Óscar García Sierra por Miguel Rual.
TÍO EN LOS BAÑOS DE TU BAR HAY MUCHOS PERROS
Arrastrábamos ya de tantas noches la existencia
La clínica desviada del obligado a alejarse
Aun siéndolo
Del animal
Hicimos del ser objeto de rechazo todo un arte
Tutoriales en YouTube cursos
En la universidad
Y hemos llegado hasta aquí sin mancharnos las manos
Demasiado
Sangre de quién en qué chaqueta?
Ruido de nadie en ningún sitio
La masculinidad el
Quién tiene más grande la
Sensación de vacío
Alguien me dice en unos baños «me siento solo»
Soy incapaz de decirle nada que lo reconforte
«Yo también» quiero gritarle pero no digo nada y le doy un abrazo
Si baja alguien más les sacaré una foto para que quieran morirse juntos
Alguien más baja
Al dueño del bar le digo que tiene un problema
Tiene los baños llenos de perros tristísimos
No dice nada
Me da un abrazo
Alguien
Nos saca una foto
Vicente Monroy por Miguel Rual.
VICENTE MONROY DESCIENDE A LOS INFIERNOS
And I like large parties. They’re so intimate. At small parties there isn’t any privacy.
—F. Scott Fitzgerald, The Great Gatsby
Cuidado. Si yo soy un espejo roto y tú
eres también un espejo y decides mirarte en mí
te creerás erróneamente roto.
Así empiezan las tragedias: con noches densas como el mercurio
o el semen. Con un pórtico azul
electrostático y el zumbido de abejas electrónicas.
Hombres que cambian ceniza por monedas. Hombres
que cambian hombres por monedas.
Monedas que aplastan hombres e insectos
limpísimos
sobre los que nos ponemos de rodillas para enjugar con alcohol
el suelo de nuestra mente.
Luz estroboscópica
para leernos el pensamiento.
El asco la orina las ratas
—encerrados los cinco en un baño—
para pensar en el norte en las estrellas en el fuego.
Vicente Monroy baja las escaleras de metacrilato
de dos en dos
— el aire no sabe vibrar en el Infierno /
por eso la música no suena en el aire en el Infierno /
cada uno escucha una música diferente
en su cabeza en el Infierno —.
Con cada paso la luz cambia de color. “Como en las películas” escuchas
decir a alguien cuando la luz se ha vuelto roja.
Pareces un vampiro.
O un director de orquesta
en la orquesta
que es la noche.
Hay grillos y luciérnagas también entre el asfalto. Saltamontes. No les interesan nuestros problemas nuestros sueños nuestros poemas. Solo quieren hacer cri-cri dar luz saltar. “Quiero aspirar a eso” me dices antes de comernos dos gatos azules. Hacer cri-cri dar luz saltar. Me digo que debo recordarlo.
Mueves las manos como si dirigieses una enorme balsa y nos guiases por una laguna Estigia que alguien escondió en una pirámide de cuerpos. Estás escribiendo un poema en el aire para saber volver a casa cuando te canses del Infierno. Has dormido a los perros de tres cabezas de la entrada y has traído a las sirenas para que nos quedásemos contigo.
La laguna está en la superficie del planeta y tiene la estructura de una red social.
Pero seguimos bailando como si nada porque eres Micente von Roy esta noche. Eres Orfeo descendiendo al Infierno. Eres Orfeo despedazado y la cabeza cortada de Orfeo que alguien encuentra flotando en un río y la coge y la besa. Besa tus labios de ciego limón. Eres una cabeza que flota entre la música roja y a la que todos quieren tocar. Tú te ríes de ellos y les escupes en la boca dices «¿quieres explotar conmigo?» (te he robado este verso) pero nadie te responde. Insistes: «Pienso seguir en pie / cuando se acabe el mundo. / Cogeos de mi mano» (estos también son robados). Y es gracioso porque recuerda eres tan solo una cabeza que flota como las cabezas de las santos. Cuando se olviden de ti nosotros recogeremos las partes de tu cuerpo puedes estar tranquilo. «Que somos buenos» (este verso se lo he robado a Unai)
Vamos a drogarnos como los caballos.
Que sea de día ya cuando nos droguemos como los caballos.
Vamos a ser unos caballos terribles.
«Que somos buenos»
Vamos a mirar al universo a la cara.
No vamos a tener miedo.
No queremos tener miedo del universo pero estamos aterrados de nuestro propio planeta.
Vamos a ver fantasmas a plena luz del día.
Queramos o no
vamos a ver fantasmas a plena
luz del día.
Si en el Infierno no hay tiempo vuelve atrás.
Seguimos en una esquina.
Suena música muy azul.
Hay luces muy electrónicas.
Hay hombres muy hombres.
Hay hombres muy insectos.
Hombres muy monedas.
Todos zumban como abejas porque con su espectáculo están libando la miel con la cual creamos nuestros poemas.
Eso es la poesía: mirar al mundo desde las esquinas
no escribir poemas.
Ahora hay alguien que te da agua y te acaricia la cara. Tienes los ojos más abiertos que nunca nadie haya visto.
Tranquilo
nos has traído contigo a los Infiernos
y vamos a cuidar de ti.
Miguel Rual (Oviedo, 1992) estudia Medicina en la Universidad de Oviedo. Sus poemas han sido publicados en las antologías Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011), seleccionada por Luna Miguel, y Mecánica Celeste (Círculo Cultural de Valdediós, 2012), además de en varias revistas digitales como Obituario. Escribe en castellano y en inglés. En esta última lengua ha publicado el libro Parts of us, dentro del proyecto internacional de poesía Poetry Will Be Made By All!, de la organización 89plus. También ha publicado poemas en la Harvard Summer Review (Issue 17, Summer 2011) y en la revista de literatura Chutzpah! (Issue 16, Winter2013).
Compartir el frío es su primer libro de poemas en castellano, aún inédito. Le gusta más dibujar que escribir.