Martín De Arriba
Siempre la veía tumbada en la orilla, los dedos arrancando los pétalos para esconderlos. Sentía en el pecho el dolor de la flecha, del mundo que se creía Pangea y un todavía. Se tocaba la herida de la costilla, así se acaricia la historia, dijo. Estaba preparada a fingir su muerte, un alarido concéntrico bajo el agua y el pelo limpio.
La última vez que la vi Ofelia llevaba el río en sus bolsillos.
OFELIA SIN ARROYO
Somos Ofelias sin arroyo.
Beatriz Ros
Pienso en ti
como en el agujero negro
que mide su nostalgia
en masas solares,
la gravedad te cierra los ojos
y tú, sola,
satélite de carne
en un mar deshabitado,
buscas el adentro
de un recuerdo
mientras le mientes
al cuerpo
en cada espasmo,
en el silencio subacuático
donde se deshace la memoria.
Ahogada la última pasión
te preguntas cómo desaparecer
cuando el abismo
se asoma de la nada
pero la nada no es el fin
sino el comienzo.