Para Isabel B.
yo montado sobre mí mismo cazando
con perros-yo a un yo que huye
Yehuda Amijai
Si un día me convirtiera en asesina
¿cuál de todas habría matado?
¿A quién buscarían?
¿Sobre quién recaería la culpa?
Quizá sobre la madre que espera
entre otras madres, y se pregunta
si es igual a todas ellas.
O sobre la que dice buenos días
en el ascensor del trabajo
y cuando no le responden
blasfema entre dientes.
¿Sería culpable la que camina
sola, y busca momentos
en los que no haya disfraces?
O puede que la que de tanto
miedo, odia los balcones
en los que se ve luz.
La que ríe y contemporiza.
La mujer que no sabe planchar
y encuentra cada libro en su sitio.
Aquélla que se duerme preguntándose
qué ropa llevará mañana
y viste de negro a veces
por los muertos que no mata.
Hasta ese día, en que quizá
la muerta será una de ellas.
O cualquier otro.
Y se preguntará con qué
rostro entregarse
a su yo policía.
(De Alfabeto de cicatrices)
*
Si un día me oyes
-después de una noche
en la que he resultado ser
encantadora:
de esas mujeres que beben
y se ponen graciosas
contando anécdotas
de bares y ácidos y viajes
y camas y cabrones
con el pelo despeinado
para mejor
y el carmín corrido
como si viniera
de morrearme en el baño
con el tío más guapo
del garito-
si un día
después de una de estas noches
en las que ejerzo
de encantadora de serpientes
al despedirme
me oyes decir
que sólo soy un fraude
compadéceme:
los adictos a los aplausos
también necesitamos testigos
cuando nos quitamos
el maquillaje.
(De Alfabeto de cicatrices)
*
Levanto sospechas en la oficina
porque trabajo con la cabeza en otra parte
levanto sospechas entre mis amigos
porque desaparezco y callo durante días
levanto sospechas ante mi hija
porque en vez de hermanos o perros
sólo traigo a casa libros
sospechas ante mí misma porque mi independencia
se resquebraja cuando la tristeza da un golpe de estado
por eso me esmero cuando escribo:
aquí no quiero que me deseen otra
(De Alfabeto de cicatrices)
*
Pocos saben que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer.
Yo mamaba la leche de mi madre
mientras ella se secaba al sol.
Cuando perforaron mis orejas
ella recibió la ablación del clítoris.
Follé con hombres y sufrí por todos;
a manos de uno solo se quebró ella.
Me separé, lloré, abandoné mis sueños.
Ella murió unas cuantas veces
bajo piedras, ácido, sida y malaria.
Su cuerpo se deshizo y se recompuso.
En una o dos ocasiones fue feliz de morir.
Mi hija creció; mi hermana murió en el parto.
Años después parió una niña y se la quitaron.
Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo.
Me pongo cremas antiarrugas
pero toda ella es un surco.
Yo hago listas de lo que le duele:
pero ella es la que administra su dolor.
(De Las sumas y los restos)
*
para Cristina Morano
Las gatas buscan atalayas
desde las que contemplar el mundo.
Ellas dormitan sabiéndose a salvo;
yo me amurallo tras un libro.
Dice el poeta Rigo que la última
coraza es la lealtad.
Las hembras nos comprendemos:
el mundo es un peligro a nuestra disposición.
(De Las sumas y los restos)
*
Mi educación:
no desees nada demasiado
no te vanaglories ante nadie
-mucho menos de ser feliz-
no sueñes sueños imposibles
-tampoco sueñes la posibilidad-
no rías demasiado alto
no enfades a los dioses
- no creas en ellos ni en sus premios
aunque estarán ahí para castigarte-
no llores delante de los otros
- la tristeza es otra forma de ser presuntuoso-
no te aferres pero no te sueltes del todo del pasado
no te emborraches sin sufrir por la resaca
no te menosprecies
esperando compasión
no luches
todo está perdido desde siempre.
Y ahora sal al mundo, sostente, sé un ejemplo.
(De Las sumas y los restos)
*
Ganáis habéis ganado
este día en que la derrota me apartó del amigo
no nos reímos juntos
de vuestra desnudez sin trazas de infancia
mi cena fue el esparto de las voces
que dictan estribillos sin música
a mi presente lo cambié por vuestra actualidad
cuando miré a mi hombre vi la belleza
desmembrada del esclavo
preparé el lunes como un entierro
me amortajé para el trabajo sin sudor ni fruto
con engaños saqué a mi hija del incierto bosque
y allí justo donde comienza la senda
que dibuja la costumbre trasegada
justo allí la sacrifiqué.
