Desembarcan en La tribu de Frida las quince poetas que más nos han gustado e impresionado en este 2015. Quince poetas muy diferentes entre sí que son el reflejo de lo diversa que es la poesía que se escribe actualmente en España. Las hemos ordenado de mayor a menor edad: desde la más veterana de todas, Chantal Maillard a la más joven, Berta García Faet. Y entre ellas dos, las voces de Marta Sanz, María García Zambrano, Miriam Reyes, Tulia Guisado, Ana Llurba, Violeta Niebla, Alejandra Vanessa, María Sotomayor, Laia López Manrique, Adriana Schlittler, María Ramos, Martha Asunción Alonso y Alba González Sanz. Con esta selección despedimos el año. Quince poéticas distintas que vienen a zarandearlo todo. Esperamos que las disfrutéis y que encontréis vuestra propia manera de estar sola.
La herida en la lengua (Tusquets, 2015) de Chantal Maillard
Chantal Maillard (Bruselas, 1951) reside en Málaga desde 1963 y, actualmente, también pasa largas temporadas en Barcelona. Doctora en filosofía y profesora titular de estética y teoría de las artes, hasta el año 2001 impartió docencia en la Universidad de Málaga. Ha vivido en Benarés, donde se especializó en filosofía y religiones indias. Es autora de Diarios indios y Husos, así como de numerosos ensayos, entre ellos Contra el arte, el más reciente. Considerada «una de las voces poéticas más intensas, honestas y radicales del panorama actual» (M.L. Blanco, El País), como poeta ha publicado, entre otros, los volúmenes Poemas a mi muerte (1994, Premio Santa Cruz de La Palma), Conjuros (2001), Lógica borrosa (2002) y, en esta misma colección, Matar a Platón (Marginales 218), que obtuvo el Premio Nacional de Poesía 2004, e Hilos seguido de Cual (Marginales 243), que mereció el Premio de la Crítica de Andalucía y el Premio Nacional de la Crítica en 2007. Hainuwele, que en su primera versión apareció en 1990, fue galardonado con el Premio Ricardo Molina.
***
Y la lengua recorre
a tientas su morada en busca
de la palabra antigua.
La otra palabra
La que marcó su impronta-
mordedura
en el hueso
(blando)
del cráneo.
*
Éramos diez
o veinte
o ciento veinte -es difícil contar
con la sangre en los ojos-
Les temblaban las manos
al apuntar.
No dictaban las reglas
un dios ni un hombre sabio sino
una simple alambrada.
*
Un día
tan sólo ha durado
la historia de los hombres.
Si el amor fuese eterno
si al menos el
-¿amor?
Cíngulo y estrella. Cancionero (Bartleby, 2015) de Marta Sanz
Marta Sanz (Madrid, 1967) es doctora en Filología. Imparte clases en Función Lenguaje y la Universidad Nebrija. Ha escrito las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico 2001), Animales domésticos, Susana y los viejos (finalista del Nadal en 2006), La lección de anatomía (2008), Black, black, black (2010), Un buen detective no se casa jamás (2012) y Daniela Astor y la caja negra (2013) y Farándula (Premio Herralde de novela, 2015). Ha participado con relatos en volúmenes colectivos y ha publicado El canon de normalidad, una selección de sus cuentos. En 2007, publicó Metalingüísticos y sentimentales, antología de poesía española contemporánea, y recibió el premio Vargas Llosa NH de relatos. Colabora habitualmente en El Cultural, El Viajero de El País, El confidencial.com y la revista Mercurio. Perra mentirosa y Hardcore (Bartleby, 2010) son sus dos primeros poemarios.
***
Deberías contarme
muchísimos más
cuentos
antes de dormir.
Recortes del periódico,
datos científicos,
relatos pornográficos,
confesiones,
cazuelita cuece,
intentos minúsculos
de la autobiografía.
Qué te daba tu madre para merendar.
Pensamientos impuros.
Pecados escolares.
Deberías enseñarme fotos viejas.
Pero dices que tu memoria es débil.
Pero dices que nada recuerdas hasta los quince años.
Pero dices que tienes una fecha borrada por efecto
[del alcohol y las pastillas.
Pero dices que tu vida empieza justo en el momento
[en que yo entré allí para quedarme.
Es muy posible
que tengas razón.
*
Los pájaros no tienen hijos.
Ni útero ni mamas.
Dejan huevos por ahí.
Y los olvidan.
Los pájaros siguen
acuchillando la luz
con sus tijeras de pluma.
Su pasodoble.
Los nidos y los pollos
solo son un señuelo
de la publicidad.
*
Todas las palabras que se me ocurren
para decir que te quiero
me dan vergüenza.
No son insuficientes.
No aspiran a expresar
el éxtasis de una santa
que se corta los dedos
con el cuchillo
de pelar las coles.
No están comidas por el óxido
como la bola
de una escalera
asegurada de incendios en 1916.
Tal vez solo ocurre
que siento que robo.
Que uso una saliva
que no me pertenece
y que tiene un color
crepuscular y cárdeno.
Todas las palabras que se me ocurren
para decir que te quiero
me dan vergüenza.
La hija (El sastre de Apollinaire, 2015) de María García Zambrano
María García Zambrano (Elda, 1973), estudió Ciencias de la Información y estudios de doctorado en Literatura en la Universidad de Sevilla, cursos de postgrado en Letras Modernas en la Universidad Paris-Saint Dennis, semiótica y lingüística en la Pontificia Universidad del Perú, en Lima, y literatura hispanoamericana en la Universidad de Buenos Aires. En 2012 gana el premio Carmen Conde de poesía de mujeres de la Editorial Torremozas con su libro Menos miedo. Ha publicado sus poemas en las antologías Poesía en Sidecar (Huerga y Fierro), En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (Bartleby Editores) y Voces del Extremo 2014. Poesía y resistencia (Amargord). Su último libro es La hija (El sastre de Apollinaire, 2015).
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Soy la dulce letanía de los niños muertos en este hospital.
La silenciosa que seca sus lágrimas.
La que reza por cada neonato.
Soy el asombro el miedo el ahínco
el paso firme por baldosas que se mueven.
(Mis labios pueden amar la espina
besar los bordes afilados de la rosa).
