«La seducción» de Sofia Coppola

 

Cine y series

 

En esta sección analizaremos algunas de las últimas películas y series feministas del momento. Pónganse cómodas y atentas a sus pantallas.

 

 

 

 

En plena guerra civil estadounidense, en territorio confederado, una niña pasea solitaria por un bosque de árboles con forma de dinosaurios: enormes y viejos. Lleva consigo una cesta y recoge setas de un suelo mullido por hojas, no se qué estación es, pero la luz es brillante y entra en forma de haz entre las ramas, no parece que haga frio. Cerca de un árbol, un soldado unitario malherido le pide ayuda, la niña, después de superar el susto inicial, lo lleva a la escuela de señoritas, dónde son educadas varias damiselas, entre ellas la buscadora de setas.

Mientras el soldado está convaleciente, dentro de la casa, se empiezan a producir varias reacciones emocionales dedicadas a este hombre: las mujeres se arreglan, se ponen guapas, buscan excusas para conversar con él, le hacen atenciones, pequeños regalos. El soldado, con el deseo de no ser   entregado a la milicia confederada, intenta, a através de un burda utilización de sus encantos (a saber: ser el único hombre por los alrededores), seducirlas para asegurar estrategicamente su posición privilegiada (hombre y pobrecito): las halaga, las acaricia, las piropea.

Pero este juego de estrategia y engaño, se le vuelve en contra una noche, en la que tres mujeres esperan que se acerca a su cama, y él como mortal con un solo cuerpo, solo puede acudir a una de ellas.

 

Hay una versión anterior dirigida por Don Siegel del año 1971, protagonizada por el testosteronico Clint Eastwood, a la que aluden todas, todas, todas las críticas que le han hecho a la película de Sofia Coppola, y que increíblemente, en todas, todas, todas esas críticas, se la considera una obra maestra del cine, e innecesaria la adaptación de la Coppola de la misma novela, concepto para una crítica sore cine,  bastante curioso, pues hay tantas películas innecesarias en la historia del cine, como innesarios son los colores de las flores.

 

 

 

 

La diferencia entre una y otra ha sabido reflejarla el título castellano, por una vez la traducción le añade sutilidad al asunto, ambas películas se llaman The Beguiled en ingles, igual que la novela en la que se inspira. Pero en castellano, la primera versión se llamó, El Seductor y la segunda se llama, La Seducción.

En la primera, la acción es llevada a cabo por el protagonista, Clint seduce, y en la segunda, es el juego de la seducción el protagonista; y el objeto de juego, el balón en disputa, es el hombre encarnado por Collin Farrel. En su forma de narrar, la primera es un discurso, y la segunda un diálogo, una gracia contenida, del tipo: quién ríe última ríe mejor. Porque el futuro pone a la obra en su justo lugar, no en cuanto al virtuosismo del director/a, sino sobre lo que tiene que decir de la época en la que se hace, del dialogo que mantiene en con su década.

Imaginemos que Don Siegel en 1971, se hubiese posicionado a favor de la lucha por la igualdad de derechos que recorría Estados Unidos a manos de un montón de mujeres luchadoras, hartas y justas.  Imaginemos que este hombre al oír los lemas de las manifestaciones, o al discernir, por verlo diariamente, el trato injusto en las sociedades occidentales, orientales, septentrionale, australes y meriodionales, vamos en el mundo entero,  hubiese dicho: voy a hacer una película sobre esto de las relaciones de poder, sobre cómo las relaciones en esta sociedad todavía están travesadas por el deseo de poder.  Entonces hizo:  El Seductor. Podría haber sido una crítica a cómo la sociedad apartaba de la vida social a la mujer, y la enclaustraba en un montón de tareas domésticas, en labores interminables de asistenta, madre, cuidadora; la convertía en un objeto bonito para el disfrute de ojos masculinos, y que luego la castigaba por frívola y afectada.  

Una película en el que la amputación de la pierna del malherido soldado como final, sea el resultado de mezclar angustia, ignorancia e inconsciencia, y no el resultado de la maldad, la frustración y el deseo de castración de las mujeres de la casa. Bien, Siegel eligió hacer una película sobre mujeres vengativas, locas y frustradas sexualmente: hasta ahí llegó su visión de las cosas, de lo que estaba ocurriendo en su país y en el mundo. A nadie se le culpa de no ser visionario, solo de no ser un poquito más generoso y puntiagudo con sus personajes.  

