Rari Nantes de Alba Ballesta

 

 

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Rari Nantes de Alba Ballesta

Gadir (2015)

Se despertó de su ensimismamiento para ir al baño. Al bajarse los pantalones se dio cuenta de que no llevaba bragas y no logró recordar por qué. Demasiado débil para hacer suposiciones, demasiado débil incluso para mear. (pág. 24)

Desde pequeña, las novelas sobre novelas me dan miedo. Más que los fantasmas, que los conjuros frente al espejo a media noche, que las psicofonías de Cuarto Milenio. Estas matrioskas literarias me dan miedo porque suelen empezar con un planteamiento interesante que me emociona, me excita, y acaban por convertirse en pajas mentales de dimensiones estratosféricas en las que el autor se recrea en su conocimiento literario y nos muestra orgulloso su cola chamuscada de pavo real. Afortunadamente, Rari Nantes (Premio Joven de Narrativa de la Universidad Complutense de Madrid 2014) de la jovencísima Alba Ballesta, dista mucho de este tipo de ejercicios. Sí, nos encontramos ante una ficción dentro de otra pero cada página, cada párrafo, merece mucho la pena.

Su protagonista, Álvaro Aliaga, es un profesor de literatura con una vida bastante anodina y vulgar. Las clases en el instituto, con alumnos poco interesados en la materia, no son suficientes para dar sentido a su existencia e intenta compensar esa falta de pasión, presente en cada rincón de su rutina, con literatura, literatura y más literatura. Sólo allí consigue sentirse a salvo, entre iguales intelectuales. Las páginas de las grandes obras de la literatura universal son el único lugar donde los ritmos, los comportamientos y los deseos humanos cobran sentido. Ese refugio (o al menos él lo concibe así) le permite descifrar las leyes que rigen el mundo, un mundo en el que apenas participa. Irónicamente, así es como todo cambia de la noche a la mañana para Álvaro: su oasis de conocimiento se convierte en una auténtica pesadilla.

En una de sus largas caminatas por Barcelona, Álvaro entra en una librería de viejo en busca de algún texto que le ayude a consumir el tiempo. Mientras sus dedos deambulan por una pila interminable de libros, una novela, titulada Fotogramas psicosomáticos, le llama poderosamente la atención. No lleva dinero encima pero, de todos modos, la coge y sale del establecimiento, aprovechando un despiste del librero. La ansiedad por conocer el final no le permite dormir. La devora en tan solo unas horas. Atónito, descubre que él mismo es el personaje central de Fotogramas psicosomáticos; sin saber cómo, le han usurpado la vida y la han convertido en una ficción barata. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Qué explicación tiene? ¿Se trata de una broma cruel? ¿Se está volviendo loco? A partir de ese momento, su existencia da un vuelco de 180 grados y decide hacer todo lo posible para ponerse en contacto con el autor, un tal Conrad Desmond, y conseguir una explicación.

 

Cuando finalmente consigue una dirección postal y reúne el valor suficiente, le escribe una carta en la que le expresa su deseo ferviente de fijar un encuentro con él. Para evitar parecer un perturbado mental peligroso,  trama una pequeña mentira: le dice que por casualidad ha encontrado su novela y que, al leerla, se ha dado cuenta de que se parece muchísimo a la que él está escribiendo en esos momentos. Conrad Desmond, quizás movido por la curiosidad, accede a tomarse un café con Álvaro,aprovechando una visita a la ciudad que ya tenía planeada para dar, curiosamente, una charla sobre realidad y ficción en la Universidad de Barcelona. Hablan, discuten animadamente sobre literatura e incluso comparten anécdotas personales. Pero Álvaro, imbuido en su propia mentira, no se atreve a confesar la verdad y decide seguir indagando en la figura del autor para recuperar la identidad que le pertenece y acabar con este episodio surrealista de su existencia.

Tras el encuentro con el novelista, la obsesión por establecer una frontera sólida entre la realidad y la ficción invade el organismo de nuestro protagonista. Álvaro está decidido a recuperar su identidad cueste el precio que cueste.  ¡Llega incluso a disfrazarse con barba y harapos para acudir a la conferencia que Conrad Desmond da en la universidad! Poco importa que su mejor amigo y compañero de trabajo, Q., le recomiende que zanje el asunto de una vez por todas, que se aleje de ese sinsentido. Q. intenta llevarle por el sendero de la razón con amabilidad y mano izquierda pero Álvaro está decidido a salir de ese particular Show de Truman lo antes posible.

La lucha de Álvaro hace que personajes como el unamuniano Miguel, protagonista de Niebla, acudan inevitablemente a nuestra mente. Esta es tan sólo una de muchas referencias literarias con las que nos encontraremos directa o indirectamente.Apariciones como las de Flaubert, Zola o Verne son bastante frecuentes pero también acertadas y no entorpecen la acción de la novela; están ahí, nos acompañan y completan el sentido de Rari Nantes. Además, somos testigos de referencias mucho más populares, que enriquecen el texto y nos invitan a formar parte de él a través de nuestra propia experiencia.

Hay dos tipos de fumadoras, las que expulsan el humo por la boca y las que lo hacen por la nariz. […]las que expulsan el humo por la boca son elegantes, son ese tipo de chicas que se hacen las estrechas. Algunas lo son de verdad, pero para otras es solo una fachada que no hace sino ponerme más cachondo. Las que expulsan el humo por la nariz, en fin, esas son las putas que están dispuestas a hacerte cualquier cosa. […] Unos años más tarde Álvaro vio en el cine ‘La mamam et la putain’ de Jean Eustache. En esa película la protagonista Veronika […] acaba preguntándose entre lágrimas si es una puta, fuma en todas las escenas y expulsa el humo por la nariz.(pág. 104)

Alba Ballesta, a través de una narrativa sencilla, delicada y firme, juega con las expectativas del lector y nos arrebata el control que siempre creemos tener sobre las páginas de una novela. La distancia entre la ficción narrativa y nosotros muere en un juego exquisito que nos hará amar, aún más si cabe, toda esa literatura que hemos ido acumulando sobre los hombros a través de los años. Las historias y los personajes, que se solapan y conviven en una suerte de dimensiones paralelas, nos invitarán a leer cada vez más rápido, casi con ansiedad por saber qué ocurre con Álvaro y con los satélites que orbitan a su alrededor. Ya no somos capaces de discernir entre la realidad de la ficción y la ficción que existe en la realidad pero poco importa: solo queremos saber más, que las páginas se reproduzcan. Y es que, como en la vida, pese a la red de personajes que conviven sin tocarse pero se influyen profundamente, todo cobra sentido.

Su hígado se compone de chicles de fresa de mala calidad, de esos que se ablandan antes de que tiempo de hincarles el diente, al menor contacto con la saliva. Se acaba un cigarrillo y siente que se acaba un pedacito de ella, porque una calada más es un soplo menos. No importa, se decía. Para ella fumar era vivir y morir al mismo tiempo, respiraba a través del humo y el humo, a su vez, más que respirarla, la aspiraba. (pág.24)

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