Soy la madre asistida por la madre
y firmamos el armisticio con los bisturíes.
(Mi cuerpo se bate contra la patología).
Soy la escriba que registra el latido
de una vida encarnada en la magia.
(Las manos no se ahogan en un mar que anega
camillas y goteros).
Soy recipiente de un líquido inflamable.
La tierra el surco el árbol
la luz alógena de este amanecer.
(Hundo mis pies en lo real y te libero, hija mía, de los falsos
[sabios).
*
EL QUIRÓFANO
Un monitor registra tu latido
papel que no termina y en su
desprendimiento
arrastra lágrimas
como cantos que el mar no erosiona.
Cuánto esperar entonces
(papel cayendo)
que asciendas a mi boca.
Cuánta ceguera viscosa alucinada.
(Contar las gasas la voz invisible
el suelo y su desinfección
la señal que debes darme).
Cuánta carne de corcho
todavía.
En lo alto un temblor me despierta a este mundo.
–LA HIJA VIVIRÁ.
*
LA SALA DE LACTANCIA
Mi pecho huérfano mira el otro pecho
derrama su simiente al plástico y cristal.
Tus labios cerrados no acarician ni muerden ni hacen
que sangre
este huérfano tan mío.
Ninguno de los dos te saborea
tan solo están ahí para alumbrarte
con su amor
gota a gota.
Mi pecho se rinde y cae y se duele del silencio y de la falta.
Una máquina un ritual una ventana que da a los aparcamientos.
Y toda la tristeza que se vierte
con este chorro
blanco.
Haz lo que te digo (Bartleby, 2015) de Miriam Reyes
Miriam Reyes (Ourense,1974) ha publicado los libros de poesía: Espejo negro (2001), Bella durmiente (2004), Desalojos (2008) y Yo, interior, cuerpo (Antología poética) (Argentina, 2013). Desde el año 2000 combina el trabajo de la palabra con el de la imagen, llevando la poesía a otros formatos, como el vídeo, y a otros escenarios, como festivales de artes escénicas, de cine o de nuevas tecnologías. Puedes visitarla en www.miriamreyes.com
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El cuerpo que tanto me pedía que tanto me decía que tanto tanto y tanto ahora todo apagado el pequeño
piloto la lucecita verde que brillaba en la noche el cuerpo que tenía piernas con muslos rematados en nalgas
por un lado rodillas por el otro
y todavía continuaba
que tenía en el pecho dos timbres redondos de plata que hacían ring ring al aplicar una leve presión el cuerpo
que tenía huesos de interés antropológico ilíacos clavículas y otras pruebas del perfecto diseño de la evolución
el cuerpo todo
toda esa maravilla deselectrificada.
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No es aconsejable depositar toda esperanza en otro cuerpo
pero sucede y para entenderlo
habría que empezar por aislar
el proceso de la circunstancia
y observar con atención
las pequeñas transformaciones
en el significado de la palabra amor.
En tanto que sólidos
tenemos la naturaleza empecinada
de las cosas fáciles de encerrar.
Mira si no los zoológicos
las colecciones de entomología
los cubitos de ámbar.
No hay manera de filtrarse o de colarse
por una rendija como el agua o el aire.
De extenderse hacia ti mis brazos
se han convertido en un tendido eléctrico:
entre tú y yo descansan los pájaros
juegan a la cuerda las tormentas
se encienden las ciudades.
Contra toda recomendación
se diría.
*
Cómo avanzar a la par que el paisaje.
Ayudaba la humedad a llevar la aridez de dentro
yo no la veía pero había ahora no hay ayuda externa.
La aridez se extiende y esconde lo que hay debajo:
este lugar y yo este momento y yo
somos una misma superficie.
Sigo diciendo yo pero sé que ahora significa arena y se asienta
sobre los libros los muebles las baldosas
cubriendo la apariencia familiar que solían tener los objetos
y su compañía.
El escenario es así:
cerrada la puerta por dentro
la calle un ejercicio imposible
apenas un rectángulo en cada habitación
algo que está ante mí y de lo que no puedo formar parte
como la vida de los demás o lo que fui.
No lo llamaría ventana.
Nada entra ni sale de aquí.
Aquí era yo
atravesando ciudades y desiertos
sin encontrar nada que pudiera llamar mi lugar o mi atención
o concordar con la realidad al menos en tiempo.
Tiempo de qué
cuando no toca sembrar ni toca recoger
tiempo de nada.
Mientras el paisaje no hace excepciones
el paisaje el paisaje que no se detiene.
37,6 (Legados, 2015) de Tulia Guisado
Tulia Guisado (Barcelona, 1979) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona; más tarde obtuvo el postgrado “Crítica literaria en la prensa” en la Universidad Pompeu Fabra. Realizó estudios de doctorado en el programa de literatura Historia e invención de los textos literarios hispánicos en la UB y un máster de “Cultura Histórica y Comunicación” en la Facultad de Historia de la misma universidad. Dedicada a la enseñanza y a la edición, ha participado en las antologías poéticas Las noches de LUPI en Madrid (Ed. La única puerta a la izquierda, Madrid, 2014) y Amor se escribe sin sangre (Ed. Lastura, Toledo, 2015). En 2015 ha publicado su primer libro, 37´6 (Ed. Legados, Colección Netwriters Poesía).
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Si alguna vez fui feliz,
lo fui entonces, a 37 grados.
Nada debería existir.
Ni la tierra, ni el fuego,
ni el agua.
Mucho menos el aire,
donde respiran los demás
para dañarme.
Ni la esperanza.
Pero existe.
No hay palabras.
Y existe.
Nada debería alzarse sobre la tierra
y llamarse tierra y ser barro y existir
si a la tierra se regresa
antes de crecer en ella.
Yo no he inventado este dolor,
y sin embargo, trazo cada día
el mapa de la lluvia en el planeta,
y es nuevo, cada día, para mí
el trazo de esta herida, de esta llaga,
que se expande,
que crece
cada día.
Cada día.
– Nunca creíste que fuera tuyo
un dolor tan antiguo, tan usado,
dicen, tan poco original.
Es mío.
