A pesar del título, Supermán es árabe (Vaso Roto, 2014) no es un libro solo para mujeres ni es un libro solo para mujeres árabes. Y por supuesto, en palabras de su autora, no es un manifiesto en contra de los hombres, ni tampoco es un manifiesto en contra de los hombres árabes.
Si nos liberamos de estos prejuicios iniciales y de la primera impresión que nos puede causar su portada colorida y su título jocoso, descubriremos una obra que realiza un análisis del patriarcado y que tiene la valentía de incluir a ambos sexos en la definición del problema, pero también en la conquista de la solución.
Haddad grita desde estas páginas: “Se buscan hombres auténticos”, y no superhéroes con necesidad de salvar víctimas indefensas o de tener a su lado un hermoso florero sin voz ni voto; hombres que, posiblemente, responden a un patrón impuesto y que están llenos de miedos, de inseguridades y de hipocresías. Pero también: “Se buscan mujeres auténticas”, dispuestas a vivir su propia vida, a cometer sus propios errores, a valerse por sí mismas, a tomar partido de forma activa en la vida privada y en la pública, a ser ciudadanas con plenos derechos.
La autora libanesa se centra en el espacio privado y critica al padre, al hermano, al marido autoritario, y también a las novias superficiales, a las hijas que consienten, a la victimización de las hermanas. Le da una trascendencia social a lo aprendido en el espacio doméstico, y define como los más famosos supermena dictadores, terroristas y fanáticos religiosos que han confundido “virilidad con machismo, fe con fanatismo y protección con asfixia”. Responsabiliza a las mujeres que perpetúan -trasmitiéndoselos a sus hijas o mirando hacia otro lado- comportamientos propios de estereotipos machistas que impiden un desarrollo igualitario. Mujeres que enseñan obediencia y sumisión a otras mujeres, o que se oponen a aquellas que tienen éxito y han decidido salir de ese círculo vicioso.
Desde la primera línea, con su voz directa, sin rodeos ni transitar por caminos intrincados del lenguaje, con un estilo desenfadado, ligero y vitalista que engancha a la lectura, Joumana H. escribe que lo único que hay que salvar es al género humano, sin distinción alguna.
La escritora lleva su coherencia vital y artística hasta los géneros literarios que componen este libro y rompe toda frontera, aunando poesía, crónica y ensayo en cada uno de sus capítulos. Todos están divididos en tres: el poemaescrito por la autora, la peleaen la que plantea el conflicto del que quiere hablarnos y la narraciónen la que desarrolla el tema tratado, con el apoyo de datos, experiencias personales y conversaciones mantenidas a lo largo de sus viajes.
Como toda artista, el intento de dar forma responde a la necesidad de encontrar sentido en aquello que nos inquieta. Con esta premisa, Joumana Haddad, nos habla de la influencia de las religiones monoteístas, de la importancia de la educación, de las trampas del matrimonio, del tabú de la castidad, de los cambios del cuerpo y de lo que supone la vejez para la mujer. Y del breve comienzo donde explicaba sus intenciones bajo el título Érase una vez…pasa a un final, no menos literario, Felices para siempre… con el que rubrica la obra, haciendo uso del único poder del que dispone: las palabras.
El título de esta obra remite a su infancia. Su afán de lectora empedernida le llevó hasta esos cómics que encontró en casa de una prima, pues su padre no permitía esas lecturas insustanciales en la suya. Cuando descubrió los tebeos de Supermanenseguida prefirió a Clark Kent: sin máscara, vulnerable y honesto; antes que al superhéroe invencible y paternalista que salva a la chica y la eterniza en un papel de debilidad. Pronto supo que prefería la autenticidad en una relación entre dos personas que el reparto desigual de roles que los condena a no poder tratarse con cercanía y respeto. De la misma manera que prefiere a políticos y a los gobernantes que opten por la educación y el desarrollo de su pueblo, no por el beneficio propio y la manipulación de los ciudadanos.
El propósito declarado de esta escritora libanesa es conquistar y ejercer su libertad: “mi principal objetivo es mi derecho a ser quien quiero ser, a decir lo que quiero decir”. Y ese derecho es el que ejerce en este libro, escrito con una inquebrantable sinceridad, descarnado e incómodo, pero muy apegado a la realidad. Aquí no hay ficción sino datos, estudios y conversaciones reproducidas.
