Los últimos días de frío se fueron y sospecho que en estos días soleados no va a haber ni una sola tía del hemisferio norte en casa que quiera seguir sentada en su escritorio, tirada en su sofá, o echada en su cama (son las tres posiciones de visionado que mi cuerpo conoce). Pero para las que aún tienen ganas de que llegue la noche y darle a la drogaina visual, y para todas las que están en el hemisferio sur, aquí van varias propuestas de series:
HEIMEBENE
Esta serie de diez capítulos estrenada en la Berlinale es una de las mejores series sobre feminismo que he visto en los últimos cinco años. Es una producción noruega (gracias por los nuevos paisajes) creada por Johan Fasting y dirigida por Arild Andresen (dos episodios) y Cecilie A. Mosli (otros dos episodios). Tiene como protagonista a una actriz increíble de la cual ya me hice hincha: Ane Dahl Torp, que interpreta a Helena Mikkelsen, una mujer que osa entrenar a un equipo masculino de la liga nacional. Después de pasarse quince años como entrenadora femenina y estar a punto de ganar la Champion con su equipo, recibe esta oferta de trabajo: ser entrenadora de un equipo de varones de primera división al que no le va muy bien.
No solo os va a hacer ver el fútbol de forma apasionante a aquellas a las que no os apasione, sino que tiene la paciencia suficiente como para mostrar cómo funciona el techo de cristal y la mentalidad machista más sofisticada y/o brutal. Todo esto sin que su clara intención feminista se convierta en un mero instrumento político, es decir, en moda, y sus personajes en ningún momento pierden complejidad. Ni siquiera cuando retrata a un personaje altamente machista como es uno de uno de los patrocinadores del equipo, el cual demuestra cómo las personas con poder esgrimen discursos progresistas y actitudes y posturas altamente machistas. Esta serie os va a hacer hablar en voz alta y vais a tener que pararla para discutir o exponer dependiendo de si la veis acompañada o solas. Aquellas que tengan parejas varones decidles: vamos a ver una serie de futbolistas en la que sale un exjugador del Valencia. Y luego nos contáis qué cara ponen porque tengo el pálpito de que no se van a creer que exista en el mundo la posibilidad de que algún equipo de fútbol contrate a una mujer como entrenadora. Pero yo no aclararía que es ciencia ficción.
THE GOOD FIGHT
Una serie de la CBS que nace de otra serie (The Good Wife) y plantea la vida de un bufete de abogados en Chicago retratado como un mundo profesional sin machismos, ni (¡atención!) relaciones amorosas entre sus protagonistas: ¡sí, sí, sí, lo que oís! Es decir, hay una sola relación amorosa, pero queda literalmente fulminada por la parte femenina de la misma cuando intuye que la están utilizando.
Cuando la abogada Diane Lockhart deja su bufete de abogados pensando en vivir una jubilación privilegiada en la Toscana, descubre que tal jubilación se convierte en una estafa y tiene que salir a buscar trabajo en este mundillo legal que, como representación de privilegios y poder, no es nada generoso. Lo consigue en un bufete en el que la plantilla completa es afroamericana siendo ella la única blanca contratada.
La serie tiene una línea argumental transversal en su primera y segunda temporada (ahora en emisión) que es la estafa de miles de personas en sus jubilaciones y las relaciones de poder que se dan en el mundo de los abogados y, por ende, en el mundo laboral, y luego cada capítulo establece un caso concreto el cual desarrolla y concluye.
Vemos a brillantes abogadas femeninas con diálogos chisporroteantes, ácidas y cínicas a partes iguales, a una protagonista de 65 años (la actriz Christine Baranski), sin hijos (¡gracias!) una línea argumental que desarrolla el tema del “gran dinero” en América. Tiene una línea de crítica política muy clara y posicionada (los creadores de la serie son Phill Alden Robinson, director de Sneakers, y Michelle y Robert King) hacia la clase blanca americana que ha votado Trump, pero no al estilo hermanos Cohen, sino con el tipo de pregunta: ¿Qué vamos a hacer ahora si el dinero desaparece? Si os gusta el cine de abogadas y el cine político, pero con esperanza, esta es la serie.