Cada día le pongo un nombre nuevo:
lo llamo pie,
lo llamo estómago,
lo llamo rodilla,
lo llamo cabeza,
cansancio, malestar,
canas, cuello, manos, huesos.
Y de todos,
mi favorito es insomnio.
Lo llaman insomnio.
Lo llaman insomnio los enanos.
Y los Hombres Malos.
*
LOS HOMBRES MALOS
Los hombres malos sudan,
como los lobos y los perros,
y no lo hacen por la lengua,
sino por la sed.
Los hombres malos viven en caracolas
y reducen la enfermedad a los síntomas del miedo.
Nunca hay garantías de nada
pero dicen que todo va a ir bien.
Y duermen. Pueden dormir.
Yo veo la risa de las calaveras.
Y oigo, de sus dientes, el crujido hueco.
No os riáis del llanto de las delicadas amapolas,
que pierden con el aire sus pétalos sangrando,
pero si reís, reíd mientras podáis,
y antes de que alguien, a la fuerza,
os rompa la boca y os la abra
para meteros flores en la garganta
y comprobar que ya tenéis
los dientes amarillos
y un cascabel de acero
haciendo contrapeso
en vuestro centro de equilibrio.
Antes de que alguien os la cierre,
la boca, y selle vuestros labios
y pegue vuestros párpados.
Y ponga tapones en vuestros orificios
para que nada entre, y nada salga.
Ni se escape el alma en forma de excremento.
Reíd, antes de que en vuestras ingles
crezca, como si fuera cierta, la lavanda.
Por ser hombres malos
que no ven, que no sienten,
que trabajan con distancia
para no salir heridos.
Que con distancia aséptica cogen
las pinzas con otras pinzas
y estas pinzas con otras
y estas otras, con otras.
Y con guantes, sobre otros guantes.
Por ser hombres malos,
os quiero condenar,
pero no puedo.
*
EL HOMBRE
El hombre es el universo.
La cascada de sangre humana,
de sangre oxígeno, de sangre antídoto
contra el terror. El hombre.
Sin palabras para el ciervo, que se esconde
pero espera una salida, espera la carrera,
la última carrera, espera que sea breve,
espera que no dure, espera que sea rápido.
Que sea simple.
Que sea certero.
Que sea firme.
Que sea hábil.
Que sea diestro.
Que sea, al fin,
el fin, del fin.
Y no volver,
no volver.
Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr (La isla de Sistolá, 2015) de Ana Llurba
Ana Llurba nació en Córdoba, Argentina, y desde el año 2008 vive en Barcelona, donde estudió Teoría Literaria y Edición en la UAB. Acaba de ganar el I Premio de Poesía Joven Antonio Colinas y en septiembre publicará en la Editorial Sistolá su primer poemario Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr. Ha trabajado de docente, librera, camarera, asistente editorial, redactora, chica-para-todo, copywriter y cada una de esas experiencias tan robertobolañizantes de inmigrante desarraigada en España aún conviven en feliz armonía con ella. Le interesa la confluencia de la autoficción, la apropiación crítica de la autoayuda y el fracaso. Colabora con varios medios y coordina Honolulu Books. Vive en un estudio muy pequeñito a pocos pasos de una estatua de Colón que no señala a América.
***
El espíritu de mi época
durante muchos años intenté sustituir mi apellido
por el nombre de un fantasma bonachón
lo había encontrado en una nota al pie
de un libro de mi madre
y al igual que el espíritu de la Navidad
me lo imaginaba sobrevolando los raros peinados nuevos
de Byron, Hegel y Mary Shelley
como si al fin hubiera entendido un antiguo secreto
descubrí al Zeitgeist enredado entre las cuerdas de un bajo
y en una época de obediencia, sombra y resignación
él se convirtió en mi guía espiritual:
tocaba su instrumento con dos dedos y sólo se manifestaba
ante los desconocidos que le ofrecieran
un souvenir adornado de tantas estrellas brillantes
diminutas bombillas fugaces como las que enmarcan
el rostro de la virgen María
con la palabra generación
ahora no es más que un mendigo ciego en una esquina
un testigo de lo que sucede
cuando no sucede nada
y nada
no es la muerte
oscura y gloriosa
separación del cuerpo y el alma,
sino el desencanto
esa medalla romántica
que ahora habita
en sus ojos
*
Cosas que no me importaría olvidar
La vida es demasiado seria para que yo siga escribiendo.
Lydia Davis
paisajes con nieve,
abedules
y osos que toman vodka
en tacitas de té
de eso iban todas las novelitas rusas que no escribí
porque sé que ya no soy joven
y por eso he aprendido
que de todas mis actitudes de vanidad y auto complacencia
como apoltronarme en este sillón de bambú
o convertirme en una experta en la genealogía de las casas reales
simular que no conozco el final
de esas naturalezas muertas con libros
es lo mismo que esconder
estas delgadas placas córneas
situadas en las extremidades de los animales vertebrados
para arañar, rasguñar, aferrarme con miedo
a la ilusión de que todo movimiento
siga siendo cacería
*
Teorías de la catástrofe I
solo como experimento mental:
podríamos cambiar
otra vez
por completo
todos nuestros proyectos de futuro
y agrupar el conjunto en torno a
por ejemplo
alguien que silba en la oscuridad
No serás mi baby (kriller71, 2015) de Violeta Niebla
Violeta Niebla (Málaga, 1981) estudió Filología Inglesa. Trabaja en el ámbito de la gestión cultural coordinando eventos y talleres y comisariado de exposiciones. Desarrolla su faceta artística en los campos de la fotografía, el teatro y la poesía. Ha publicado sus poemas en las revistas literarias Litoral y Mitad Doble y en la antología Obituario.
