La nueva dictadura curvy

Ilustración de Flavita Banana.

Curvas sí, pero no todas: un nuevo canon inalcanzable para la mayoría de mujeres

 

 

Saffi Karina.

Saffi Karina.

 

 

Saffi Karina mide 1,77 y pesa unos 60 kilos. Oscila entre la 38 y la 40, pero se la considera una chica curvy y trabaja como modelo de tallas grandes. Tiene una cintura redondeada, pero también un vientre extraordinariamente plano y unas clavículas bien marcadas. No parece el espejo en el que se identifiquen las chicas con talla grande. Y para la gran mayoría de mujeres que usan la 38 y la 40 (las tallas másfrecuentes en España) el mensaje es que tienen una ‘plus size’.

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“La palabra curvy nos parece una trampa. Un disfraz. Un eufemismo que nos hace un flaco favor”. Habla Elena Devesa, autora junto a Rebeca Gómez de Gordi Fucking Buena (Planeta), libro nacido del éxito de WeLoverSyze, una web para desacomplejar a chicas con sobrepeso. “Entendemos que es la palabra de moda, pero para la normalización de las tallas grandes no es nada positivo utilizar un término que no nos define”.

Y es que junto a Saffi Karina, una oleada de nuevas modelos curvy empiezan a llenar editoriales de moda bajo el espejismo de la ‘mujer real’. Chicas como Robyn Lawley, Katherine Howe, Bree Warren, Iska Lawerence y Jessica Lewis forman parte de las nuevas maniquís “tallas grandes”, aunque ninguna usa más de una 42. “Ahora se nos dice ‘vale, puedes tener un poco de grasa, pero solo localizada en los lugares indicados y además sin ningún tipo de marca’”, sentencia la coautora de Gordi Fucking Buena.

Bree Warren.

Bree Warren.

Robyn Lawley.

Robyn Lawley.

Iska Lawerence.

Iska Lawerence.

Porque las curvas se empiezan a aceptar, pero solo donde tocan. La fiebre curvy está cambiando el estereotipo de belleza femenina basado en la delgadez extrema por otro más exuberante, pero igualmente difícil de alcanzar. Mujeres, ahora podéis tener una cadera voluptuosa. Sí a pechos grandes. Bienvenidos los traseros bien redondos. Pero ojo, ni un gramo de más en el abdomen. Nada de grasa en los brazos. Papada ni por asomo. “Además de vientres planos y pechos y culos operados, también predominan las pieles tersas sin un gramo de estrías o celulitis”, apunta Devesa.

El delirio llega al extremo de que muchas modelos con supuestas tallas grandes usan rellenos de espuma para encajar en la ropa que promocionan. Así lo explicaba en una entrevista al digital femenino ‘Refinery 29’ Sabina, una modelo que ejerce como ‘plus size’ en Nueva York. Según los críticos con este método, “el relleno simplemente crea otro ideal de cuerpo para las mujeres de talla grande. Uno que puede ser tan difícil de lograr como el cuerpo increíblemente alto y delgado de una modelo habitual”, apunta el artículo. Ahí está Kim Kardashian, paradigma de la nueva mujer curvy, que no solo llama la atención por su trasero de enormes dimensiones, sino por la combinación con una cintura de avispa.

Barbie, espejo de tantas generaciones de niñas, también se ha apuntado a la moda. Aunque la nueva muñeca curvy lanzada por Mattel tiene, según un estudio de la BBC en base a las proporciones del juguete, una cintura de 63 centímetros. Sólo tres más del idílico 90­-60­-90, y nueve más de los surrealistas 54 que tenía la muñeca tradicional. ¿Es esta la mujer real? “Lo de la ‘belleza real’ se nos ha ido de las manos y se ha convertido en una opción estupenda para que decenas de marcas se suban al carro sin tener ni idea del daño que pueden hacer”, sentencian en su libro Devesa y Gómez.

Ilustración de Flavita Banana.

Ilustración de Flavita Banana.

Más benevolente se muestra Covadonga D’lom, autora del libro ilustrado Curvy (Lumen): “No se le está diciendo a las chicas de la 38, ‘a partir de ahora sois gordas, ¡fuera del paraíso!’. Se les está diciendo que incluso si alguien las considera una talla grande, no han contraído una infección ni deben ponerse en cuarentena, sino que también son hermosas”.

Para D’lom, que personajes como Kim Kardashian o Jennifer López generen noticias por sus excesos anatómicos es buena noticia, porque pone de manifiesto que hay otros modelos. “Y alcontrario de lo que pasa con la extrema delgadez, la talla grande se tiene, no se alcanza. ¿Pero qué hay de malo en desear tensar tu vientre y cuidar tu comida?”, defiende. Mirando el lado positivo de la moda, la protagonista de su libro asegura que la revolución curvy también le debe mucho a la silicona. Gracias a ella, encontrar un bikini bonito de talla XL ya no es un problema.

“Antes de que las chicas S empezaran a operarse los pechos hasta proporciones que las salvarían del hundimiento del mismísimo Titanic, encontrar una parte de arriba compatible con la vida y a un precio razonable era algo muy difícil”.

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