JUANA CASTRO (Córdoba, 1945)
TODOS LOS DÍAS
Como un huracán, desde el silencio
me silba tu dolor, como si fuera un látigo,
y la lluvia no cesa
de dibujar tu risa en las aceras.
Todos los días
te morirás cantando
y yo te sentiré
tan solo sobre el tiempo
donde mi voz no alcanza
a despejarte el miedo de ser niño.
En las sienes me queda
la huella cristalina de tu paso,
tu infancia vertical, contra la nada
que siempre amuralló tu corazón de viento.
Y me quedan las manos, concavidad pequeña
donde fuiste granando y desgranando
en un polen fluvial las primaveras.
Tu molde en la mañana me desgaja
cada entraña de flor que me dejaste
y las fibras por dentro se me peinan
desenredando un pan como un cuchillo.
(De Del dolor y las alas, 1982)
CÁLIZ
Y ahora soy
tan igual a ti, madre,
que no me reconozco en el cristal
de este retrato tuyo tan presente.
Si supieras que todo
lo que de ti he odiado y maldecía
ahora en mí lo descubro
tan exacto y reciente como el cerco
de una piedra en el agua, repetida.
Vengo a verte de nuevo.
Tócame, pon mis dedos
aquí sobre tus llagas, y ábreme
esta rosa de espinas del costado.
Soy tan tuya que el mar
tu voz copia en mi voz para su canto.
Y me despierto, y en la hora vivo
tu misma inmensa sed, esa que siempre
en tus huesos vacíos
irremediable ardiera.
Yo no soy tu fantasma, quiero
crearte ahora en el filo
de quien te dio mi ser, resucitada.
De muerta a muerta, dime:
¿Quién amamanta a quién, serpiente mía?
(De No temerás, 1996)
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MARÍA GARCÍA ZAMBRANO (Elda, 1973)
soy capaz de vivir bajo tierra con tu rostro como única luz
he pactado con los alacranes una dulce muerte para el futuro
solo somos presente y escuchamos el caer del agua en la compuerta
este río es nuestro caudal para todas las estaciones
el trato será permanecer dentro la una de la otra como crisálidas enamoradas
tú eres mi hija pero yo soy tu hija: guíame
Inédito
LA TRISTEZA
Todas las madres que soy debíamos hablar
aproximar posturas
organizar un plan de acción para que no se desparramen
leche
lágrimas
suero
medicamentos.
La madre bandada de pájaros que espera la primavera
para regresar a su nido
sentada en la única silla que no está rota.
La madre jeringa de leche para un gorrión se posa
en la ventana.
La madre en carne viva sin ninguna medicina que la cure.
La madre esperanza que ata sus dedos al viento y anhela
la mueca que suture de una vez
la herida.
Todas las madres reunidas alrededor de un cuerpo
que redime
con su escasos centímetros
resolvemos:
hilvanar con un hilo esta tristeza
la desesperación de no ver a LA HIJA
solo un cuerpo que se desborda
e inunda los ojos
la boca
el corazón.
(De La hija, 2015)
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ISABEL NAVARRO (Petrer, 1977)
MATRIOTSKA
Todavía no te has abierto
y ya hay una tribu dentro de tu cáscara.
Entre la biología y la cultura
madre, tías, primas, hermanas, abuelas, vecinas y cuñadas
te asedian el insomnio.
Se alborotan
en el silencio embrionario de tu cuerpo.
PARTO II
Te sajaron el vientre.
Te encharcaron el cuerpo.
Te crujieron el útero.
Te aumentaron la dosis de benzocaína.
Te preguntaron sobre apellidos
y tú balbuceaste sobre lindes y matojos.
Para sentir difuso,
(como en los autos de choque)
cerraste los ojos
y esperaste el impacto.
Nacer no es una metáfora,
es un estrépito.
(Ambos de Cláusula suelo, inédito)
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MARÍA RAMOS (Almería, 1983)
Eres la mujer
que camina
con una niña
sobre los hombros
la que erosiona sus manos
para ofrecer ternura
la que levanta la vista
y se enciende entre la hierba
pronto
a la que enseñaron pronto
que el pecado
tiene forma de manzana
forma de vagina
insurrecta
sacrifical
eres la mujer
que descubre las vocales
en la garganta de su hija
la que limpia la fruta
la que tiembla
lentamente
sobre el blanco infinito
de las horas
la que se desnuda con ella
la que se duerme con ella
la que se separa de su lado
y entonces respira.
Eres la mujer
indiferente
instinto
de supervivencia
frente a instinto
maternal
aquella que durante siglos
abandonó a su bebé
en manos de la nodriza
la que ahogó sin dudar
a su octava hija
la que dejó sobre el hielo
los cuerpos deformes.
