Poemas de Uxue Juárez

 

P.19dream-memories_(tres)

Tiras del hilo y la casa, cada vez más redonda. De pequeña jugabas a alcanzar a tu hermano en una carrera rectangular por los pasillos. Ahora no queda resuello. Tampoco hermano. Una perra roe un palo de boj. Las astillas se le clavan en las encías y sangra. No sabes si eres tú o la perra quien sangra.

El mar te invade y el agua rompe un muro. No hay dique para contener el rugido. Un policía, como un muñeco absurdo de plastilina o alambre, cuida la entrada a la UnbefugteZone. Aguada, buscas el triciclo amarillo. Buscas también el elefante y la caja de clicks de colores. Los que tenían peluca, los feos, el del vestido azul.

Un día un manco se lo lleva todo. Incluso el libro del ojo que hablaba de un hombre que hablaba de un libro con un ojo. Todo. Ojo, hilo, casa, perra, hermano, dique, triciclo y barriga fría contra el suelo, mientras escribes un cuento nuevo.

Página 26 (1)

Tr e s

Manifiesto de la pérdida

 

 

Aspectos a tener en cuenta:

I

Estar perdido. Haber perdido. Verbos

como auténticos motores arrastrando el tren

del pensamiento.

                                                               Mary Jo Bang

 

II

Hace un año conviví con la nieve.

Y la nieve se acomodó[1] a la altura del nervio.

 

Ahora, algo en mí se ha enfriado.

Pero qué.

 

Este libro representa la raíz de una pérdida.

 

 

 

 

 

 

 

[1]Siempre he sido permeable a todo tipo de fenómenos atmosféricos: viento, nubes, lluvia, nieve y toda clase de precipitaciones, sobre todo si éstas incluyen un salto al vacío. En lo que respecta a fenómenos eléctricos como las auroras boreales o las tormentas eléctricas siempre he preferido mantenerme al margen.

 

 

 

 

III

perdición.

(Del lat. perditĭo, -ōnis).

  1. f. Acción de perder o perderse.
  2. f. Ruina o daño grave en lo temporal o espiritual ejercido por la mordedura.
  3. f. Amor desenfrenado hacia, por, a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, para, sin, sobre, tras, durante.
  4. f. Desbarate o desarreglo en las costumbres. Rimero. Esto es, amontonar una camisa sobre otra y un jersey usado sobre un abrigo, una persona o un elefante. Arrugar el amor, hacer un escarabajo con él y lanzarlo a la montonera.
  5. f. Causa o persona que ocasiona un daño grave. Por poner un ejemplo: yo. Desde que soy consciente de esto, no salgo de casa. Leo, me pongo y me quito el pijama, cocino, paseo a la perra caminando desde el pasillo a la terraza y vuelta a empezar. Un día, abro un sobre y encuentro un libro (ya no salgo y los deseos me llegan empaquetados por correo). Hasta ahí todo parece normal. Pero esta vez encuentro un poemario pequeño que habla de mí, que habla de todos, que habla de una perra negra que muerde igual que la mía, que habla de alguien que espera convertirse en árbol. Ese día agarro un puñado de tierra, lo meto en la boca y sonrío. Todo podría terminar aquí.

Pero no.

  1. Pérdida, destrucción, desgracia, ruina (añádase también ruina económica), desastre, infortunio.
  2. Aberración- averno-vicio (cuando se trata de algo recurrente)-descarrío (como cuando apareciste con cinco años sobre una montaña de arena y no encontrabas la mano grande de tu padre)- precipicio (ésta última es la más interesante, puesto que invita al salto).
  3. Quizás todo esto sea una patraña disfrazada de recuerdo y yo ya lleve un par de años en otro lado. Es por eso que cojo uno, dos, tres huevos y los lanzo contra el suelo en orden, creando una secuencia. Después, derramo una botella y me arranco una postilla. La chupo. La gente aguarda.

Me pongo la máscara y salgo a escena.

 

 

P.50

 

 

Cinco

Memoria de los días raros

(apuntes sobre catástrofes personales)

 

I

Un recuerdo cualquiera. En el reverso está la salida. Sin embargo, más de treinta años después, sigo buscando. Esa es mi patria -epicentro a partir del cual la ciudad me deshabita -.

