CANCIÓN DE CUNA
¿Quieres que te cuente un cuento recuento
que no se acabe nunca?
No te pido que me digas ni que sí
ni que no, cariño,
sino que si quieres que te cuente un cuento
recuento
que no se acaba nunca?
Estás sola.
Estás sola.
Y un día tendrás dolor.
RAÍCES
Mis raíces fosilizan como una enredadera seca alrededor de mi cuerpo.
Se clavan entre las uñas y la piel y taponan los oídos.
Reptan sigilosamente y escarban.
Se transforman en nudos por mi pelo.
Luego, afloran las canas.
Tengo una relación contradictoria con mis raíces.
Mis raíces desentierran fobias hereditarias.
Moriré de cáncer antes de enterrar a mi madre.
MATERNIDAD
Sobrellevar el dolor
es criar un hijo:
una ciencia exacta que sólo conocen las madres.
La madre del hijo y la madre del dolor;
vientre por vientre.
La ruta silenciosa
por el cordón umbilical de luz
que conecta los cuerpos,
algo de lo que sólo saben
los ojos que alimentan
al defecto y la raíz.
MI DOLOR
Los moratones y las cicatrices son sólo marcas.
Se ven. Se reconocen.
La gente es capaz de intuir
si aquello o lo otro.
Pero el dolor no,
el dolor es transparente-casi-invisible,
acaso una vibración en el rostro
o una súbita contracción del vientre.
Por eso hay que nombrarlo, decir MI DOLOR,
reivindicar su existencia como parte
de un compromiso con la salud pública,
porque a menudo ni siquiera
los diagnósticos médicos o el amor lo creen.
Por eso cada día cruzo las puertas del metro
y salgo al campo de batalla.
Encaro este pulso entre la normalidad con prisas y el dolor y yo.
Asisto a él como las mujeres acuden cada día a trabajar:
con uñas, con dientes.
Este mi compromiso político:
hacer que corra una suave brisa en los ojos,
que se vea lo que golpea dentro.
MI DOLOR es mi dolor y existe:
existe más que yo.
INJERTO
Este dolor vive como un injerto en mi vientre.
Trepa por el abdomen
y crece, crece, crece
sin que nadie sepa cómo llegó a mí,
tronco de mujer-raíz sin grito.
Temo tocar cosas y que los tejidos hagan que el dolor se propague a otros.
La limpieza para la que me educó mi madre
no comprende esa forma de contagio.
Estos poemas son inéditos y pertenecen a El cuadro del dolor,
su primer poemario, ganador del III Premio de Poesía Juana Castro
y verá la luz este año en la Editorial Renacimiento.
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Ana Castro (Pozoblanco, Córdoba, 1990) es Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y desde 2008 reside en dicha ciudad, donde trabaja en el ámbito de la Comunicación Corporativa.
Premiada en varios certámenes de poesía a nivel provincial y universitario, ha formado parte de la Escuela de Escritores Noveles (Pacto Andaluz Por El Libro) en distintas ediciones y ha participado en varios ciclos poéticos, como Noctámbulos (Cosmopoética 2009), elRecital Chilango Andaluz 2010, Poesía en los Institutos (Cosmopoética 2011), Ex–tre-me-ses (2011) y Parejas Creativas(Cosmopoética 2012).
Ha sido incluida en Sais. Diecinueve poetas desde La Bella Varsovia (La Bella Varsovia, 2010), A gustar convidan. Gastropoesía (La Bella Varsovia, 2012), La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones En Huida, 2012), El silencio y la seda: Poetas cordobesas frente a Julio Romero de Torres (El Páramo, 2012), Réquiem por Lolita (Fundación Málaga, 2014) y La punta del iceberg (Ediciones En Huida, 2015), así como en Buscando la luz (UCM, 2010) y Aires de silencio (UCM, 2011). Algunos de sus poemas aparecen en publicaciones como Boronía, La Cuerva, Granite& Rainbow, Grund Magazine o Espacio Habitado.
En 2010 impulsó y co-coordinó el colectivo efímero y ciclo poético Otoñeces, afincado en Córdoba, y entre 2011 y 2013 se ha encargado del blog y las redes sociales del Festival Internacional Cosmopoética. Poetas del Mundo en Córdoba.