***
Plantas de interior
mi cabeza es este césped que pisas sin parar
*
El futuro de la automoción
Todo el mundo se salta este semáforo
a veces tengo dudas
las ruedas temblando
el balance de fin de año
no sé si me acuerdo bien y conducir era eso
*
Historia
nuestro museo emocional acabará ardiendo
Poto y Cabengo (Valparaíso, 2015) de Alejandra Vanessa
Alejandra Vanessa (Córdoba, 1981) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba. Ha publicado el poemario Colegio de monjas (mención especial del Premio Andalucía Joven de Poesía 2004; DVD, 2005) y el libro híbrido El hombre del saco (El Gaviero, 2006), así como los cuadernos Brevas novas (La Bella Varsovia, 2004), La fiesta de pijamas (2005) y Marilyn quiso ser Marisol (Banderines del Zaguán, 2010). De igual forma, sus poemas han sido incluidos en revistas y antologías como Que la fuerza te acompañe (El Gaviero, 2005), Hilanderas (Amargord, 2006), Los jueves poéticos II (Hiperión, 2007), Las Noches del Cangrejo (Cangrejo Pistolero, 2008) y Un rayo que no cesa en los Patios de Viana (2010). Ha recibido diversos premios por sus relatos infantiles. Coordinadora de la VII Edición del Programa por el Fomento de la Lectura El Placer de Leer. Imparte talleres de escritura creativa para Cosmopoética, es una de las cofundadoras de la editorial La Bella Varsovia, donde ha ejercido durante diez años la labor de editora y gestora cultural.
***
Christine es solo un sustantivo en el sistema de la lengua.
Una madre en la escala de mamás.
Suena a tictac de bazar paquistaní.
Con sus manos espanta moscas lo mismo
que da las buenas noches, chicas.
Complacientes y torpes, sus manos esconden
una erección frustrada,
una alianza de platillo en el dedo corazón.
Hasta que la muerte nos separe.
El día de visita esconde la pelusa que queda tras
la puerta en el puño cerrado.
Y reza:
Christine ingenua,
ruega por nosotros.
Christine alemana,
ruega por nosotros.
Christine barbitúrica,
ruega por nosotros.
Tras las gafas, las perlas y las esperanzas de plástico,
Christine ruega por Grace y Ginny,
y en blanco y negro la observa, impasible,
un retrato de juventud,
sobre sus manos castigadas por el miedo.
*
Cuando las palabras no dan, las pronuncias despacio en
tu mente para que suenen distinto:
conversación – escoba – Alejandra.
Al otro lado, la chica de urgencias insiste:
dónde me encuentro, no sé dónde,
mi nombre, lo pronuncio, para que suene a otra cosa,
conversación, converso, conversión,
cruzo la carretera sola, junto a la niña
que pasea el perro del vecino,
en la lengua se traban mis rodillas, titubean los dedos de los pies, solo soy conversación,
y yo no puedo, soy, darte conversión, muy despacio,
que suenen a otra cosa mis palabras:
escoba – Alejandra – TAC – necesito,
y mi nombre salga en una palabra con el tiempo,
el tiempo,
cuánto tiempo,
del tiempo,
ni idea.
*
De repente es lunes.
Apenas amanece y la familia Kennedy desayuna en casa.
Las chicas toman cereales con leche en el dormitorio.
La abuela reza ruidosa en la cocina frente a un combinado
de huevos a la plancha y tres tiras de bacon.
En el sofá el padre simula remover el azúcar mientras
hojea las páginas de contactos.
La madre tiende una lavadora y espera a media mañana
para picar algo. Tortitas bañadas en chocolate,
treinta kilocalorías por unidad.
Es lunes.
Y cada lunes comienza una nueva dieta.
La paciencia de los árboles (LeTour1987) de María Sotomayor
María Sotomayor (Madrid, 1982). Poemas suyos han sido traducidos al portugués y publicados en diversos formatos digitales como: Letralia, Ácracia pour les porcs, Inspirulina o Permítanme ser hombre, entre otros. Ha participado en varios fanzines, como el nº1 de Aerostático Grotesto (ediciones Aerostáticas). O en los libros digitales de Dara Scully “Tus ramas/mis huesos” o “Dientes de leche”. Publicó su primer poemario en 2013 “Estoy gritando, me conocí de esa manera” (Canalla ediciones) y en unos meses publicará el que será su segundo libro “Nieve Islandia”. En la actualidad compagina su trabajo de interiorista con la publicación de libros de otros autores en la editorial Harpo libros, dice que así hace de sus miedos un lugar más habitable. Su último libro es La paciencia de los árboles (LeTour1987, 2015). Se la puede leer en su blog : “Cartas desde Reykjavik” (mariasotomayor.blogspot.com.es).
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Pequeños y encarnizados metales
de punta
alargan su mano de acero
y tejen una palabra en el costado
han caído temporales
han caído las casas en tu guerra
y vemos marcharse a las bestias
recorriendo el hombro hasta la palma de la mano
después dormimos cuando la rabia ataca
y se nos caen las tripas con saña ante las sogas
se nos caen como un aplauso ante una tumba
un perfecto nudo de estómagos en los tobillos
pero no hay que perder el cabo del hilo
los gritos melancólicos en esta edad tan flaca de caer
están en que nadie te dijo que después de todo
el sonido de la metralla sería lo único que recordaras
*
Yo a ti te quiero
cerquita del pecho siempre
te quiero lejos de la crueldad
de las habitaciones por las noches
pálida y vieja ballena
te quiero
talismán de pie
balanceándose en señal
del cirujano sobre las caderas
un silencio en el mal de los hombres
el cabello anudado a los brazos largos
que rodean los árboles creciendo entre nosotras
sólo la tarde se ha hecho minuto
conteniendo una línea en el bostezo
la tristeza es larga y la confundimos
por eso necesitamos nudillos firmes
golpeando las mesas
la carne de tu carne en un guiño
fragmentos de seda en la vieja madre
*
Volveremos a estar juntas
para hablar de nuevo con estas voces nuestras
de carne y estómago
y no con los demonios de tus noches
de esas noches tuyas de pájaros en las caderas
cuando volvamos nosotras
a estar juntas y prender el verde
y el fuego para calentar la leche
y a oscuras sentarnos para toquetearnos los bordes
para ser negras, para beber de las manos
como insectos salvajes de nuestro lado más temible
alzaremos el cuello para contar los aros
en ese instante sublime
de olvidar la palabra que utilizaron para nombrarnos
Desbordamientos (Tigres de Papel, 2015) de Laia López Manrique
Laia López Manrique (Barcelona, 1982) Estudió Filosofía y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universitat de Barcelona. Ha publicado los poemarios Desbordamientos (Tigres de Papel, 2015), La mujer cíclica (La Garúa Libros, 2014) y Deriva (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012) y colabora en diversas antologías y revistas literarias. Es una de las editoras de la revista digital Kokoro: www.revistakokoro.com
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Avant-tropos
El texto está vacío porque la vida está vacía
El poema ya no es el poema. Es una inmensa mancha
de la que caen, desplazadas a los lados, las palabras de
la última crecida.
