Reseña de «Espacio Virgen» de María García Díaz

 

 

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Espacio Virgen. 2015. María García Díaz, (Madrid: Torremozas). XVI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven.

 

 

El miedo multiplica las formas. Inagotable, proyecta sombras desde cada objeto disponible en el paisaje. Un recorte de la idea de yo se convierte en un yo—en peligro, yo—amenazado por la contaminación, por el avance y el ataque de lo otro. María García Díaz (1992) en su libro Espacio Virgen, merecedor del XVI premio «Gloria Fuertes» de Poesía Joven, pulsa la escritura hacia un estado de las cosas en su primera entereza; un pacto del habla donde la blusa es blusa y el trigo es trigo, donde el territorio virgen quiere sacudirse la ideología de la decencia y se presenta como una corporalidad «negra y hermosa».

 

 En un abrazo que activa tanto lo general como las expresiones más íntimas de los espacios a priori privados (la casa, la memoria), María García Díaz teje una búsqueda poética de afinidades esenciales bajo la propuesta de reconocer «lo Otro» como parte de lo que nos conforma: «Redefinamos lo otro como extensión de nuestras manos/ si somos todo nada querrá herirnos» (45). Al cambiar la voluntad en la agencia a ese «nada querrá herirnos» y llevarlo a una postura de paz y reposo, María también formula una fortísima afirmación que tal vez podría traducirse del siguiente modo: Nada podrá herirnos si nuestra idea de yo acepta su ser—parte indivisible, estar en todas las cosas, cuerpo tranquilo en sus transformaciones.

Deconstrucción y celebración expresiva (canto) son los movimientos que integran a la voz poética en un mundo substancialmente afín: «No tiene por qué ser triste/ asomarse a una calle extraña/ con edificios que olieron a muerte/ un domingo de otoño»(51). Desde su especialización académica en el campo de la Física, María señala la construcción del discurso científico a través de un lenguaje que necesariamente modifica «lo real» al tratar de nombrarlo desde la actualidad de las morales de turno. La edificación de la «realidad» es por tanto una tarea que comprende el ejercicio científico y el poético: reconocer esto abre un potencial enorme de intervención creativa. «Tengo un dolor que es culpa del pueblo» (24) el sujeto hablante hereda una idea de mundo donde la parte mamífera se debate entre: 1) la obediencia a la norma cultural y 2) lo que favorece una vida buena, entendida como aquella que busca evitar el displacer y tiende a la fluidez en sus funciones. En Espacio Virgen encontramos un camino tierno hacia lo último, eso que también se llama felicidad bien entendida, y que precisa un escapar de cualquier régimen de auto-negación. El «cuerpo bueno» (15) que llena las páginas de este libro, encuentra esa felicidad en pequeñas materialidades de una belleza que emociona.

 

 Un recorrido, casi una caída a lo concreto, nos lleva a la presencia indiscutible de «la manga negra de un jersey» (13) o de la compañía de la amante «ella aguarda como ética callada» «calor, rizado chocolate». El amor ya no se funda en una lucha de fuerzas contrarias, y el dualismo, ya desbancado por las ciencias, no tiene lugar en una erótica que desea «Un cuerpo raso que no hiriese / un cuerpo que fuera de la otra/ casi tanto como mío» (28). La escritura templa y registra como familiar lo que la cadena de significantes va alejando del cuerpo que los pronuncia o escribe: «Es niebla la frontera/ entre el deseo y lo real» (25).

La sección segunda «nosotros deconstruimos» abre con el poema «Poética» que manifiesta abiertamente ese ansia «De ser fisura en la realidad alienada de realismo/ de deformar los espacios/ ilegítimamente concedidos/ al sujeto y al objeto». Cierra aquí con una victoria radical después de la crítica a todos los heroísmos: La imagen de una «lluvia incisiva de chocolate» cayendo vehemente «sobre las tensas estructuras»(23). Esta victoria es el triunfo de la vida desnuda, su dignificación y celebración total:

 

Soy Naturaleza

en mí se encuentra toda

la hierba húmeda, soy roca,

soy ramajes eléctricos,

soy cuerpo hinchado,

soy todas las luces

y todas las aguas,

soy vello,

soy la balsa frondosa

que levanta niebla. (11)

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