El giro conservador es un parásito adherido a tu cuerpo

“Yo apoyo a Planned Parenthood”/ “Paremos la guerra contra las mujeres”/ “Que no se retiren las revisiones para prevenir el cáncer” Washington March (21/01/2017)

 

 

“El prestigio de la hombría se consolida y las vidas

y los cuerpos de las mujeres vuelven a su legítimo dueño:

el estado patriarcal”.

  — Grace Paley

      La importancia de no entenderlo todo.

 

 

La foto con la que se abre este texto corresponde al primer día que Donald Trump ocupó junto a su equipo el Despacho Oval. En ese icónico primer día en la oficina presidencial, Trump abre delante de él una carpeta que despliega el poder del símbolo: la carpeta contiene la prohibición de financiación a organizaciones internacionales que lleven a cabo abortos o que den información sobre el tema (1). No se estaba firmando una política concreta: se estaba legitimando una orientación de gobierno en cuyo centro estaba el cuerpo de las mujeres. Y así se corrobora cuando, pocos días antes de escribir este texto, se filtra la propuesta del nuevo presidente de mantener la financiación a la organización Planned Parenthood siempre que se comprometa a dejar de realizar abortos, algo a lo que dicha organización se niega (2). Si, en efecto, se produce un recorte de la financiación a ésta u otras entidades que prestan servicios ginecológicos y a ello se une el posible desmantelamiento del llamado ObamaCare, que garantiza asimismo pruebas médicas y otros recursos de medicina preventiva para las mujeres (3), se puede concluir que el comienzo del mandato de Trump tiene ya una materialización clara: situar el cuerpo de las mujeres en espacios de mayor vulnerabilidad, riesgo y enfermedad.

 

En Polonia, tras dos legislaturas de la Plataforma Cívica, un partido de corte europeísta y democristiano, sube al poder Andrej Duda, líder del ultraderechista y ultracatólico Ley y Justicia. Poco antes de cumplir un año en el Gobierno, en septiembre de 2016, el Parlamento tramita una ley que pretende restringir las condiciones bajo las que una mujer puede acceder a la interrupción de su embarazo: la nueva norma pretendía realizar investigaciones en caso de aborto espontáneo y permitir únicamente la interrupción del embarazo si la vida de la madre corría severo peligro (4).

 

Restricciones similares pretendía la reforma propuesta por el entonces Ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, una reforma aprobada en el año 2013. Tras dos legislaturas socialistas en las que se habían aprobado importantes reformas en materia de políticas sociales y de igualdad, el nuevo gobierno conservador impulsa una reforma de la interrupción del embarazo que pretendía desmantelar de facto la legalización del aborto aprobada en el año 2010. La reforma impulsada por Ruiz-Gallardón planteaba un escenario en el que el aborto en la Sanidad Pública sólo estaría permitido en caso de violación o de grave riesgo para la salud de la madre. La posibilidad de interrumpir el embarazo en caso de malformaciones fetales queda en un espacio ambiguo: “todos tienen derecho a la vida”, sentenció el Ministro en sede parlamentaria, palabras de las que se deducía que la nueva propuesta sería más restrictiva que la del año 1985, en la que esta opción sí se contemplaba. El discurso político que se desprende de la propuesta de reforma convierte en sospechosas a las mujeres para dar prioridad a las madres: “el valor esencial de la feminidad es la maternidad”, alegaba el Ministro. Y, como tal, se ensalza el cuerpo maternal y se desprecia el cuerpo de mujer, convertido en un espacio subversivo que requiere sujeción y vigilancia.

 

 

El útero como espacio político (5)

 

“Si no puedes controlar tu cuerpo de tu piel hacia dentro,

no puedes controlarlo de tu piel hacia fuera, no puedes controlar

tu vida, nuestras vidas. Y eso significa tener el derecho a decidir

si vas a tener un bebé, y cuándo hacerlo, sin la intervención del gobierno

(…) Ya basta de preguntarle a papá”.

 

— Gloria Steinem.

Women’s March (Washington, 2017)

 

Los tres casos anteriores no son sólo ejemplos de giros conservadores, ese fenómeno que tan bien atrapa el concepto inglés de backlash. Son ejemplos, asimismo, de cómo el cuerpo de las mujeres se convierte en un espacio político prioritario a regular cuando dichos fenómenos se producen. Y, particularmente, en lo que concierne a los derechos vinculados con la autodeterminación corporal: los derechos reproductivos y los relacionados con la identidad de género.