Eres la mujer
mundana
la que brilló
socialmente
y dejó de amamantar
rechazando
pudorosa
el olor
dulce y ácido
el olor
de su leche
lejos
los hijos
lejos
las cabezas
rojizas
las cabezas
gritonas
tras abandonar
las caderas.
Eres la mujer
voluntariamente
estéril
eres la mujer
preciosa
la incroyable
la merveilleuse
la que buscó
durante años
los destellos del mundo
y se adentró en los salones
y soñó con encarnar
la libertad de los hombres.
Inferior.
Materia pasiva.
Aristóteles.
Procreadora.
Sumisa.
Rousseau.
Deficiente.
Masoquista.
Freud.
Eres la dulce mujer grávida
del siglo
diecinueve
escuchando por primera vez
las normas
del amor infinito
del amor maternal
absorbida por la rutina
recogida en el regazo
encerrada junto a las alfombras
eres la madre pelícano
picoteando su tórax
hasta sangrar
para resucitar a sus crías
una diosa de cuatro brazos
el caos imprescindible
desde el que ensancha la luz
la cavernosa
la celeste
la que no supo amar
y entonces localizó
la imperfección de su siglo.
Eres la mujer
histérica
el útero
se ha desplazado
hacia los límites
de la cabeza
eres el ángel
del hogar
aquella a la que lo doméstico
conduce
silenciosamente
hacia el suicidio
físico
simbólico
emocional
o ficticio
solo algo rosa
tan solo un mueble
la que entona las nanas
la cuestionada
en su capacidad
la que es consumida
por la exactitud del fuego.
Eres la mujer
alrededor de la cual
se extiende
la inmensa marea
de los comportamientos
válidos
de los comportamientos
punibles
anegada por los milenios
imprimida tu médula
el amor
deberá comenzar
en tu vientre
el amor
deberá tocar fin
en ti
eres la mujer
que se desdobla
y recuerda
la que contempla el reverso
la que traspasa el umbral
la que desea elevar
sobre la inercia
las preguntas adecuadas.
(De Siamesa, 2015)
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hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhLuz Phhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
LUZ PICHEL (Pontevedra, 1947)
el sur mamá maría
al sur no te he llevado ni a la estación del sur
para que vieras planta 0 planta 1 planta 2
vista xeral
los precios los mapas los tickets los recorridos las
páginas del sur las noticias la cruz tan guapa
he de ir un verano contigo al cielo a ver la cruz del sur mam
el sur en todas las linguas do mundo tu nombre
de madre en todas las estrellas en todas
las vías de la leche
na nosa lingua ruin bonita nai
sur en francés escucha bien sur la table
sobre da mesa do sacrificio abríase a rapaza aquela
sur le pont d’avignon
l’on y danse l’on y danse
sur–face
que fan?
quen fai o sur?
quen constrúe o sur? quen aproveita o sur?
quen se aproveita?
les beaux messieurs font comme ça
et puis encore comme ça
(bang bang bang
un gesto guarro)
sur le sable se arrastraba la cobra del miedo
sobre la arena dejaba grabadas sus eses
vista general mama estas serán las eras de la memoria
l’on y dance tous en rond
les militaires font comme ça
(bang, bang bang
un homicidio un niño)
et puis comme ça
les beaux messieurs e les militaires
construcción del sur mamá patricia mare mâe
el nuestro el de ellas les belles dames
les belles dames dansent
elles font comme ça
et puis encore comme ça
o sur mamá eva mamá álvaro rafa guadalupe
francisca
rosalía alfonsina federico emily luis
mamá manuel
mamá manuela /
onde medraron as túas canelas migratorias
fracas na tabla do sacrificio
un día vamos a ir todas juntas allá hasta el sur mamai
aún nos han de ver danzar sobre la ese de la cobra
e puis encore danzar
vamos a ser todas unas bailarinas de primera mamá noelina
e os músicos farán así e así e así
e despois aínda si es caso outra vez así / comme ça
(De tra(n)sumancias, 2015)
21
Con mi lengua de madre lavaré tus heridas,
mi amor.
Te abriré las puertas de la casa
y te haré un caldo limpio
y pondremos en orden las paredes, los botes,
y todos los letreros de las fincas
que emborronaron con el líquido del odio.
Quiero borrar el odio de todas las señales.
Escupieron tu nombre
y te lanzaron piedras hasta acabar con los vallados.
Tu nombre con orín en los muros
con vinagre en los sobres de las cartas
y en las pantallas de los televisores.
Tu nombre con saliva de odio de siglos.
He aquí mi cabeza bien alta en busca de tus labios,
amor.
Mis manos altas atentas a tu cuello,
la altísima garganta del olvido cantando
el penúltimo
canto
del dolor.