THE MARVELUOS MRS. MARVEL
Nadie se levanta feminista en una mañana. Feminista te vuelves. La mejor forma: virulentamente. Hay varias maneras de conversión: la intelectual, la experiencia propia y la empatía. Es decir, leyendo a autoras feministas, con una o varias experiencias vitales o viendo a otras sufrir. Hay una forma que pertenece a la segunda opción (experiencias vitales) que es seguir un deseo profundo. Eso es lo que hace esta serie: habla del despertar. Miriam «Midge» Maise es una esposa judía, rica e inteligente, con dos hijos y un marido que quiere ser cómico en el año 1958 en New York. Ella lo “ayuda” (ojito a las comillas) es decir, lo que en el mundo audiovisual se llama ser su productora y en la vida de pareja de los años 50, ser su esposa. Cuando su maridito tiene una mala actuación y decide dejarla porque no soporta haber fracasado delante de los ojitos de la brillante esposa y prefiere irse con su secretaria , la Mrs. Marvel se sube al escenario incentivada por una sobredosis de bebida espirituosa, y hace su primera actuación de cómica. Y aquí lo que pueda echaros para atrás de estos años y estas estéticas lo venceréis con creces: empieza la auténtica conversión. No se apresura, no es una epifanía, no es de un día para otro, y sobre todo, le cuesta trabajo. Es buena, muy buena, mejor que su marido, pero para convertirse del todo hay que luchar.
Y hay aparece la auténtica feminista con laca de uñas roja y vestidos increíbles: la que lucha por ser quien quiere en vez de la que creía ser. Divertida, un poco evidente, pero no simplista, con algunas bromas internas propias del lenguaje (inglés) esta serie de la cómica y escritora, Amy Sherman-Palladino (que viene de esa otra serie increíble de mi adolescencia, Rosanne), es poco común y viene a contar algo muy sencillo: las mujeres nos convertimos internamente primero y luego nos soltamos a decir lo que de verdad queremos como un chorro.
COLATERALL
Esta serie comienza con la dirección del primer capítulo a cargo de S.J. Clarkson (Orange is The New Black) y son cuatro episodios protagonizados por la actriz Carey Mulligan, quien está a cargo de la investigación de un asesinato de un repartidor de pizzas en el sur de Londres. Despliega una trama coral que recorre distintas capas de poder desde el funcionarial (policías) hasta las políticas de inmigración internacional.
Esta serie despieza de forma minuciosa una red de inmigrantes ilegales en Londres a través de lo que parece un “sencillo” asesinato. Y digo sencillo porque solo es un asesinato, no muchos, no es serial-killer, no es un mapa de muertes, no hay pizarras: en realidad, y este es el fuerte de la serie, habla de cómo una tía embarazadísima, que nos recuerda a la Frances McDorman de Fargo, se pregunta en un solo asesinato: ¿Por qué? Es decir, una mujer que hace bien su trabajo. Sin dar muchas explicaciones, sin disculparse, sin ninguna escena de superación, solo con inteligencia. Y ojo: su marido no aparece. Lo que oís. Me quedo de piedra: ella va por la vida como profesional sin nombrar su vida familiar ni un minuto (aparece solo cuando la llaman en mitad de la noche, es el cuerpo que está dormido al lado).
Y para rematar: hace su trabajo sin nombrar nunca que está embarazada. Es decir, no es una serie apta para aquellas que defendéis un feminismo que recupera o re-signifique el «ser mujer», sino para aquellas que no queréis dar un sitio en vuestra profesión a vuestros asuntos familiares. La cantidad de personajes que desarrolla, y como está expuesta la trama compleja que se introduce en la sociedad inglesa profundamente hasta el hueso, es equilibrada, tanto que parece que a veces que se le ve la estructura detrás de todo, el andamiaje. Sin embargo, se agradece pensar que hay un David Hare (Las horas, The Reader) detrás, diríamos que la historia es buena, la dirección brilla en muchas de las escenas, pero es como si la producción hubiera pensado en cerrar el producto en cuatro capítulos, en lugar de darle el espacio necesario para desarrollar unos personajes tan interesantes como esta policía-investigadora o la mujer-sacerdote.