 

La Política y las políticas públicas concretas tienen una dimensión encarnada no siempre debidamente visibilizada y debatida. Por ejemplo, la política puede definir nuestro cuerpo como un cuerpo imposible. La reforma polaca que pretendía investigar los abortos espontáneos constituye el cuerpo de la mujer que no ha podido llevar a término su embarazo como un cuerpo sospechoso, un cuerpo al que han de acompañar la revisión y la sospecha. En el mismo sentido, la que fuera Ministra de Sanidad, Ana Mato, impulsó una regulación que impide a las mujeres lesbianas en pareja y a las mujeres sin pareja acceder a la reproducción asistida en la Sanidad Pública, alegando que “la ausencia de varón no es una condición médica” (6). Con esta reforma se constituyen los cuerpos de esas mujeres como cuerpos ininteligibles para la reproducción o la maternidad. La política produce cuerpos imposibles, a los que aboca a la lucha por su reconocibilidad como cuerpos legítimos en el espacio público.

 

Otro ejemplo; la política nos constituye como hombres y mujeres con determinadas características, espacios, tareas. Es decir, produce relaciones de género. En la reforma de Ruiz-Gallardón, todas las mujeres eran madres. En la reforma de Ana Mato, todas las familias son heterosexuales. Cuando el Presidente de Brasil, Michel Temer, alega que “nadie es más capaz que la mujer de indicar los desajustes de los precios en el supermercado” y que “que los hijos tengan una adecuada educación y formación es, seguramente, trabajo de las mujeres” está ayudando a consolidar un tipo de relaciones de género: refuerza la desigualdad entre hombres y mujeres, señalando el lugar social legitimado para la mujer (el hogar) y sus tareas preeminentes (la función reproductiva en todo su espectro) (7). Al señalar los espacios que son legítimos para hombres y mujeres se pueden reproducir desigualdades y, al mismo tiempo, consolidar privilegios. No son desaciertos de personalidades machistas: son estrategias políticas que redundan en la vivencia diferencial de nuestros cuerpos, en las oportunidades legitimadas y permitidas para hombres y mujeres.

 

Todo análisis que descarte el impacto de la Política y de las políticas sobre el cuerpo omite una dimensión de estudio fundamental: cómo, desde instancias públicas, se produce y extiende vulnerabilidad corporal. Cómo la política produce cuerpos vulnerables. Por ejemplo, cuando se impide o dificulta interrumpir un embarazo en condiciones seguras en los servicios públicos de salud. O cómo la política expone a determinados cuerpos a la humillación. Por ejemplo, cuando se impide a niños, niñas y jóvenes trans usar los aseos de las escuelas de acuerdo a la identidad de género sentida (8).

 

Situar el cuerpo en el centro del análisis de nuestras políticas facilita entender que la Política no sólo invisibliza determinadas realidades sino que invisibiliza asimismo las vivencias de determinados cuerpos, a los que ignora o humilla. Y nos ayuda a entender que nuestros cuerpos no son sólo espacios físicos sino también espacios políticos y simbólicos.

 

La Política y las políticas no pueden evaluarse únicamente a través de la cuantificación de sus resultados, en términos de eficiencia y eficacia; en tal caso, se expulsaría del análisis cómo esas mismas políticas están condicionando nuestras experiencias, los espacios a los que podemos acceder, las decisiones que estamos habilitadas a tomar. Los riesgos, humillaciones y daños a los que puede quedar sometido nuestro cuerpo en áreas de política esenciales, como la política sanitaria, de cuidados o de intervención frente a las violencias de género. En el centro del debate político debería situarse cómo garantizar la indemnidad e integridad de nuestros cuerpos. De todos los cuerpos.

 

 

La respuesta feminista

 

«Para las mujeres la necesidad y el deseo de

apoyarse mutuamente no son patológicos

sino redentores, y hay que partir de ese conocimiento

para redescubrir nuestro poder»

— Audre Lorde

La hermana, la extranjera

 

Audre Lorde apela a la magia de la sororidad como fórmula de empoderamiento colectivo, como estrategia de resistencia feminista. En efecto, si bien la política puede extender vulnerabilidad o la posibilidad de un daño efectivo para nuestros cuerpos, siempre cabe imaginar respuestas posibles. Judith Butler señala que es precisamente la conciencia de nuestra vulnerabilidad, pero también de nuestra interdependencia, la que nos permite idear estrategias de resistencia frente al poder. De nuevo, es el vínculo el que tiene propiedades redentoras.