Habéis ganado ganasteis
hoy me tragué vuestro futuro
como un jarabe malo.
(De Economía de guerra)
*
Me arranco las bragas
negras de la tristeza.
Las dejo al pie de la cama
como un perro roto.
Ya se compondrá después
cuando haya que disfrazarse
para la alegría o la nada.
(De Economía de guerra)
*
Mientras todos acuden a la cafetería,
en el lavabo llora un funcionario
Isabel Pérez Montalbán
Para Daniel Macías y Mar Herrera
No soy esta que veis palidecer
bajo el fémur tibio del fluorescente.
Tampoco la mujer que oye dar las tres
como el gong del martillo absolutorio
o la bala de un fusil encasquillado.
Ni la que escribe frases sin amor
y firma igual que quien mata una mosca.
Ocupo mi silla antes de que el sol
me bendiga la frente con un beso
y salgo a la calle infiel y huérfana.
Toso el virus de la resignación
cuando el mar es un rumor clandestino
y los lirios burlas del carcelero.
Soy quien sueña llegar a la vejez
para dejarse adoptar por gallinas
y vivir en la luz de las mañanas
que ahora abandono en la casa de empeños.
(De Economía de guerra)
*
Este país ya no tiene cortinas.
Nos miramos a los ojos, cara a cara.
Como si folláramos o nos retáramos.
Él conoce mis errores.
Pero yo sé cuándo miente.
(De Economía de guerra)
*
Seguir amando cuando el mundo
conocido se derrumba, es
querer conservar la ventana
incluso en la casa sin techo.
(De Economía de guerra)
*
Abro la mirada hasta la profundidad del pozo
que se traga mi nombre que engulle
la multitud de las dos de la mañana
veo muy bien su deriva de barcos
su desorientación de delfines
nadando desesperadamente
al filo del fin del mundo
adivino la impaciencia del durmiente
con la casa amueblada de voces
las jóvenes van vestidas
para los funerales de su infancia
y ese chico que pasa en bicicleta
con los músculos a punto del guepardo
pedalea hacia la colcha que colorea su cansancio
la calle hierve y nadie me ve
siempre vivimos todos
un poco anclados en un lunes
un poco con el ritmo roto
de guijarros arrancados al lecho
venís hacia mí pequeños planetas
ternuras torpes de tatuajes y pintalabios
y yo no puedo daros más que mi mirada
romperos el currículum
abrazaros la biografías
nada de lamer manos
nada de soltar mordiscos
soy un perro por fin indiferente
soy un dios con dolor de pies
soy el nadie al que no adeudais nada
soy el espejo discreto
del bar al que vais los vampiros.
(Inédito)
*
Ahora que no tanto del café
o del Oporto como de la luz
se derrama la dulzura;
ahora que puedo respirar
porque con las piedras
que expulsaron mis pulmones
construí mi casa;
ahora que aprecio el silencio
cuando lo rompe el rumor
de tu vida en la habitación
donde tejes mantas
que sólo a mí incuban;
ahora puedo mirar atrás
y ver el pasado con tristeza:
los bombardeos bienintencionados
la crueldad por impotencia
o por aburrimiento
los cadáveres necesarios;
y aprecio y cobijo esta tristeza
no porque el presente brille más
por contraste con su azul oscuro
sino porque me presta pliegues
hidrata recovevos
me da una lejanía de águila
más humana que yo.
(Inédito)
*
Aunque yo lo olvide todo
que mi palabra no olvide
pelear por su utilidad:
como cuando mi madre
poco antes de morir
agarró mi brazo
y me dijo al oído:
“de una casa sin alegría
hay que salir corriendo.”
No sé si recordaba que yo era su hija.
No sé si sabía su propio nombre.
Por eso sus palabras
eran la Palabra de Dios.
(Inédito)
*
Para Amaia
Envidio a las parejas de viajeros viejos
con sus grises uniformes
de soldados de la Comodidad.
No temen romperse la cadera
lejos de su Centro de Salud.
Se sonrojan frente a los camareros
que les ofrecen jeroglíficos para comer.
Son capaces de dormir en camas extrañas
bajo constelaciones tan ignotas como el menú.
Aferrados a sus botellas de agua mineral
como hace tiempo agarraron las manos de sus padres.
Un cuadro, un jardín o un palacio
bien les valen el sudor, la diarrea
o la amenaza de una insolación.
Están solos frente a la belleza
como niños frente a un columpio muy alto
con el pasado y el futuro en pausa.
