Cuadernos de escritoras: «El sueño de Sultana»

 

 

 

Toda escritora empieza leyendo a otras escritoras, haciendo sus pinitos en cuadernos y libretas. Por eso, aparte de un cuarto propio y una biblioteca propia es fundamental que tenga a mano un cuaderno que pueda llevar a todas partes, que resista aventuras y viajes, en el que pueda apuntar citas, ideas, fragmentos de libros, títulos que le interesan y, en general, todo lo que le llame la atención.

El sello Palabrero Press inauguró este año una colección de prácticos y bellos cuadernos enfocados a homenajear figuras femeninas en la historia de la literatura universal. El primer título está dedicado a la escritora bengalí Rokeya Sakhawat Hossain (1880-1932) e incluye su relato El sueño de Sultana. Hablamos con Verónica Atienza, responsable de la editorial.

 

¿De dónde surge la idea de hacer estos Cuadernos de escritoras?

Había leído la obra de varias autoras que, además, eran activistas por los derechos de las mujeres o habían vivido su homosexualidad abiertamente durante tiempos muy difíciles. Quería que no solo se conocieran sus escritos, sino también cómo habían constituido, de forma paralela, una pieza importante en la conquista de derechos esenciales. Se me ocurrió que un cuaderno literario dedicado a cada una de ellas sería un formato apto para este propósito.

 

¿Qué crees que pueden aportar; por qué animarías a la lectura de El sueño de sultana?

Estos cuadernos aportan visibilidad, no solo a las escritoras elegidas, sino al hecho de que hay muchas autoras olvidadas. El sueño de Sultana es importante por varios aspectos. Se trata de una utopía feminista, escrita en 1905, en la que las mujeres no llevan velo, desafiando de este modo las reglas imperantes sobre el purdah. Este campo de resistencia y desobediencia es, en general, ignorado en Occidente, desde donde se proyecta una mirada victimista hacia las mujeres de otros lugares. Creo que, por otro lado, la historia ayuda a derribar prejuicios. Rokeya era musulmana, pero esto no le restó capacidad crítica para ver el sometimiento que padecían las mujeres. Son muchos los ejemplos en los que al hablar de mujeres de otras razas, religiones y costumbres se las cuestiona y marginaliza. No podemos ponernos por encima de nadie ni usurpar la voz de otras mujeres, sino unir la nuestra a la suya. Para este asunto siempre me gusta recordar la lectura de El último patriarca, de Najat El Hachmi, donde se señala la hipocresía de algunos personajes femeninos, que toleran la violencia machista en sus casas, pero señalan a las mujeres inmigrantes procedentes de países árabes como consentidoras de comportamientos sexistas.

 

Este relato, a pesar de haber sido escrito hace más de 100 años, sorprende por su vigencia actual. ¿Qué otros ejemplos de narraciones antiguas que puedan trasladarse al presente se te ocurren?

Gran parte de la ficción escrita por mujeres durante el s. XX sigue resonando hoy día porque han pervivido las costumbres machistas y seguimos reconociendo los mismos patrones. Fíjate, por ejemplo, en los relatos de parejas de Edith Wharton, donde la posesión de la mujer por parte de los protagonistas masculinos es un lastre que seguimos viviendo. Y también tenemos la figura de Carmen de Burgos, considerada la primera mujer periodista en España y que, tanto en su obra ensayística como narrativa, nos muestra las grandes dificultades que muchas tuvieron que afrontar por decidir que estaban mejor divorciadas. En nuestra sociedad, sigue pareciendo inconcebible que una mujer pueda estar mejor sola.

 

 

 

 

¿Por qué elegiste a Rokeya Sakhawat Hossain?

Porque fue una autora transgresora que se atrevió a imaginar personajes femeninos libres y una mujer que luchó incansablemente para que las niñas musulmanas, que eran una minoría, tuvieran un colegio en el que formarse. Se encontró con enormes dificultades, pero en lugar de desistir, siguió adelante sin ayuda alguna. Fue una mujer muy valiente. Y en sus escritos descubres que las experiencias que nos presenta puede que sean diferentes a las que estamos acostumbrados, pero el anhelo de las protagonistas por conseguir los mismos derechos que los hombres es igual al de otros textos. Lo mismo ocurre con la obra de escritoras africanas: el entorno que describen puede ser nuevo, pero los personajes comparten los mismos valores universales que los de otras autoras de lugares distintos. No entiendo por qué la gente tiene miedo a lo diferente; en esencia, somos lo mismo.