Como lectora impenitente que es, utiliza una comparación literaria para analizar la sociedad que conoce bien, que puede ser extrapolable a muchas otras: los anillos del infierno de Dante. Algunas almas están condenadas al primer círculo, otras al noveno; pero todas siguen estando en el inferno.
Y es que parece que la posibilidad de una sociedad igualitaria en derechos, desgraciadamente, es más una quimera. Ni el primer mundo ni el tercero están libres de la lacra que supone el autoritarismo, la manipulación y los abusos hacia las mujeres. Y cada día somos testigos de que sigue siendo necesaria la reivindicación de estos derechos.
La violencia machista está instaurada en las sociedades dictatoriales, en los conflictos armados, en la pobreza extrema. Pero también en ámbitos tan glamurosos como el del cine, la política, las ciencias, las grandes empresas. Se nota en la desigualdad de los sueldos en prácticamente cualquier país, en la desconsideración del trabajo doméstico, en la labor de las mujeres cuidadoras, en las dificultades de conciliar vida familiar y profesional o en la decisión de no ser madre. Se nota en la publicidad, en las revistas y en los escaparates, donde la cosificación del cuerpo femenino es una constante. Se nota en los estándares de belleza, en la sublimación de la juventud y en las cifras sobre la violencia de género. Se nota en las leyes sobre el aborto y en la maternidad subrrogada, ¿o son vientres de alquiler?, que no parece entender que el cuerpo femenino no es un recipiente al servicio de otro.
La denuncia de que vivimos en una sociedad machista resulta incómoda pero muy necesaria, porque la desigualdad es constante y el primer error es la negación de que esto sucede.
La lectura de Superman es árabees recomendable porque nos acerca otras realidades sociales y culturales y, a la vez, nos invita a reflexionar sobre nuestro propio entorno y sobre la educación recibida. Porque nos genera dudas y nos coloca frente a un espejo, pero también porque nos da el valor de levantar la vista y de observar con una mirada crítica. La libertad cuesta mucho trabajo, sentencia Joumana Haddad, y parte de ese trabajo implica leer, ampliar horizontes, aprender, conocer otras vivencias y reclamar el derecho a ser una misma.
“Lo que me importa es vivir y escribir. Es esa mi principal batalla”, manifiesta la autora, y lo hace con determinación y firmeza. Para remarcar esa contundencia y darle cierto aire de oralidad, la ensayista y poeta libanesa, utiliza las repeticiones en su discurso. Repite estructuras gramaticales que nos acercan su voz, como si la estuviésemos escuchando, como si insistiese en que nos grabemos esos mensajes, como si estuviese charlando con sus alumnos de la universidad, intentando generarles dudas, inquietudes, espíritu crítico. Su estilo es cuidado, con un tono que oscila entre el ensayo y la crónica y, al mismo tiempo, ágil y fresco, sin pretensiones ni ínfulas de sentar cátedra. En su discurso reivindica el cuerpo y el deseo como herramientas para lograr la libertad, para hacer la revolución.
Aunque el título resulte explosivo, lo único que esta poeta, periodista y profesora universitaria, nacida en Beirut en 1970, quiere torpedear es la visión constreñida donde la mujer no tenga lugar. Una lectura sugerente, divertida por momentos y didáctica a cada página.
Elízabeth Hernández Alvarado (Gran Canaria, 1976). Administradora del blog “Causas Olvidadas” desde el 2013, donde firma, por un capricho del destino, como Ela Alvarado. Colaboradora de las webs culturales “Viaje a Ítaca” y “La tribu” y de la revista de pensamiento “El tribuno”. Con otros autores ha publicado Proesías: Textos para tiempos mejores (Mercurio, 2014). Ellas y yo, identidades de papel (2018) es su segundo trabajo en solitario, tras Pensando a gritos, publicado en la misma editorial en 2016. Dedica sus esfuerzos al estudio y la visibilización de la mujer en la literatura, en esta línea de investigación ha realizado entrevistas a autoras como Laura Freixas, Silvia Nanclares o Cristina Cerezales Laforet.