 

 

Captura de pantalla (45)

 

II

A veces hay que tirar del hilo.

Aunque no sepa enhebrar la aguja.

Abrir por aquí, rasgar la caja y verterlo todo.

No sé hacia dónde ni con qué objetivo.

 

A veces tiro de la postilla, otras, me muerdo la uña.

No hay apego en esta mueca. Lo que hay es miedo.

Por eso aplasto abejas con un libro pensando que son avispas.

Equivocarse es bueno,                 dicen.

 

Otras veces aplasto mariquitas.

Es fácil: no gruñen, se arrugan y dejan escapar un zumo naranja.

En el instante antes de morir,

la piel brillante y roja

palpita como un corazón pequeño.

 

 

III

Yermo es el espacio que se abre entre las cuatro letras de mi nombre. Hay

un hueco que se expande entre el coche rojo de bomberos, treinta años

atrás, y el lugar que ocupa en la tierra el cuerpo de una mujer sin hijo.

 

Ese hueco soy yo. Por decirlo de otro modo, una gramática perpleja que

pende de un hilo. Para gritar el hueco escribo. Porque tal vez no se me

ocurra nada mejor que hacer. Porque, dime,

 

¿qué será de mí una vez que,

luego, aquí,

en el fondo?

 

 

IV

Esa noche mi madre pone una silla al lado de mi

cama.

Se sienta. Llora. Se va. A la mañana siguiente, me

levanto de la cama, como galletas con chocolate y

digo voy a regar las plantas. – – – – – – – –

Acaba lo que puedo hacer que acabe. Es mi único

gesto libre.

Lola Nieto

 

 

Mirad los árboles, les digo. Pero ellos agachan la cabeza. Si clavas una

pipa de calabaza en la tierra con la punta hacia el cielo, la cubres después

con tierra y luego con arena, en otoño se obtienen varias calabazas, les

cuento. Alguien se rasca el codo y otros observan el cielo. Grises, ceniza

amontonada. Ceniza sus ojos, ceniza las manos con las que escriben.

 

Vacías las cuencas de los ojos también. Niños-calabaza que sumergen las

manos en la tierra. Uno hace bolitas de moco con mis palabras. Anotación

mental: por si acaso, no tener hijos no vaya a ser que no sepa si están

vivos. Niños durmientes que se abren al estímulo del tecleo para hacerse

escarabajo. Hacen la fotosíntesis o algo parecido. Aunque no es así

siempre.

 

 

***

 

Me sangra la nariz y siento que, por lo menos, algo cambia;

esta vez el rojo alcanza el suelo.

 

Me vacío. Nadie dice nada. Hunden la cabeza en los libros de texto.

Fundido a rojo.

 

Por la tarde, me siento en la cocina, abro la boca y engullo una falange.

Después, otra y otra. Llego a la altura del codo y ahí me detengo. Un

trozo de piel se me queda atrapado entre el canino y el incisivo lateral. Lo

despego. Un tajo y alcanzo el húmero. Con la mano izquierda (aún ilesa)

aparto los hilillos de carne que cuelgan de los premolares.

 

Acto seguido, friego los platos y doy de comer a los peces.

 

 

 

P. 55

 

 

 


 

Uxue Juárez Gaztelu (Pamplona, 1981) es profesora y poeta. En 2010 obtuvo el premio INJUVE en la modalidad de poesía y en 2014 publicó el poemario Así, Berlín (editorial Amargord). Bajo la lengua; bichos, su último poemario, ilustrado por la italiana Daniela Spoto, verá la luz dentro de poco (¡y esto la llena de alegría!). Ha colaborado con diferentes medios escribiendo reseñas literarias y forma parte de Poetika Kiribila, un grupo de artistas performativas junto a las que se ríe mucho y recuerda que la mecánica de las cosas suele ser imperfecta. Frente a esto, siempre queda la condición del vuelo. En sus ratos libres, afina el oído, se detiene en silencio y descubre asombrada que, a veces, su corazón pequeño late como un elefante. Tiene un blog: http://uxuejuarez.blogspot.com.es/

Estos poemas pertenecen a Bajo la lengua, bichos (Stendhal Books, 2015) y las ilustraciones son de Daniela Spoto.

 

 

 

 

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