Quizá sueñan con que el avión de vuelta
caiga sobre el mar o las montañas
para no volver al miedo, a la rutina
o a la posibilidad de una vejez sin compañía.
Y la muerte sería la habitación de otro hotel
cuya ventana mirarían desde la cama
para adivinar si será el sol o la lluvia
quien escolte su apacible curiosidad.
(Inédito)
*
Existe una corriente que no se nombra:
no hay palabras para dar a luz el agua.
Por qué vía arribar al envés
donde nos levanta lo invisible.
No te conté nunca de aquella ocasión
en que te vi tan bello que no pensaba
en sexo, sino en ángeles.
Más tarde quise follarte como quien
recoge flores silvestres, pero no me atreví.
Desnuda de nosotros preparé el desayuno.
Una noche oí llorar a un niño
y deseé ser Herodes, y después
una madre piadosa que cocinara el cansancio.
La distancia ahogó el llanto.
Y no le digo a nadie de este deseo loco
que no sé si es de vida o de muerte
o de una inmortalidad que me atraviesa
la garganta como una espina de pescado.
Como si un barco me esperara
como si mi corazón fuera una bomba
como si un perro gimiera por mí
o el mar que no respiro supiera la respuesta.
Da miedo saber que sabéis de lo que no hablo.
Da miedo saber que hay tanta fiesta
en la que bailamos solos al compás
de una música que nadie toca lejos.
Bajo el mar los icebergs son palacios
con salones del tamaño de mazmorras.
Nos decimos, nos besamos, comemos y somos
en la superficie donde casi nada pasa.
Y cuando nos sacude un maremoto
apenas recordamos que el destino
del palacio era hundirse y arrastrar
la paz de la piel en su parábola.
Sólo mostramos el índice:
el resto del libro está escrito con agua y sal.
Siempre estamos todos en otro sitio.
(Inédito)
*
Habito un internado
donde soy la institutriz
y la niña abandonada.
Bebo del deber.
Sobre un calendario duermo.
Trago el pan de la obligación
y transcribo las frases de otros.
Hasta que apareces tú, como
las puertas abiertas del patio.
No suenan campanas
no gimen los relojes
los segundos se suceden
con la cadencia de olas.
Este es tu trabajo: construir recreos.
Después del juego, dejas a mis pies
las flores anónimas de la infancia.
(Inédito)
*
Para Marta Navarro
Lluvia, llévate donde no los sienta
el humo acre de los puros obesos
la peste de los establos sin luz
las grietas como surcos de los codos
la rabia virulenta y contagiosa
que nunca sabrá explicar su razón.
A cambio, lluvia, tráenos por favor
el llanto de rostros sin compostura
el temblor de los lirios en el aire
los cuerpos que bailan bajo la ropa
la alegría infantil de los gorriones
que tienen en los charcos sus espejos.
Y tráenos lluvia una y otra vez
el recuerdo pulido y renovado
de todo lo que es y fue presente.
*
Sólo la poesía me redime.
Y la poesía es el agua
que me da un desconocido
como en una parábola.
Son los libros, pacientes
en una sala de espera
que curarán
al que se creyó médico.
La frontera del beso
que no eres tú
pero en el que tú te das.
La poesía es la flor del cactus.
Son mis ojos abriéndose al día
cuando me trae tu presencia
que vuelve ella misma y otra
como un baile de olas.
El abismo al que los números
se asoman conteniendo el vértigo.
Esto que comienza cuando acaba
el poema y que no es el poema
pero el poema precipitó.
La poesía es el amor
que carga los insultos
a quienes la niegan.
Y más cosas que me callo
a medias por pudor
a medias por torpeza
para que la poesía empiece
ahora.
(Inédito)
Ana Pérez Cañamares (1968) nació en Santa Cruz de Tenerife y vive en Madrid. Ha participado en numerosas antologías de relato y poesía. Entre otras: Por favor sea breve; Beatitud. Visiones de la Beat Generation; Al otro lado del espejo. Narrando contracorriente; Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski; 23 Pandoras. Poesía alternativa española; La manera de recogerse el pelo. Generación Bloguer; Tiros libres. Relatos de baloncesto, o En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis.
Ha publicado el libro de relatos En días idénticos a nubes y los poemarios La alambrada de mi boca, , Alfabeto de cicatrices (todos ellos en Baile del Sol), Entre paréntesis. Casi cien haikus (La Baragaña), Las sumas y los restos (Devenir. Premio Blas de Otero-Villa de Bilbao 2012) y Economía de guerra (Lupercalia). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, griego, polaco, croata y portugués.