Mara Saiz: «Ayudar a otras mujeres me ayuda a mí misma de una forma increíble, somos espejos»

 

El ojo violeta

 

 

 

El trabajo de Mara Saiz es muchas cosas. Es color, es dulzura, es fuerza, es vida y es amor por una misma. Pero también es soledad, es melancolía y es una dulce decadencia, un ritmo suave de guitarra, un aire antiguo. Mara tiene la increíble habilidad de mostrar mujeres que se quieren por dentro. Que quieren quererse por dentro. Y así, va deshilachando su coraza, va mostrando su espíritu, hasta hacerlas sentirse bellas, grandes, poderosas. Para ello, las herramientas infinitas de una artista: flores y más flores, colores, luz en su sentido más pleno e introspección. Mucho mirarse por dentro y sacar hacia fuera. Porque la belleza de una misma reside justo ahí: en ser una misma.

 

Mara, ¿recuerdas tu primera fotografía? Tu primera fotografía como obra artística (y enséñanosla, por favor).

Primero de todo, infinitas gracias, Sandra, por la maravillosa introducción que has realizado sobre mi trabajo para dar paso a esta entrevista. Aún me continúa emocionando que todo lo que quiero contar de verdad llegue. Mi primera fotografía como obra artística fue un autorretrato; podría decir que a día de hoy, con mi vida patas arriba y en una situación personal muy diferente, me es extremadamente fácil sentirme en la piel de esta fotografía. Creo que es mi favorita porque me encuentre en el momento que me encuentre, me identifico con su significado.

 

Piel y espinas.

 

Cuéntanos la motivación principal de tu trabajo y por qué está centrado principalmente en la mujer.

Antes de contestar esta pregunta, veo necesario aclarar que puedo diferenciar dos vertientes importantes en mi trabajo; por un lado la fotografía sanadora (con mujeres, mis clientes), y por otro lado mi trabajo más artístico, con modelos. La motivación principal de la fotografía sanadora es sin duda el autorreconocimiento; mi misión en este sentido es devolver a la persona que retrato una nueva mirada hacia sí misma, es aprender a reconocerse y a mirarse de una forma sana, transparente y verdadera. En este tipo de fotografía me recreo en los paisajes interiores más que en los exteriores y
busco los colores o los grises del alma más que de la escena. Sin embargo, en la fotografía con modelos me permito crear a otros niveles, inventando atmósferas, escenas, colores e incluso personajes.

El autorretrato sería una mezcla de ambas vertientes. Y mi obra está centrada principalmente en la mujer por varias razones: La primera y la más sencilla es simplemente porque yo también lo soy, y por ello la unión, la comprensión, la empatía, la hermandad, la energía y la conexión en muchísimos aspectos es infinitamente mayor con mujeres. La segunda es porque ayudar a otras mujeres me ayuda a mí misma de una forma increíble, somos espejos. La tercera es porque en mi familia la mujer ha tenido siempre un papel muy importante y destacado, desde hace generaciones y eso ha provocado en mí, desde niña, una admiración absoluta hacia el poder de lo femenino. Por otro lado, necesito apuntar que cada vez más quiero adentrarme en la fotografía sanadora con hombres, y que si no lo hago más es porque son muy pocos los valientes que se atreven a desnudar su alma frente a una cámara de fotos.

 

Apenas apareces en tus fotos. En tu obra, al contrario que la de otras fotógrafas, apenas hay autorretratos. ¿Hay alguna motivación detrás de esta elección?

Por desgracia, lo único que hay es falta de tiempo. Uno de mis grandes propósitos para 2018 es volver al autorretrato y trabajarlo de forma constante. Es curioso porque es la parte de mi obra que más gusta al público, al ser sin duda la más mía, la más yo.

 

Tus fotos parecen delicadamente y finamente preparadas. Cuéntanos cómo sueles preparar los escenarios, los decorados, el atrezzo, las modelos.