(De El pájaro mudo, 1990)
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BEGOÑA CALLEJÓN (Almería, 1976)
CENICIENTA EXPULSADA AL PAÍS DE LAS CALABAZAS
Un día más permaneceré aquí sentada. A las puertas de Ildaboth.
Cuando pienso en los años en los que he creído que mi madre estaba muerta, siento ganas de arrancarme los ojos y entregárselos a ella. Pero ¿cómo cerrar la herida? Muchos me amaron porque me parecía a ella. El sexo me dejaba un sabor amargo. Reloj ausente de memoria. Tus dulces ojos verdes se escudaban ante el ocaso. Loba ingenua que cruza el bosque. Este nuevo país que se abre ante mí está cubierto de gotas de oro. Las cenizas quedaron atrás. Ahora soy la mujer que inventa un nuevo baile. Que escucha el rumor de los cascabeles en este lugar tan lejano. Soy un animal perfecto encerrado en un corazón que llora.
El tiempo se ha dormido en una jaula invisible. Sus barrotes pueblan mis sueños en espera de una triste mano amiga que me guíe hasta mi destino. Sé que los suburbios me la entregarán. Voluptuosa. Como una puta virgen. Mataría a todos esos desgraciados que me dicen que no saben dónde está. Los ahorcaría. Destruiría sus sueños. Rompería por fin el espejo. Siento frío en los pies. Está empezando a nevar. No quiero ser otra cosa que un suspiro, no quiero saber si tú también me buscas no quiero mirarte a los ojos porque entonces dejaría de buscarte. Toda la noche escribo nuestro encuentro. Hiciste de una niña un monstruo. Hiciste que te creyera muerta. Papá solo te obedeció. Te odio. Maldita ramera.
Miro a la estatua de fuego. La abrazo. He implorado tanto a lo largo de los tres días que llevo aquí que una lágrima ha caído por su mejilla.
Un pájaro negro vuela sobre mí. ¿Es un duende? Rompe el viento. Me mira, se ríe de mi soledad.
Coger.
Morir.
No volver a mirar.
Alguien canta una canción al otro lado de la puerta. En el jardín. Parece que le tiran piedras. Su cabeza sangra despacio.
Una voz dice:
– … pasa, aquí solo verás lo que quieras ver. Calabaza o zapatito de cristal…
Estoy mirándote con los ojos cerrados.
¿Alguna vez has olvidado algún recuerdo?
¿Quién será el que nos llenará de palabras y de dibujos estas hojas en blanco?
Allí está el castillo clavado al fondo de la ciudad. Llegaré hasta él.
¿Tú también sueñas? Cada una con su grito de guerrera.
Vence.
Algún día volveremos a encontrarnos.
(De Cenicienta en sangre, 2010)
Los dolores del parto no son míos,
son tuyos. Un bebé grita en algún
lugar. No soy mortal. Los adulterios,
como cordón umbilical, sonríen
al relámpago. Hilo a hilo tejes las
partículas del aire. Abre tu boca
repleta de falsedades. Tengo las
manos llenas de muerte. Tatúo
una y otra vez los vaivenes de mi
cerebro. Plath, soy un grito de dolor,
de ausencia, no una muñeca feliz en
su cocina. Cánceres en los árboles,
piedras en el camino, espejos donde
me escondo con las piernas cruzadas.
(De Cuando llegan las abejas, 2012)
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ANNALISA MARÍ PEGRUM (Palma de Mallorca, 1983)
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DIANE DI PRIMA (Nueva York, 1934)
que aprendan tus hijos, ¿te importa acaso
que sepan de factorización, de fórmulas químicas, de teorías
numéricas, ecuaciones, filosofía, semántica
lógica simbólica, latín, historia, o así la llaman, que no es más
que la simple historia del hombre occidental, la menos interesante
de las infinitas manifestaciones sobre este planeta ?
//
¿te importa acaso
que sepa alimentarse en medio del bosque, colocar de nuevo
un brazo roto, arreglar
su ropa, cocinar comida simple, ayudar a traer al mundo
un ternero o un bebé? a pesar de los coches,
¿no debería saber correr ?
cómo aprenderá estas cosas, acaso las aprenderá
aislado en una caja hecha de yeso, encerrada
en una caja de cemento llamada « escuela », papel entre sus manos
todo el santo día, sin moler arcilla ni mortero, sin
pigmentos, sin plantar en la negra tierra un puñado de semillas
llegada la primavera, cómo sabrá
atrapar un conejo, construir una balsa,
orientarse gracias a las estrellas, encontrar un suelo seguro
sobre el que dormir? ¿qué habrá hecho todos esos años
encerrado, como si el planeta no fuera más que un vehículo
con el que pasear nuestros inventos plásticos alrededor del sol ?
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que crudos poemas