Cuando rebasa el mar. Antología de poesía femenina argentina II

 

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Gabriela Luzzi

 

II

GABRIELA LUZZI (RAWSON, PROVINCIA DE CHUBUT, ARGENTINA, 1974)

Un campo bajo los pies de una niña que nombra el detalle: el frío, las migas de pan, la liebre, las flores en un vestido y la muerte.
Alguien, tal vez la mujer, se hace calor en el entramado de las palabras: como el aquel pájaro que alimenta,  como la voz poética de Gabriela, que aterriza suavidad, y ruje.

Lila Biscia

***

Bombones que van sobre papelitos

Veo a mi hermano en la puerta. Tiene cuadernos. No voy a la escuela todavía, digo. No sabemos leer, dice mi hermana. No importa, dice mi tía. Nos pone los pulóveres celestes que tejió mamá. Hoy los tres van a la escuela, dice. Sus movimientos son rápidos. Tiene la ropa arrugada y húmeda. Las otras hermanas de mi mamá están por el pasillo. Puedo escuchar cómo se silencian. Los maridos de las hermanas de mi mamá están en la cocina. Fuman cigarrillos armados.

 

 

 *

Mi cuarto es Siberia y a la noche tengo los pies helados. Cuando reparto los huevos me guardo algunas monedas adentro de las medias. Después le pago a los más chicos para que duerman conmigo. Otras veces me compro caramelos y los como a escondidas. Tiro los papeles al fuego. Una vez también tiré una figurita con brillantina que me regaló mi hermano. Se la dio una señora divorciada que él visita a la tarde. Mi hermano dice que la señora siempre pide que le saque los zapatos y le haga masajes.

 

*

Si hay asado los domingos viene el cura. Usa un cuchillo que le regalaron para su cumpleaños. Le gusta tomar vino con soda. Hasta la tarde me quedo descalza y como tengo los pies cuarteados mi tío me pasa la grasa que sobra. Una vez se me metió una espina, el cura dijo, cuando la espina se infecta el cuerpo la larga sola. Pero la espina también puede correr por las venas hasta el corazón. Una espina en el corazón te mata.

 

 

 

*

 

Liebre

 

El hombre

con la lámpara de kerosén

alumbra

a Liebre

recién nacido.

Mercedes lleva puesto un camisón

con moños de terciopelo

y alza las manos

para agarrarlo.

El reflector

de nuestra curiosidad

brilla a través de la lana.

-Su madre murió

en una trampa,

dice el hombre

antes de salir

y dejarnos en el aire

astillas

de su forma vacía.

Se va en busca de zorros

de colas iridiscentes

Liebre

tiene los ojos cerrados

su presencia

derrite la nieve de la ventana

nos hace girar

a su alrededor

Mercedes

sonríe

muestra su diente metálico

los pelos rubios electrizados

también flotan.

 

 

 

*

 

 

Escribí una poesía horrible

fría

es una poesía donde traté

de esconderme bajo una manta de lana cruda.

No sé si existe la lana cruda

es algo incómodo que yo inventé para taparme

y no fue suficiente.

Me veía

estaba junto a un chico

los dos desnudos

pero no somos una pareja

no somos hombre ni mujer.

Me veía todo el tiempo

de costado

había silencio

y a cada rato traté de que se prendiera una luz.

 

 

*

 

Lo único

que veo

es a mi madre

recostada

con una botellita que

sacó de la despensa
el pelo de mi hermana
en el vestido con flores
celestes sucias de veneno.

 

*

 

El kerosén
sube por la mecha
estalla dentro de la camisa
incandescente, provoca
una llama translúcida
de corazón lila.

 

 

***

 

Lleno el patio de migas

para que venga algún gorrión

que me haga acordar a

ese pajarito de la playa

que había adoptado a

otro más grande y

tenía que trabajar para

alimentarlo, a la tarde

bajaban el paredón, el grandote

gritando con el pico bien

abierto y el gorrioncito

trabajador cazándole

gusanos y mosquitas

entre la arena y los árboles

de manzana. Cuando salí

de ese pueblo fantasma

y costero, me dije,

si en la cuidad pueden

vivir los pájaros

también debe poder vivir uno,

pero la memoria necesita sus trabajitos.

 

(de Liebre, Ediciones Vox, 2015)

 

 

 

***

 

Mientras leo un ejemplar de poesía reunida

 

Paso cerca de una mujer de vestido

sucio y floreado que habla

sola

una primavera

encantadora como pocas, dice.

En el subte dos chicas

rubias me miran

mientras leo

y mi pollera se vuela

tocando el brazo

de un pasajero.

Un vendedor pone sobre mis piernas

un paquete de pastillas DRF

como las que veía en las

revistas que me regalaba

mi padre en esa casa no destinada

a que la habitáramos.

 

(de Un alhajero sin terminar, Ed. Santos Locos, 2016)

 

 

*

 

 

Gabriela Luzzi nació en Rawson, provincia de Chubut, en 1974. Lleva adelante el sello Paisanita Editora. Publicó Garfunkel, Eloisa Cartonera (2014), Liebre, Ediciones Vox (2015), La enfermedad, de descarga gratuita dentro de la colección Leer es Futuro del Ministerio de Cultura de la Nación (2015), Warnes, Eloisa Cartonera (2016) y Un alhajero sin terminar, Santos Locos (2016). Participó, entre otras, en la antología Veni Vidi Vici, proyecto Madonna, edición a cargo de Germán Weissi y Alejandro Parrilla (2015), 53/70. Poesía argentina del siglo XXI, Editorial Municipal de Rosario (2015), Vivan los putos, Eloisa Cartonera (2013). Administra el blog los escritos vuelan (http://losescritosvuelan.blogspot.com.ar/).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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