Cuánta oscuridad he tragado
Ahora eres un interludio una ronda apócrifa
Escribías para no matarte
Escribirías para no matarte
Escribirías para acuciar para acuchillar para hervir
deslindada y distante para aullar loba para salir
enferma para refundar
No hay poema. No habrá poema. El poema será una
habitación cuadrangular. Porción roja de médula ca.
liente. Inter. Interregno. Entre. Entrelínea. No hay
poema. No habrá poema. El poema será una sonda.
El poema será un recodo. Un resto. El poema no será,
el poema no, el poema no será.
La última crecida se llevó los cantos
La vida está vacía. El texto está vacío. La vida está
vacía. El texto. La vida. Recogida. Placer. Meridiano
insalubre
El vacío es un sistema de lociones posibles
Y aquí empieza
*
ellas se dirigen al umbral de la casa de ella
le llevan flores
auspician su partida
preconizan
«no es ése el camino» salmodian mientras ella (perforada)
[las imanta y repele
el poema ya no reconoce sus límites
«escribe» le dicen
casi gritando
el poema ya no reconoce sus límites
el poema sucede
la aborda
caliginoso
nervudo
ella ya no canta
ella ya no va a cantar
ella
ahora
revela el contraplano
frente a ella la boca aparecida dirime:
«¿si ya no hay palabras dónde habitarás?»
ella se mira los dedos los encoge
resigue despacio las membranas los surcos
la boca parecida de sí como un espejo
convexa donación del lenguaje
«escribe» le dicen
casi gritando
ella responde:
«el texto está vacío porque la vida está vacía»
¿o era al revés?
«el poema ya no reconoce sus límites»
ellas
contraplano en danza
obscena
delectación
le llevan flores auspician su partida le besan
lentamente la boca
ósculo macizo
«escribe» le dicen
casi gritando
ellas las aparecidas de la boca
retiran el rostro de ella los sargazos
retiran de su estómago el veneno
cicatriz marsupial manojo
construyen con él un nido transparente
hojarasca
asiento y sobra
del poema
ellas las encabalgadas las
desnacidas
arañan las paredes de su casa la de ella
amazonas menguantes tendidas en el suelo
reptan
fluidifican
«somos tus bacantes tus euménides»
«¿de qué se alimenta la ficción?» pregunta ella
como si una respuesta cualquier
pudiera ser posible
su boca la de ella apodíctica rueca se deshace
en el poema
un túnel una perífrasis una enmienda
donde ellas la encuentran
la vigilan
duermen
El Péndulo (Harpo, 2015) de Adriana Schlittler Kausch
Adriana Schlittler Kausch (Porto Alegre, 1982). Profesora de latín y griego en un instituto de Sevilla. Ha publicado Crueldades afines, Vacaciones (junto al compositor Julio de la Rosa) y Parches.
***
Llegué a un lugar. Allí no había patria, ni lazos,
ni buitres dando vueltas sobre el temblor de mi
cuerpo. Todo era sencillo (los charcos son lluvia al
comienzo de todo) y bullían las flores como una
maleza que teje su propia mortaja.
Y de la tierra crecieron los astros con lo que
construir nuestros días. Creció la miel, que se
anudaba con su paciencia de madre y el pájaro
habitando en las mejillas del viento.
Allí apareciste, entre tanta belleza.
Y el sol nos alumbró.
El lugar de allí y allí y la resurrección de una mariposa.
Los árboles a veces nos pueden oír.
*
Tal vez era así como yo te anudaba. Despacio,
como la estación se encuentra con el frío, dejando
fermentar la oscuridad. Así era nuestra entrega.
Cerca de la tierra titilábamos, palpando su
rugosidad.
Y esperábamos rancios con el paso del tiempo.
*
El silencio a veces se imprime justo en el centro,
donde el pecho cruje, donde el perdón tiene algo
de nicho, donde la voz inventa su atrezo de madre.
Perdiéndose entre la tierra mojada o arcilla, con las
flores cayendo como caen las lágrimas.
Estamos tan agotados que incluso el llanto, incluso
el llanto.
Siamesa (El Gaviero, 2015) de María Ramos
María Ramos (Almería, 1983). Sus poemas han aparecido en las antologías Hijas del pájaro de fuego (Fin de viaje, 2012), La vida por delante (En Huida, 2012), Sangrantes (Origami, 2013), Réquiem por Lolita (Fundación Málaga, 2014) y CON&VERSOS Poetas andaluces para el siglo XXI (La isla de Siltolá, 2014), así como en diversas revistas literarias, antologías digitales y fanzines. Ha traducido Tres mujeres de Sylvia Plath (Nórdica Libros, 2013) y a numerosas autoras contemporáneas como parte de las antologías digitales Birds poems y El porno combate la tristeza. Actualmente prepara la selección y traducción de la obra poética de Dorothea Lasky, de próxima publicación en El Gaviero Ediciones.
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Nunca anhelé la fertilidad y sin embargo fui madre antes de tiempo. Demasiado pronto, animal obsceno. Niña con una niña dentro. Presiono suavemente la piel de mi vientre, la piel de mi pecho. Cuánto ha sucedido aquí. Cuánto ha sido entregado. Crear una vida. Apagar una vida. Ambos son gestos de amor hacia el hijo, con la diferencia de que, en uno de ellos, la mujer se detiene y piensa en sí misma. No así. No ahora. Egoísta o temeraria. Estúpida. Estúpida. En cualquiera de los casos el sentimiento de culpa se elevará con sus ecos. Reconozco que arrojé el test de embarazo contra la pared. Reconozco el desgarro. Reconozco que mi voz cambió para siempre. Hasta qué punto mi cuerpo existe como realidad y no como un objeto dirigido por otros. Hasta qué punto mi cuerpo es un espacio propio. Nunca anhelé la fertilidad y sin embargo permití que creciese un panal entre mis huesos. Desde entonces mis manos conocen la suciedad del mundo, mis manos conocen el asco. Permitiremos que el hombre no se identifique con el hijo. Permitiremos que la mujer ingrese en las sombras. Permitiremos que la vida la arrastre hacia sus límites. Desde entonces he aprendido a existir en dos cuerpos. He cerrado mis heridas. Se han irisado mis bordes. Me detengo en el dolor sólo si voy a transformarlo. Joven, aún eres joven, me dicen. Aún podrás trenzarte en una familia. Aún podrás eternizar el círculo. Pero no deseo más hijos. No deseo reducirme a mi función reproductiva. Mi familia está completa, mi familia ya es real y respira entre mis brazos. Asumo nuestra belleza y asumo las pérdidas. Con frecuencia me pregunto qué siente una madre cuando un padre la acompaña, como extensión del cariño, como existencia simultánea. Con frecuencia me pregunto qué siente una madre cuando su sociedad la acompaña.
