue publicado en Sadie Magazine en 2013. Esta vez se trataba de un mini-cómic con forma de apunte autobiográfico en el que detalla todos los motivos y motivitos más insignificantes por los que siempre ha admirado a Claudia Lynn Kishi, su ideal de mujer Asiática-Americana. Me parece muy importante la sensibilidad que allí se describe entre el alma apasionada por su modelo –cual Madame Bovary– así como la implicación que esto tiene en un contexto social en el que la mayoría de las ocasiones se desconfía de la admiración de una mujer por otra, o simplemente no se considera admisible. ¿En algún momento nos reconocimos en las historias de Baby Janes envidiosas o de fanáticas ambiciosas, como en Eva al Desnudo (1950)? Pues lo cierto es que la competición entre mujeres por un mismo hombre ha llenado taquillas y vendido millares de best sellers.
Aun siendo víctimas del ya comentado tabú amoroso/amistoso que aqueja a su sociedad, esta monstruosa ermitaña se atreve un buen día a redactar esta carta de amor platónico de amiga a amiga, lo que significa un desafío emotivo para el mismísimo J. Alfred Prufrock de T. S. Eliot. En la carta y los dibujos con que se acompaña se desarrolla una epopeya sobre cómo los objetos, las anécdotas o a las redes sociales asumen un papel cada vez más importante en nuestras vidas al convertirse en un reflejo de nuestra personalidad y de nuestros deseos de ser una persona “ultraguay”.