De esta autora, tan interesante como el relato, es su biografía y las condiciones en las que empezó a educarse y a escribir. ¿Cómo animarías a leer biografías de escritoras?

Es apasionante cómo, a pesar de no haber recibido una educación reglada, Rokeya supo ver en la formación y la cultura el instrumento para que las mujeres se labraran su propio camino y consiguieran abrirse una puerta a la independencia y la libertad. Precisamente estos cuadernos pretenden ser acicate para que los lectores sigan descubriendo las biografías de otras escritoras y activistas. Me conformo con sembrarles una semilla de inquietud y que puedan pensar que esto es solo un pequeño ejemplo de todo lo que nos queda por descubrir. Además, me emociona ver que hay otros proyectos para animar a leer a más escritoras. Hay grupos como Adopta una autora que promueven la lectura de escritoras a partir de las biografías y reseñas de sus obras. Y una propuesta similar, centrada en el género de ciencia ficción, fantasía y terror, es la que promueve La nave invisible. ¡Y esta semana he descubierto a la asociación Mujeres olvidadas, integrada por estudiantes!


¿Qué peso específico tiene la literatura hecha por mujeres en Palabrero?

No solo publicamos a escritoras, pero nuestro mayor interés se centra en dar a conocer obras inéditas de autoras que son prácticamente desconocidas. Es curioso que las estadísticas siempre muestren que el inglés es el idioma del que más se traduce en España. Países de África, donde también se escribe en inglés, no parecen contar. Lo mismo ocurre con las escritoras afroamericanas. Además, si, como ahora, publicamos una antología sobre la locura, buscamos que la mitad de los textos estén escritos por mujeres. No lo concebimos de otro modo. Pero no resulta fácil hacerlo precisamente por lo que vengo comentando: el sistemático olvido al que han sido sepultadas las escritoras. Por ejemplo, Alice James, la hermana del escritor Henry James, dejó un diario escrito que mucha gente desconoce. Para nosotros también fue un descubrimiento.


¿Qué te gusta leer?

De todo. Tengo épocas en las que leo especialmente autores de un país. Llego ahí a partir de otra lectura o una recomendación y después tengo que saciar mi curiosidad con más libros. Me pasó, por ejemplo, cuando visité Perú. Los libreros de la ya, por desgracia, extinta La Libre me recomendaron La sangre de la Aurora, de Claudia Salazar, un libro muy crudo, pero muy necesario. Para mí fue una experiencia similar a leer 2666 y Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Y, por otro lado, por mi formación he leído mucha teoría feminista que he disfrutado, como los textos de Judith Butler, Elizabeth Grosz y Rosi Braidotti, todas ellas importantísimas para mí y que, de vez en cuando, releo.

 

¿Cuáles son tus autoras favoritas?

Sin lugar a dudas, en poesía mi escritora favorita es la uruguaya Marosa di Giorgio. El universo de seres fantásticos que crea a partir de su vida en las chacras te atrapa y te deja huella. En narrativa, muchas, pero por darte algunos nombres, te menciono a George Sand, Dulce Chacón, May Sarton, Anne Marie Schwarzenbach, Flanery O’Connor, Najat El Hachmi…

 

¿Cuál será la siguiente escritora y cuántos títulos hay previstos?

La sudafricana Olive Schreiner. Estuvo implicada durante toda su vida en la conquista de derechos para la mujer y se reveló contra el hecho de que en las asociaciones feministas de su país se excluyera a la mujer negra. Es un mal que sigue planeando en el feminismo. Como dijo Chimamanda en su charla en Barcelona: el vocablo mujer no equivale a mujer blanca, sino a mujer. Hay que recordarlo para que no se nos olvide. Por ahora hay tres títulos previstos, pero tendremos que ver qué acogida tienen para seguir o no adelante. Somos una editorial de escasos recursos y, sin el apoyo de los lectores, hay proyectos cuya continuidad puede verse afectada.

 

 

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