¡Ay, Sandra… no imaginas la cantidad de veces que me hacen estas preguntas tanto en entrevistas como mis propios alumnos en los talleres…! Mis fotos no están preparadas prácticamente nunca. Mi trabajo nace de la más absoluta improvisación. Parto de un pensamiento semilla que me cambió la vida: CUANDO CREO, CREO. Salgo a una sesión de fotos con mi cámara, cuatro vestidos en la mochila y confiando en que todo va a salir perfecto; y así es. Mi creatividad despierta, me alineo con el universo y todo comienza a moverse en una armonía perfecta. De repente aparecen los lugares, los colores se complementan, la luz cambia… Y todo es perfecto, MÁGICO. Y es precisamente esta improvisación y este “crear al minuto” lo que trabajo en mis talleres.»

 

Como mujer fotógrafa, ¿crees que se infravalora tu trabajo en el panorama artístico? ¿Has sentido alguna vez que tu trabajo se valora con un sentido muy diferente al que pretendes?
En esta respuesta me arriesgo a no contestar lo esperado, pero he de decir (y toco madera), que no sólo no se ha infravalorado mi trabajo nunca hasta el momento, sino todo lo contrario. Es maravilloso que el sentido de mi obra se entienda y llegue tanto a hombres como mujeres (estoy segura de que habrá personas que no lo respeten, pero me siento realmente afortunada por sus silencios).

 

 

 

 

Cuéntanos qué opinas de la belleza y qué sientes cuando piensas en esto. ¿Qué tipo de belleza te gusta mostrar en tu trabajo?

La belleza… hoy por hoy la siento como el concepto más relativo del mundo. Soy relativamente novata en el mundo de la fotografía, y cuanto más me adentro en él y conozco a más artistas, más se transforma mi percepción y mi concepto de belleza. Así que opino que la belleza es algo vivo, tan vivo como tú y como yo, algo mutable y siempre sorprendente. Me gusta mostrar una belleza como dije antes, VERDADERA y real desde el alma; y la muestro sobretodo a través del color, las expresiones y las atmósferas que creo en cada foto. Quiero remarcar que el ser verdadera no significa ser cruda, pues para mí lo verdadero siempre tiene un componente de otro plano, místico y casi irreal; esa es la razón de mi uso del color.

 

Dinos algunas mujeres fotógrafas que te inspiren, que te motiven y que te hagan seguir creciendo.

¡¡Dios mío…!! ¡¡Hay tantas…!! Empezaré por mi Leila Amat, a la que además tengo la suerte de poder
abrazar alguna que otra vez; Brooke Shaden, Marta Bevacqua, Flora Borsi, Julia Margaret Cameron, Monia Merlo…

 

En tus fotos, la edición es un elemento fundamental. Además, tienes una maestría especial en el manejo de la luz y los colores. ¿Qué le dirías a esos/esas fotógrafos/as que piensan que editar las fotos las empobrece y les resta realidad?

Uff, esto es tan subjetivo, Sandra… Soy admiradora absoluta de muchos fotógrafos puristas que no editan absolutamente nada sus fotos y las trabajan incluso en formatos analógicos. Cada uno ve la fotografía a su forma, desde su sentir. Si para alguien la fotografía es realidad cruda, bravo; para mí la fotografía es realidad dual, es realidad pictórica, y por eso en mi obra me atrevo a decir que la edición es nada más y nada menos que un 50% del resultado final. La fotografía, el disparo en sí, es mi forma de ver el mundo, con mis ojos; y la edición es mi forma de colorearlo, tal cual lo siente mi alma.

 

Hablando de realidad, háblanos sobre la realidad que deseas mostrar en tu trabajo. ¿Cuál dirías que es tu finalidad principal?

Siento que ya he contestado anteriormente a esta pregunta (¡tiendo a enrollarme demasiado, lo siento!), pero a parte de mostrar cómo siento el mundo, busco que el espectador viaje hacia dentro de mis fotografías, se abstraiga y durante el tiempo que las piense, pueda vivir dentro de ellas e incluso comprender y casi abrazar a la protagonista.

 

Todos los artistas, generalmente, comparten miedos y esperanzas a la hora de mirar su propia obra. Cuéntanos tu gran miedo y una gran esperanza.