 

 

 

 

Hay muchas mujeres vengativas en cine, y casi todas llegan emocionalmente a ese estado por un deseo de justicia letal, mas que por frustración sexual, desde la poderosa Kill Bill 1 y 2, pasando por La Novia Vestida de Negro de Truffaut, hasta Sympathy for Lady Vengeance de Chan -Wook Park. No me parece que La Seducción de Coppola siga esta linea, mas bien, veo que sigue esta otra: una clase privilegiada aislada del horror y del desastre no permanece a salvo de nada, sino que se enferma de muerte, de una muerte absurda, solitaria y perversa.

Ignoro si la directora Sofia Coppola, ha tenido esta lectura sobre nuestras sociedades blancas y privilegiadas. Supongo que cada uno retrata lo que conoce, lo que le produce curiosidad, y en todo retrato: hay una parte que controlas y otra que sale sin darte cuenta.

Una amiga mía siempre dice que no se fía de esas sociedades de rubios perfectos de los países nórdicos, porque cuando te acercas y los miras fijamente, el ojito les hace así: con el dedo índice mueve uno de sus ojos imitando un tic nervioso, y luego descubres que han tenido encerrada a su hija en un sótano y la violaba día sí y día también.

El retrato de una sociedad privilegiada que alejada del caos que otros países producen, se empeña en preocuparse por mantener la ropa limpia, parecer bonitas, comer decentemente y saber tocar el violín para no aburrirse, es quizás lo que se puede llegar a ver en la película de Coppola. Cuando el horror entra en estas sociedades, la inteligencia más primitiva se activa, y produce “ingeniosas” ideas para mantenerlo fuera. Mientras nosotrxs jugamos al juego de la seducción, tan entretenido que parece la vida, afuera la gente se muere. Quizás el juego de la seducción no sea tan inocente, este invento magnífico del patriarcado, es un juego para ensayar el poder diariamente, en el que ganar es manipular, y perder es ser humillado/a. Un juego que puedes practicar en tus relaciones diarias, sin entrar en la guerra, sin salir de tu día a día, fácil.

Quizás esta película se diferencia de las anteriores, porque aunque también son pobres niñas ricas sus protagonistas, la incomprensión, la soledad y el aburrimiento, no están colocados como narración principal.

Es imposible hablar de la guerra civil estadounidense y de mujeres, sin acordarse de Lo que el viento se llevó, Coppola tampoco lo hace en una de sus escenas dos niñas se agustan el corse tirando de los lazos,  se lee una referencia clara a cuando Mamy ajusta el vestido a Scarlett en su habitación. Scarlett es un personaje femenino, increíble e invencible, que se niega a colocarse en víctima, y utiliza toda su voluntad, su seducción, su inteligencia para salir adelante. El personaje interpretado por Nicole Kidman, sería una mezcla del ridículo sentido del honor de Melania, con la inteligencia de Scarlett, que sabe perfectamente que debe mentir para sobrevivir. Que debe decir una cosa y pensar otra. Y asi se va alejando tanto tanto de si misma, que el ojito le hace así. Sin embargo este personaje es el encargado de decir lo que la Coppola piensa, en mitad de la noche, cuando todas se juntan para rezar: lo que hemos aprendido hoy niñas es que el enemigo no es como creíamos.

Resulta gratificante ver en pantalla al protagonista masculino convertido en objeto de juego; y eso que no lo ha llevado hasta las últimas consecuencias, haciendo de él un gracioso Pelele, pintado por el valiente pintor Goya, o un Mario, de Cinco Horas con Mario, de Miguel Delibes. Pero sí invierte las reglas del juego, no vuelve las intenciones conscientes pues entonces el juego se acaba, pero quien pierde no son las mismas de siempre. Yo me hubiese desviado, hubiese propuesto un boicot al juego. Hubiese propuesto otra solución:  hacer un calendario con los días de la semana, y distribuir al muchacho: a ti te toca los jueves, a ti el miércoles, hubiese sido una propuesta justa: la guerra o follar sin parar. Pero ni al escritor, ni a Siegel ni a la Coppola se les ocurre subvertir, porque quieren ser fieles a la época o al libro.  Entonces proponen el único final posible dentro de esta sociedad: donde parece que no hay para todxs, que si yo consigo algo es porque te lo he quitado a ti, hasta el gustar produce un juego de poder perverso. O tu o yo. Ya lo jura Scarlett agarrada a un nabo:  Aunque tenga que estafar, ser ladrona o asesinar, a dios pongo por testigo qué jamás volveré a pasar hambre.

 

 

 

 

FIN

 

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