*
Eres la mujer
que camina
con una niña
sobre los hombros
la que erosiona sus manos
para ofrecer ternura
la que levanta la vista
y se enciende entre la hierba
pronto
a la que enseñaron pronto
que el pecado
tiene forma de manzana
forma de vagina
insurrecta
sacrifical
eres la mujer
que descubre las vocales
en la garganta de su hija
la que limpia la fruta
la que tiembla
lentamente
sobre el blanco infinito
de las horas
la que se desnuda con ella
la que se duerme con ella
la que se separa de su lado
y entonces respira.
*
El inmenso miedo sólo es inmenso a partir de tus cabezas, haciendo de ti su recorrido, de tu espíritu su canto. En algún lugar la escritura desea abandonar tu cuerpo para observarte. Generar, tras el dolor, silencio. No le abras los brazos. Cuando el fruto cae debe pudrirse antes de alimentar la tierra.
Wendy (Pre-Textos, 2015) de Martha Asunción Alonso
Martha Asunción Alonso (Madrid, 1986) es licenciada en Filología Francesa y titular de un máster en Historia del Arte. Como docente, ha residido en diferentes destinos de la Francia hexagonal y de ultramar. Su poesía ha obtenido distinciones como el Premio Adonáis o el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández, otorgado por el Ministerio de Cultura. Es autora de los poemarios Skinny Cap (Libros de la Herida, 2014), La soledad criolla (RIALP, 2013) o Detener la primavera (Hiperión, 2011), entre otros. Wendy, su octavo libro, es filiación y equipaje para el vuelo: relato de una voz al aire, hija y hermana de tantas voces altas de mujer.
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Warning
Les éléphants sont contagieux.
PAUL ÉLUARD & BENJAMIN PÉRET
No te acerques a mí. Estoy hecha de islas
y las islas, igual que Peter Pan o
que Rimbaud, son un ayuno de la sangre bíblicamente
contagioso.
No vivo para el roce.
No nací por albura ni soy carne de cisne.
Mi padre no es mi padre, sino el nombre de mi padre.
He mamado en las torres aquitanas leche
de soles pardos. No
te acerques a mí: la hiedra
mata.
*
Mutaciones poéticas
En mi familia no hay poetas.
Pero mi abuelo Gregorio,
cuando regaba el huerto en Belinchón,
se quedó tantas tardes
velando las acequias, murmurando:
No bebemos
el agua: es ella quien nos bebe.
El agua
es
la mujer.
No, en mi familia no hay poetas.
Pero una vez, muy niña, encontré cáscaras
de huevo azul
a los pies del almendruco.
Se las mostré a mi padre y mi padre, silencioso,
me enseñó a hacerles un nido
con ramaje;
y me enseñó por qué: hay pedazos de vida
que son
sueños enteros.
En mi familia, os digo, no hay poetas.
Pero cuando mi bisabuela
Asunción
contempló por vez primera el mar
-la primera y la única-,
me cuentan que se quedó muy seria, muy callada,
durante un ancho rato, hasta que dijo:
Gracias
por
los ojos.
No sé de dónde salgo. En mi familia
no hay poetas
malos.
*
Génesis 3:16
Con dolor darás a luz los hijos,
y tu deseo será para tu marido,
y é se enseñoreará de ti.
Con dolor cortarás mayonesa,
marchitarás la flor y el pan;
flotarás, nenúfar nigromántico,
por los pozos de Salem.
Con dolor.
El dolor de las hembras manatíes
y de la salamandras
negras de Los Alpes, que tardan tres
años en parir.
Con dolor agriarás la leche, el vino,
la miel de las colmenas;
mancharás cuando ames y arderás
sin ver el mar, descuartizada por caballos,
mutilada, violada en soportales
y en tu lecho violada, momificada en hiyabs,
hábitos o bikinis;
desfigurada con aceite hirviendo,
apuñalada en últimas páginas
del diario.
Con dolor.
Dolor del pulpo de hembra, que protege
los huevos de sus crías
durante un mes, sin salir de su gruta
ni probar alimento: muere de inanición
cuando eclosionan.
Con el mismo dolor darán a luz tus hijas,
y su deseo será para sus maridos.
El dolor.
Santidad de los reptiles.
El dolor del dolor, hasta que un viejo cuerpo nos aprendan
a erguirse y escribir.
Traje roto (Ejemplar único, 2015) de Alba González Sanz
Alba González Sanz (Oviedo, 1986) es Licenciada en Filología Hispánica y Máster en Género y Diversidad por la Universidad de Oviedo, donde actualmente trabaja como investigadora mientras realiza su tesis doctoral. Ha publicado los poemarios Apuntes de espera (Torremozas, 2010; XI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven) y Parentesco (Suburbia, 2012); además del cuaderno Traje roto (Ejemplar Único, 2015).
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Enfermedad
Tu cuerpo.
Te encerraste en él y ahora
te ahoga desbordándote.
Se alimenta de tu mal,
de tu descuido.
Guarda un deseo germinal,
un antídoto límpido,
pero lo aleja
de tu hambre voraz.
Porque sabe que temes.
Porque sabe que mientes.
Porque sabe que huyes.
Guarda una célula mínima,
un origen posible.
Cuando llores habrá de liberarse
por la sangre ahora espesa
de tu vida.
Una manzana enferma
es tu corazón.
