La palabra extranjera
A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces.
WITOLD GOMBROWICZ
Silvia Baron Supervielle nació en Buenos Aires en 1934 y se instaló en París en los años 60. Fue en Francia donde desarrolló su obra literaria, en una lengua impropia, en la que se ha mantenido hasta el momento: el francés. Lo declara la propia autora: “Yo escribía poemas y cuentos en español, pero no pensaba seriamente en escribir. Tardé bastante en cambiar de lenguaje. Por complacer amigos, que querían leer algo mío, traté de traducirme, pero eran poemas largos, a veces sonetos. Entonces me puse a escribir en francés. Me gustó mucho, veía las cosas de otra manera. Le temía a la nueva lengua y sospecho que por ello escribí poemas breves. Fue la revelación de un estilo y con él, de un universo. Esos poemas me devolvían mi imagen, la soledad en la que estaba. Me vino la idea que podía ser una escritora. No porque mis poemas estuvieran en francés sino porque estaban en otra lengua. Las palabras estaban lejos. La desorientación me convenía.”
Escribir en una lengua extraña debe significar algo así como morar dentro de un paréntesis que permite reinventar y, a un tiempo, comprimir, adelgazar el mundo. Eso explica, en parte, la parquedad de estilo con que muchos de los autores que han vivido entre dos aguas afrontan la escritura. Pienso, por ejemplo, en la obra de Agota Kristof, la exiliada, la “analfabeta”. A Kristof escribir en francés le permitió alcanzar un grado de precisión verbal que, en su caso, acompañaba en perfecta sincronía la materia de sus novelas y cuentos. Si el lenguaje literario ya nos es, técnicamente, extraño, en el esfuerzo por traspasar las fronteras de la lengua materna queda abierta la paradoja de una nueva libertad creativa. La exención del artificio retórico (la “filigrana” que mencionaba Gombrowicz en la cita) nos causa, a veces, como lectores, un contacto con la palabra en carne viva que a algunos les puede resultar cruento. Porque la aparente sencillez del lenguaje así rehecho revela un pulso, una forma de violencia. En el caso de las mujeres que escriben, se podría decir, con Cixous, que el grado de extranjerización vendría a ser doble por ser, además, no-herederas de un canon que las excluye.
Los poemas de Silvia Baron Supervielle son soplos ligeros y cargados de resonancias. Y es que el francés, o así me lo parece, es una lengua que sopla. Poemas-puente, contenidos y lacónicos, casi al raso, pequeñas plantas colgantes suspendidas y movidas por el viento, dejan que el blanco de la página escriba su propia devolución, su traslación a la inversa; el retorno, tal vez, a la otra orilla.
Referencias:
Entrevista con la autora en Clarín
Entrevistas radiofónicas con la autora en France Culture
loin de moi
si un mot
pouvait lancer
l’accord
de ma poitrine
emprisonné
si sin mí
un verbo
lanzase
la nota
de mi pecho
prisionera
*
on lui prit la main
pour passer la rue
on guida son crayon
lui montra le chemin
sur l’atlas déplié
on lui apprit à prier
lui décrivit la mer
lui dévoila le fruit
mais on ne l’adopta
pas pour franchir
sa pupille figée
le hicieron cruzar
la calle de la mano
guiaron su lápiz
le enseñaron la ruta
en la vasta geografía
aprendió a rezar
le explicaron el mar
le mostraron el fruto
mas no lo adoptaron
a fin de liberar
su pupila fija
*
ils sont venus un soir
déménager les choses
sans trébuler ni dévier
la vue avec les sangles
serrées les jambes lentes
le dos infléchi de poids
inanimé ils emportaient
les cintres de l’armoire
les manches renversées
du manteau les souliers
et revenaient reprendre
le lit la table la lampe
close la règle la clé
la porte entrouverte
du jour descendant
vinieron por la tarde
a trasladar las cosas
sin tropezar ni desviar
la mirada con las ceñidas
cinchas y los pasos lentos
la espalda bajo la carga
inanimada a llevarse
las perchas del armario
las manchas recogidas
del abrigo los zapatos
y volvían por la cama
la mesa la lámpara
apagada la regla la llave
la puerta entreabierta
del día derribado
*
nous n’eûmes
pour naître
pas de nom
et fûmes elle
ou il pour
mourir
no tuvimos
un nombre
al nacer
y fuimos ella
o él para
morir
Traducción de los poemas al castellano de la autora y Eduardo Berti.