Dos poemas de Rosa Berbel

Ilustración de Virginia Mori.

 

La poeta Rosa Berbel.

La poeta Rosa Berbel.

 

 

Poética

Suscribiendo a Maillard: «Escribir / para curar en la carne abierta / en el dolor de todos / en esa muerte que mana de mí y es la de todos (…) Escribo, para que al agua envenenada pueda beberse».

 

Diario de hospitales

 

Lo habitual era entonces

abandonar trotando el hospital-hogar

como quien corre así desde el lugar del crimen

reseñando

las lesiones del próximo cadáver.

En sus manos el nombre, la causa de la muerte o de su vida,

cincuenta y seis minúsculas cicatrices de guerra

de las que arañan el tiempo de hora en hora,

una biografía escrita a golpe de rechazos;

 

estas serán de ahora en adelante

tus únicas heridas.

 

Pienso en lo que supone la muerte

cuando se reconoce así: en pasillos anónimos,

despojando a los amantes de la sangre de un rato

dilatadamente humano. Pienso en las miradas de acero,

en las huellas de plástico, en las impermeables

sonrisas de bienvenida al mundo. Queridos,

no sé cómo ni dónde deshacerme

del miedo al cuarto vacío,

a la casa vacía,

al hospital desierto.

 

Lo habitual era entonces aprender a llevar

la vida a cuestas, reubicarse en la nada,

crecer lento.

 

 

Escribir

 

Escribir/vivir así

del mismo modo

a la vez

en un único pálpito en un aullido desde una melancolía

inconmensurable

en la ciudad paralizada por el tráfico donde flaquean

el aire y los huesos.

 

Escribir levantando adoquines, rastreando coordenadas,

creando puntos cardinales,

dinamitando las variables, hurgando en el duelo:

escribir/vivir so-se-ga-da-men-te. Así.

Escribir desde el frío de las autopistas

desde el frío de los abrazos

desde el frío de la adolescencia y la soledad y el temblor

vivir también desde el frío que arrasa

los campos las lenguas los recuerdos.

Después volver e incendiarlo todo por igual:

papel y hombre.

 

Escribir/vivir como si se conjugaran las formas de atracción

presentes en el universo: el arte, el amor y la fe

con-fundidas en la sola emoción de la masacre.

Escribir/vivir/rastrear las coordenadas

acudir a lo no dicho, a la excitabilidad dormida,

erigir un promontorio de verbos en honor de aquella

que no pudo ser dicha, en honor de la que fue,

en honor de la mujer despedazada

la madre, amante, creadora, alimento.

Así escribir/vivir también despojándose

de lo ya dicho

de la casa ya construida

de la herida ya curada

del equilibrio del cuerpo conocido

la conciencia

la transacción

 

enumerar manifiestos, así

soportar apenas la búsqueda incesante.

 


 

Rosa Berbel (Sevilla, 1997). Algunos de sus escritos han aparecido en revistas, fanzines y antologías digitales especializadas. Una selección de sus poemas fue traducida al portugués por el poeta Joao Guerreiro y apareció en la web Num só grito. Ha sido antologada como una de las 15 voces de la poesía posnoventista española, por Luna Miguel. En la actualidad trabaja en un proyecto conjunto con Patricia Úbeda titulado Paraísos Olvidados.

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