Tu deseo dorado espera ansioso
el tiempo de la poda y del injerto.
*
Ruptura
Conoces el manantial.
Sabes que hay agua.
Laura Casielles
Mudar el cuerpo,
recordarlo antes
tuyo y solo.
Agradecer las capas de vida que lo ungieron.
Pero olvidar después, tacto-memoria,
lo que la piel supo una vez
y hoy ya no dice.
Aprestar otra vez
tu rumbo nuevo.
Llegan la noche, el miedo frío.
En el centro de tu centro,
una luz brilla.
*
Marentesco
El cuerpo de Mamá se fue volviendo rígido, trabajo
de huesos con memoria, y tú piensas
que el tuyo no, tu cuerpo no será rígido, trabajo,
porque hoy es carne caliente.
El cuerpo de Mamá te señalaba rígido, acusando
la soberbia infinita de las hijas que piensan su carne caliente
no rígida, trabajo, y se alimentan todavía
de los huesos con memoria.
La soberbia infinita de las hijas no escucha
el decir rígido del cuerpo trabajo de la memoria
que no acusa pero señala: os volveré rígidas, trabajo,
huesos con memoria
cuando aprendas
a reconocerte.
La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015) de Berta García Faet
Berta García Faet nació en Valencia en 1988. Es autora de los libros Manojo de abominaciones (XVI Premio de Poesía “Ana de Valle”; Ayuntamiento de Avilés, 2008), Night club para alumnas aplicadas (VII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”; Vitruvio, 2009), Introducción a todo (IV Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena”; La Bella Varsovia, 2011), Fresa y herida (Premio Nacional de Poesía “Antonio González de Lama” 2010; Diputación de León, 2011) y La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015).
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PRIMERA EPÍSTOLA A CAMIL C. STÎNGĂ
i.
en persona hablas conmigo en castellano
por escrito hablas conmigo en inglés
me duele mucho
te expresas mejor
en el idioma de tu exnovia
la irlandesa
que tiene un coño pelirrojo
y mínimo
lo sé por una foto
ii.
perdón por sacar otra vez el tema de tu exnovia
en realidad no me importa me da igual me da lo mismo
no estoy celosa ni nada sólo he mencionado a tu exnovia
porque me parecía que podría quedar bastante bien en el poema
en plan contrapunto anáfora o algo
el caso es que toda educación sentimental es básicamente
lingüística
ambos por desgracia hemos besado a gente francesa y sabemos lo que es
eso
compara cómo es hablar e-mail contra e-mail mejilla contra mejilla historia
de la lengua contra historia de la lengua
oficial
ahora yo soy tu exnovia
ahora yo soy tu exnovia pero tú sigues diciendo cosas del tipo
you don’t want a relationship with me ok?
i also told people i may come to NY but it does not change a thing now ok?
i don’t feel like talking with you now not now for sure ok?
ahora yo soy tu exnovia
iii.
cuando vivíamos en barcelona y nuestros labios
eran literalmente nuestros
labios
leíamos poemas en rumano
leíamos poemas en castellano
leíamos poemas en francés
tú corregías mi pronunciación en francés
aunque a mí no me gustaba nada tu pronunciación en francés
y te suplicaba que me leyeras más poemas en rumano o en castellano
a veces me hacías caso y me leías poemas en rumano o en castellano
aunque estuvieras hecho trizas
aunque al día siguiente madrugaras
mucho
post-coitalmente como todas las cosas
que dijimos
desesperados y dulces los poemas
manaban de la quietud
del frío
hay un verso de stanescu hay un verso de stanescu hay un verso
que escribiste en una postal desde
constanza
que nunca recibí
no leíamos nada en inglés nada en inglés nada en inglés
aunque te robé un ejemplar de alice in wonderland
que estaba en la estantería
no sé si esto tiene algún significado psicoanalítico o si admite alguna lectura
simbólica
iv.
cuando vivíamos en barcelona y yo no era tu exnovia
para que te enamoraras de mí
a veces te hablaba en rumano
con acento español
con timidez
ea devenise încetul cu încetul
cuvânt
para burlarme de ti para hacerte rabiar
para que te enamoraras perdidamente de mí
a veces te hablaba en español con fortísimo acento rumano
caía la nieve ne-gra
ne-gra
ne-gra
y tú te ofendías bastante y me decías que era una racista asquerosa
y yo te decía que no y me reía
porque tú te reías
aunque era un poco verdad
v.
cuando vivíamos en barcelona
cuando estabas medio dormido
o dormido
o feliz
cuando tenías sueño o cuando tenías sueños
que se cumplían
de repente me hablabas en rumano
sin darte cuenta
se te iba la cabeza al apoyar yo mi cabeza
en tu bellísimo esternón
aprovecho para decir que no entiendo cómo tu bellísimo esternón
no puede parecerte una maravilla de la naturaleza
imperdonable
dado todo el dolor dado todo el horror
que hay en este mundo
el caso es que de repente me hablabas en rumano
y te sorprendías si me quedaba callada no sabiendo qué contestar
y regresabas a algún lugar al que te gustaba regresar mi mano en tu mano
mi mano en tu corazón
de vez en cuando
yo me ponía muy contenta porque me parecía que podría
contar esto en un poema
y que quedaría bastante bien bastante melancólico
vi.
cuando vivíamos juntos en barcelona
hablarte en catalán era hablarte en el lenguaje del paisaje
where our love grew
en tus palabras
pero también era hablarte en el lenguaje de algún que otro exnovio
o de alguna que otra exnovia
o sea lo que sucede con todo lenguaje con todo amor con todo crecimiento
y decrecimiento
no hablo necesariamente de nosotros
hablo de todos nosotros
por eso no me gustaba hablarte en catalán
pero me gustaba hablarte en catalán
porque era hablarte en el lenguaje del paisaje
where our love grew
en tus palabras
y era pronunciar palabras mías que yo había perdido
dentro de mí
feia segles
y era pronunciar palabras que tú y yo podíamos ganar
por ejemplo
segles
y además uno de los hitos de nuestra relación tuvo lugar
en la playa de sa riera de begur
y en el castillo de begur
y además resulta que en el tren de camino a sitges
te enseñé la conjugación del presente de indicativo del verbo estar
que es fácil
vii.