 

El ascenso de Trump al poder suscitó la organización de un conjunto de Marchas feministas multitudinarias por todo el país, en las que se clamó por los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos y por un feminismo inclusivo e inerseccional, en un ambiente de rampante homofobia, transfobia y odio hacia la población musulmana e inmigrante. Tal fue la reacción en el espacio público y virtual, que se extiende la opinión de que podríamos estar ante una cuarta ola feminista (9).

 

“Yo apoyo a Planned Parenthood”/ “Paremos la guerra contra las mujeres”/ “Que no se retiren las revisiones para prevenir el cáncer”
Washington March (21/01/2017)

 

“No pongas trampas en mi útero”
Washington March (21/01/2017)

 

También las calles de Polonia fueron testigo de la respuesta feminista ante la propuesta de restringir las posibilidades de interrupción del embarazo. El pasado lunes 3 de octubre se convocó un “Lunes Negro” en el que miles de mujeres salieron a las calles vestidas de luto en protesta contra las intenciones del gobierno ultraderechista. Tan sólo tres días después el Parlamento rechazó la propuesta, algo que no podría explicarse sin la presión feminista en las calles. La celebración del 8 de marzo ha servido para que la reivindicación feminista se uniera a la denuncia de la instrumentalización del cuerpo de las mujeres por parte del Gobierno.

 

“Mi cuerpo, mi elección”/ “Nada de ir a la cárcel por abortar”
Varsovia (3/10/2016)

 

En España, el 1 de febrero de 2014, apenas dos meses después de la aprobación de la reforma apoyada por Ruiz-Gallardón, se convoca en Madrid una gran Marcha que tomaría el nombre de El Tren de la Libertad (10). Organizaciones feministas de distintos puntos del Estado confluyeron en la capital para mostrar su rechazo ante la propuesta conservadora, clamando por el mantenimiento de la legalización del aborto, aprobada en 2010, y por el respeto y protección de la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Si bien la explicación de los fenómenos políticos tiende a ser multicausal, no se puede negar que la presión del movimiento feminista fue un elemento esencial en la retirada del proyecto, la dimisión del Ministro Ruiz-Gallardón y su abandono de la política.

 

 

La organización feminista Las Comadres impulsó un movimiento de rechazo a la “reforma Gallardón”, que resultó en una de las más multitudinarias protestas en Madrid.
Madrid (01/02/2014)

 

Es evidente que los logros en Política no son nunca definitivos sino que han de enmarcarse en procesos que requieren una continua atención y cuidado. Pero es innegable que cuando una política conservadora comienza a adherirse a nuestra piel y a poner en riesgo nuestro cuerpo es tarea de todas desarrollar estrategias de cuidado mutuo y resistencia colectiva. En situaciones de mayor vulnerabilidad, mayor fuerza de los lazos comunitarios. Como diría Audre Lorde, para así redescubrir nuestro poder.

 

 


 

NOTAS

 

(1) Por ejemplo: http://www.bbc.com/news/world-us-canada-38729364

(2) Por ejemplo: http://edition.cnn.com/2017/03/06/politics/donald-trump-planned-parenthood-funding-abortion/

(3) El ObamaCare y los servicios específicos sobre salud para las mujeres (http://obamacarefacts.com/obamacare-womens-health-services/). El ObamaCare fue la principal política sanitaria impulsada por Barack Obama; se basa en la ampliación de servicios sanitarios asequibles para población que, hasta ese momento, quedaba abocada a servicios privados de salud o a la beneficencia.

(4) Por ejemplo:

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/03/actualidad/1475520254_916410.html

(5) El título de este epígrafe se inspira en este texto imprescindible de Paul B. Preciado:

http://blogs.publico.es/numeros-rojos/2014/01/29/huelga-de-uteros/

(6) Véase:

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/23/actualidad/1374575386_841886.html

(7) Véase:

http://internacional.elpais.com/internacional/2017/03/08/actualidad/1489008097_657541.html?id_externo_rsoc=TW_CC

(8) Véase: http://www.sfchronicle.com/opinion/editorials/article/President-Trump-rejects-fair-treatment-for-10955381.php

(9) Por ejemplo: https://news.vice.com/story/three-historic-womens-strikes-that-came-before-a-day-without-a-woman

(10) El documental que relata ese día histórico: https://vimeo.com/99974636

 

 

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