Poética
Suscribiendo a Maillard: «Escribir / para curar en la carne abierta / en el dolor de todos / en esa muerte que mana de mí y es la de todos (…) Escribo, para que al agua envenenada pueda beberse».
Diario de hospitales
Lo habitual era entonces
abandonar trotando el hospital-hogar
como quien corre así desde el lugar del crimen
reseñando
las lesiones del próximo cadáver.
En sus manos el nombre, la causa de la muerte o de su vida,
cincuenta y seis minúsculas cicatrices de guerra
de las que arañan el tiempo de hora en hora,
una biografía escrita a golpe de rechazos;
estas serán de ahora en adelante
tus únicas heridas.
Pienso en lo que supone la muerte
cuando se reconoce así: en pasillos anónimos,
despojando a los amantes de la sangre de un rato
dilatadamente humano. Pienso en las miradas de acero,
en las huellas de plástico, en las impermeables
sonrisas de bienvenida al mundo. Queridos,
no sé cómo ni dónde deshacerme
del miedo al cuarto vacío,
a la casa vacía,
al hospital desierto.
Lo habitual era entonces aprender a llevar
la vida a cuestas, reubicarse en la nada,
crecer lento.
Escribir
Escribir/vivir así
del mismo modo
a la vez
en un único pálpito en un aullido desde una melancolía
inconmensurable
en la ciudad paralizada por el tráfico donde flaquean
el aire y los huesos.
Escribir levantando adoquines, rastreando coordenadas,
creando puntos cardinales,
dinamitando las variables, hurgando en el duelo:
escribir/vivir so-se-ga-da-men-te. Así.
Escribir desde el frío de las autopistas
desde el frío de los abrazos
desde el frío de la adolescencia y la soledad y el temblor
vivir también desde el frío que arrasa
los campos las lenguas los recuerdos.
Después volver e incendiarlo todo por igual:
papel y hombre.
Escribir/vivir como si se conjugaran las formas de atracción
presentes en el universo: el arte, el amor y la fe
con-fundidas en la sola emoción de la masacre.
Escribir/vivir/rastrear las coordenadas
acudir a lo no dicho, a la excitabilidad dormida,
erigir un promontorio de verbos en honor de aquella
que no pudo ser dicha, en honor de la que fue,
en honor de la mujer despedazada
la madre, amante, creadora, alimento.
Así escribir/vivir también despojándose
de lo ya dicho
de la casa ya construida
de la herida ya curada
del equilibrio del cuerpo conocido
la conciencia
la transacción
enumerar manifiestos, así
soportar apenas la búsqueda incesante.
Rosa Berbel (Sevilla, 1997). Algunos de sus escritos han aparecido en revistas, fanzines y antologías digitales especializadas. Una selección de sus poemas fue traducida al portugués por el poeta Joao Guerreiro y apareció en la web Num só grito. Ha sido antologada como una de las 15 voces de la poesía posnoventista española, por Luna Miguel. En la actualidad trabaja en un proyecto conjunto con Patricia Úbeda titulado Paraísos Olvidados.