En esta seré breve. Mi gran miedo es dejar de emocionarme con lo que hago, pues la consecuencia instantánea sería dejar de emocionar también a los demás. Y una gran esperanza es poder dedicarme, durante una etapa de mi vida, exclusivamente al autorretrato. Y si me permitís otra, escribir un libro sobre retrato femenino (ya está empezando a tomar forma de verdad).

 

 

 

Sigo tu trabajo desde hace tiempo y sé que haces talleres muy variados y de diverso tipo, pero centrados sobre todo en el empoderamiento femenino. Háblanos sobre esta experiencia y qué te aporta a ti y a las personas que cuentan contigo.

Taller de Autoestima para princesas Extraviadas, así se llama. Recuperamos el significado real de la palabra princesa, pues su verdadero significado es PRIORIDAD, PRINCIPAL. Y eso es lo que buscamos, que toda mujer sea la prioridad y lo principal en su propia vida. Es una invitación que hacemos a todas las mujeres para mirarse de verdad, por dentro y por fuera, para conectar con su belleza y fuerza interior, su autenticidad, y emanarla también hacia el exterior, un recorrido por la niña y la adolescente que fuimos, recuperando lo mejor de cada una de ellas para incorporarlo al presente, al aquí y al ahora, donde podemos crear lo que creamos.

Las Princesas Extraviadas son mujeres que desnudan su alma y comienzan a tejer juntas sus nuevas ropas, que celebran la Vida y realizan un viaje de auto-rescate. Son mujeres valientes, con el coraje de reinventarse y mostrar su vulnerabilidad, de enfrentarse a sus miedos y remendar sus corazones rotos, de sacar brillo a sus sueños y disfrutar de todos y cada uno de los momentos de su vida.

El Taller de autoestima es un encuentro en el que durante diez horas, en un hermoso lugar, doce mujeres diferentes se conocerán entre sí y se reconocerán a nivel individual. Es un regalo que nos merecemos, una cita con nuestro gran amor, nosotras mismas. Una ocasión para mimarte, para recargarte, para recibir y recuperar todos esos pedazos de ti que has ido dejando por el camino. Es un viaje intenso, íntimo e interior en el que a través de diferentes dinámicas artísticas, meditaciones, música, y algunas propuestas que preferimos no desvelar, personalizadas para cada grupo, doce mujeres recuperan su valor y se empoderan, se escuchan, se comprenden, disfrutan, comparten, se sienten bellas por dentro y por fuera. Compartir estos encuentros con mujeres es sin duda una de las mejores y más enriquecedoras experiencias de toda mi vida. Y poder hacerlo de la mano de mi hermana es lo más bonito de todo.

 

Tu obra es muy personal y te identifica claramente. Muchas veces, una descubre su propio estilo a fuerza de analizar el trabajo propio, tal y como, por ejemplo, me ocurrió a mí, por lo que podría decirse que mi estilo me descubrió a mí. En tu caso, ¿te descubrió tu estilo a ti o fue al revés?

Pues estoy contigo, Sandra. Mi estilo me descubrió a mí. Aunque tengo que decirte que últimamente tengo una lucha con el tema del estilo porque me siento con ganas de escapar de él, lo que supone escapar de mí misma de alguna forma. Alejarme, arriesgar, reinventarme, fallar o acertar, JUGAR. No
quiero encerrarme en un estilo. Al igual que cada día me siento una mujer nueva, quiero que mi fotografía se sienta desde fuera igual de viva.

 

¿Eres una artista impulsiva o planificadora?

¡¡TOTALMENTE IMPULSIVA!! Mis mejores trabajos han florecido en momentos de estrés, bajo presión e improvisación máxima!!

 

Cuéntanos la peor experiencia profesional que hayas tenido desde una perspectiva de género.

No he tenido ninguna mala experiencia en este sentido.

 

Para finalizar, te pedimos tres palabras o conceptos que definan lo que quieres expresar en tus fotos. ¿Qué parte de ti estamos viendo en tu trabajo?

MUJER. ALMA. VIDA. En algunas de mis fotografías estáis viendo todo lo que soy, pero en otras
todo lo que me gustaría llegar a ser. A través de mis fotografías espero redescubrir mi propia luz y mis propios colores que tantas veces siento en escala de grises.

 

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