resulta bastante ridículo que esté estudiando italiano
en brooklyn
para acercarme a ti
que estás en japón
sólo porque hiciste tu doctorado en florencia
y eres cuatrilingüe
según las malas lenguas más me valdría retomar el alemán
hace 10 años cuando vivía en boston tuve un amante italiano
muy seductor y muy cruel
soñé con él anoche
me gritaba algo muy alegre y muy irrelevante en pésimo inglés
jennybel también salía en el sueño pero en fin ni siquiera sé si te he contado
esta historia
el caso es que toda educación sentimental es básicamente
lingüística
y de alguna manera incomprensible
me ha dado por creer que si logro comprender
a dante alighieri
tal vez el paraíso
lograré comprenderte
menos mal
viii.
cuando vivíamos en barcelona
solías enfadarte porque era perezosa o cobarde y no leía a aristóteles
con atención
solía enfadarme porque eras perezoso o cobarde y no leías mis poemas
¿qué vas a hacer ahora con este poema?
¿lo vas a leer?
a veces yo estaba tú estabas nosotros estábamos
como ellos como unos ellos
cualquiera
en otro país
y por otros motivos
quiero decir que ninguno de los dos cumplimos
nuestras promesas más
sensatas
pero leíamos poemas
y nunca en inglés
ix.
cuando vivíamos juntos en barcelona
cuando di aquel recital de poesía en barcelona
tenía pensado leer delante de todos un poema
sobre ti y sobre nosotros
en rumano y en castellano
al final no conseguí inspirarme no escribí nada no leí nada
sobre ti o sobre nosotros
de todas formas tú grabaste unos vídeos bastante bonitos
que he visto tres veces porque salgo guapa aunque no me gusta cómo suena
mi voz
en esos vídeos
x.
cuando vivíamos en barcelona
cuando tenía pensado escribir un poema sobre ti y sobre nosotros
en rumano y en castellano
mi plan era escribir un poema tristísimo basado en la disonancia
y en el azar
no iba a ser un poema excesivamente filosófico
aunque pensaba aludir en algún momento a ese artículo académico tuyo
sobre el concepto de fe en dworkin y en derrida a la sombra de kant
en el contexto del debate del postsecularismo
para que te hagas una idea
por ejemplo había pensado en escribir algo del tipo
cuando tú tenías +13 años yo tenía -13 años
cuando tú sentiste en tus propias carnes la llamada de la revolución
el 17 de diciembre de 1989
yo pesaba 11’8 kilogramos y tenía los ojos azules y el pelo
negro
como tu pelo
cuando tú vivías en mozambique
yo existía tan sólo
como deseo como proyecto como burbuja dentro mi madre
y dentro mi padre
tan subconscientemente tan misteriosamente
que lo curioso es que ambos siguieron viviendo
sus vidas
cada uno en su respectiva ciudad
lejana cada uno
sin el otro
como si nunca fueran a encontrarse
pero se encontraron
se encontraron
cuando tú te marchaste a bucarest nació mi hermano y yo
no me acuerdo muy bien aunque dicen que me puse bastante celosa pero
enseguida
lo amé
mucho
mucho después
cuando yo me marché a inglaterra y cambié de religión para siempre
tú tenías mi edad
cuando tú tenías hambre y tu madre tenía hambre y tu madre pintaba
cuadros y cuadros y cuadros
yo no era nada
cuando aprendí a leer y a escribir no sé qué hacías tú
cuando lloré pensando que algún día mi madre y mi padre iban a morirse
no sé qué hacías tú
tal vez también llorabas tal vez estabas ligando con alguna chica bonita
hija de algún cargo del partido
cuando yo era una niña salvaje por los campos de castilla no sé qué hacías tú
tal vez eras un niño salvaje por las calles de târgoviște
o igual estoy calculando mal y ya estabas desmayándote
por los pasillos de la biblioteca nacional
széchenyi
de tanto alcohol o de tanta belleza
cuando yo me emborrachaba en vichy y en lyon y en estrasburgo y en parís
no sé qué hacías tú
cuando yo perdía el tiempo con aquellas personas no sé qué hacías tú
cuando te enamoraste por 6a vez yo me enamoré por 2a vez
oh lo recuerdo
muy bien
cuando tú conseguiste aquel trabajo en la universitat pompeu fabra
yo conseguí aquella beca para estudiar en la universitat pompeu fabra
cuando tú comenzaste a desenamorarte de ella y a enamorarte de mí
por 1a vez
yo no sabía nada
cuando me volví loca y enfermé tú te volviste loco y enfermaste
gravemente
en otro país y por otros motivos
cuando murió tu madre
yo no sabía nada
y me hubiera gustado saberlo
para besarte hasta morir hasta morirnos asfixiados de tanto dolor y
de tanto horror y
de tanta ternura
cuando te necesite
cuando te necesite dentro de muy poco tiempo
cuando te necesite dentro de muy poco tiempo tengo miedo no sé dónde
estarás
xi.
ahora vivo en nueva york
para que te hagas una idea
se me ocurrieron un montón de falsos paralelismos por el estilo
ahora vivo en nueva york
para que te hagas una idea
hablo en inglés escribo en inglés
hay un montón de cosas que se me ha olvidado decir aunque son muy
importantes
xii.
ya te dije hace unas semanas que llamé por teléfono al romanian cultural
institute
hace unas semanas
pero no contestaron mis preguntas
ya te dije hace unas estrofas que lo de nombrar a tu exnovia
hace unas estrofas
era sólo una estrategia poética
no sé exactamente qué significa este poema
a nivel psicoanalítico o si admite alguna lectura
simbólica
últimamente todos mis poemas son circulares
y estoy comenzando a hartarme
del invierno
quería evocar millones de detalles millones de casualidades millones de
poemas y cosas
que dijimos
sin tener que decirlo
directamente
en este poema tristísimo
o sea quería nombrar el correlato objetivo
el amor el lenguaje el crecimiento el decrecimiento todas esas contingencias y
cosas
que florecen en la quietud del amor del lenguaje del frío
pero no supe cómo
cuando ha pasado el tiempo
cuando ha pasado el tiempo
voy a mandártelo a ver qué te parece
espero que llores