Diario de mujer infectada por mosca tse-tse II

Día 2. Ya te dije que no puedes caerle bien a todo el mundo  

 

Tiempo de calidad monstruoso.

Tiempo de calidad monstruoso.

 

Hoy estoy de mal humor porque es el día que trabajo de ocho a ocho y dejo a los niños con la niñera, que me cuesta un ojo de la cara. Aparte, tengo sueño, mucho, y para vengarme, mentalmente echo de menos trabajar en ese aula donde me he imaginado tantas veces explicando literatura a los chavales y escandalizándoles cuando les digo que hay un libro que se llama ‘La máquina de follar’. Yo se lo soltaría así, como el que no quiere la cosa, por si alguno quiere buscarlo, que en la biblioteca hay seis ejemplares hechos polvo. Y luego las quejas de los padres a la directora.

—¿Examen sorpresa?

Tengo sueño y sueño mucho, hasta despierta. Los días mejores sueño que estoy en una película. A veces participo en la acción como secundaria, a veces no, sólo miro, porque la vida de los demás me parece interesante. Los días malos, los de las noches largas con despertares abruptos (una puerta que se abre, la luz encendida en plena cara, un alarido infantil, mamá, quiero agua, otro alarido infantil, ardores, pesadillas, resucitar, ganas de matar) sueño que estoy en una película, pero entonces yo la protagonizo. Normalmente soy muy cabrona en esos sueños, me da rabia la gente, soy una furia, he arrastrado a gente de los pelos en sueños, en la vida real a veces también me han dado ganas.

Hay días en que veo feminismo por todas partes, y luego hay días en que se me olvida todo el feminismo que he aprendido desde que con 30 escuché hablar por primera vez del techo de cristal. Es curioso eso, lo he comentado por email con algunas de las amigas que tengo lejos. En la carrera, ni palabra. Y estudié periodismo, que digo yo que podían haberlo comentado en sociología o algo. Qué felicidad, tú estudia, hija, escribe, que lo haces muy bien, esfuérzate y llegarás. Mi profesor de sociología tuvo un ictus. Los cotilleos decían que había sido un mal tiro que le ofreció una alumna con la que se había liado en una noche de farra. Igual se olvidó de comentar lo del techo de cristal, no sé. Igual lo comentó y no me acuerdo, la memoria es selectiva.

Es algo tarde y a mi marido aún le queda para llegar a casa. Hoy ha habido varias presentaciones de libros interesantes en la ciudad y no he podido ir a ninguna. Tú estudia, tú esfuérzate, y llegarás. ¿Llegarás dónde? No estoy muy segura de qué querían decirme todos con eso. A las presentaciones de libros que me interesaban no he llegado, está claro.

El gimnasio es un sitio muy feo.

El gimnasio es un sitio muy feo.

Para hacer tiempo y pensar un poco sobre ello me voy a poner a hablar de mi otra vez: confieso que me gusta mirar por el rabillo del ojo e incordiar a propósito, con soltura, a la gente que luce bronceado natural mientras me dice que tengo que encontrar tiempo para mi. Me dan rabia especialmente los que hacen eso mientras llaman por teléfono a su madre, a su suegra, o a la niñera para darle instrucciones sobre lo que deben de comer sus propios hijos mientras ellos hacen sus cosas de ocio, de tiempo para ellos.

No veo mal tirar de la madre o la suegra o la niñera de vez en cuando, no, pero me da rabia que eso se haya institucionalizado y que si no lo haces es porque eres gilipollas o porque te gusta la oscuridad y odias la luz. Yo no lo hago porque no puedo, porque no tengo a nadie cerca. Sé que los demás piensan que lo mío es la envidia natural, pero tampoco me gustaría no estar con los niños mucho rato, la verdad, es una dualidad muy mala que sólo sufren contadas madres a mi alrededor, pero que existe y es silenciada. Quiero hacer cosas sola, pero si no están los niños dando por saco, como que no tienen gracia. En general los nuevos padres que me rodean hablan de tiempo para uno con bastante displicencia, delante de mi cara, aire fétido que despierta en mí algo de rabia. Hablan de “tiempo de calidad” para los hijos, y me suena a clase magistral, a lo estás haciendo mal, mujer. Porque suena a juicio, a que para ellos yo no puedo darles tiempo de calidad con mis diez horas de estrés encima, persiguiéndolos para que prueben una manzana ecológica, para que se bañen, para que recojan sus juguetes, para que nos dé tiempo de ir a jugar a la calle un rato, para que me hagan sus dibujos, para que bailen conmigo, para que se dejen hacer cosquillas, para cambiarle el pañal a uno, para peinar al otro, para regañarles porque han estado a punto de cruzar sin mí de la mano, todo el día alterada, ¿ves?, eso es porque no tienes tiempo para ti y cuando estás con ellos no aguantas nada, y hay riñas, y no todo es sonrisa de anuncio, ¿tú antes no escribías mucho?, ¿no leías mucho?, ¿no ibas mucho al cine?, pues retómalo, retómalo, mujer, busca el tiempo de calidad para ellos, me dicen, normalmente con una mano en el pecho o mirando hacia arriba ligeramente mientras se me escapa una carcajada y quedo mal (ya te dije que no podías caerle bien a todo el mundo).

Yo me imagino el tiempo de calidad y me da la risa, ¿qué es tiempo de calidad, acaso no regañarles nunca?, igual debe ser como una fachada, como la media hora en la que todo es felicidad y nadie se enfada nunca. He visto cosas que no sé cómo no sorprenden a la mayoría, como el padre que quiere que la profesora sea dura con su hijo de cuatro años para que aprenda que la vida es dura, o la madre que prefiere que el niño coma de catering en comedor para que aprenda a comer de todo, que el trabajo sea de otro, lo externalizamos, que está de moda, mientras yo me quedo ojiplática y nadie a mi alrededor parece cuestionarlo. Supongo que yo que renuncio al tiempo para mí que proporciona tiempo de calidad para ellos (y renuncio por falta de familia cerca y falta de dinero para niñera, lo repito para que quede claro) lo hago igual de mal que todo el mundo, porque asumo que las cosas son así y en el fondo, si lo ves desde fuera, lo uno es excusa y lo otro es coraje, y todos estamos muy equivocados y somos muy pretenciosos mientras los niños ven la tele, abren la tablet, bucean en los videos de Youtube, y ya tengo mucho sueño y no puedo pensar más, todo el mundo a la cama a la voz de ya.

Buenas noches, hasta mañana.

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