La inacabada Transición de Victoria Kent

 

 

 

Entre 1977 y 1985, Victoria Kent (Málaga, 1892 – Nueva York, 1987) publicó en El País, el diario español más cercano a sus postulados éticos e ideológicos, una serie de dieciséis colaboraciones[i]: catorce artículos de opinión y dos cartas al director. La relación con el periódico empezó el 21 de enero de 1977, hace justo 40 años, y gracias a la hemeroteca digitalizada de El País se puede consultar en línea a través del siguiente enlace: http://elpais.com/autor/victoria_kent/a

 

Los artículos escritos por Victoria Kent tienen varios denominadores comunes, y un mar de fondo que resulta interesante y oportuno analizar en estos tiempos de impugnación o cuestionamiento de la Transición y sus instituciones. Kent, sólida republicana comprometida con su causa, militó hasta el fin de sus días en la Acción Republicana Democrática Española (ARDE), el partido político de Manuel Azaña, a quien Victoria Kent admiraba como político, como dirigente y como intelectual. Uno de sus artículos (“Legalización de partidos”, 23 de abril de 1977) recuerda un hecho ya olvidado: en aquellos momentos delicados el Gobierno permitió la legalización de partidos dispuestos a formar parte de la Transición desde la Dictadura de Franco a un nuevo régimen basado en la monarquía parlamentaria como forma de gobierno. No fue el caso de la ARDE, que desde la reivindicación del retorno a la República y a la legalidad de 1931 quedó excluida y permaneció así ajena a la construcción de la nueva democracia española. Las elecciones se celebrarían el 15 de junio de 1977, la legalización llegaría el 2 de agosto, extemporánea e inútil.

 

Cabe preguntarse si fue acertada esta estrategia por parte de los dirigentes de ARDE. Hoy sabemos que era seguramente inviable plantear a la sociedad española un cambio tan radical, un regreso a un término político (“República”) que en aquellos días no tenía el significado que puede tener en estos momentos. Sea como fuere los dirigentes republicanos se mantuvieron fieles a sus principios, y hoy la formación heredera de ARDE, Izquierda Republicana, está integrada dentro de Izquierda Unida.

 

Gracias al gran trabajo de Carmen de la Guardia (Victoria Kent y Louise Crane en Nueva York. Un exilio compartido, Sílex Editorial, 2015), sabemos que Victoria Kent vivió con ciertas expectativas la muerte de Franco y el regreso de España a la democracia. Llama la atención que publicara cuatro artículos en 1977 y otros cinco en 1979. Ninguno sin embargo en 1978, el año de la aprobación de la Constitución, el momento clave de la consolidación de la nueva política en España. Desde 1980, apenas son una o dos colaboraciones por año, hasta su última Carta al Director, publicada el 16 de junio de 1985.

 

Sus temas favoritos fueron, cómo no, los vinculados a su especialidad, la política penitenciaria, y también los relacionados con asuntos de actualidad en el debate público. Vio con cierto agrado el trabajo en la Dirección General de Instituciones Penitenciarias de Carlos García Valdés, discípulo suyo, al que ayudó en los trabajos de su tesis doctoral. El cambio por Enrique Galavís, ingeniero de profesión sin experiencia ni conocimientos en la materia motivó una de sus más agudas colaboraciones[ii], muy crítica con la deriva de un sistema que pedía a todas luces un cambio de rumbo con respecto a la gestión y la oscura realidad de las cárceles franquistas.

 

Ocho de sus artículos tocan el tema penitenciario. El resto aborda cuestiones de actualidad, desde el discurso de posesión del Presidente Jimmy Carter[iii] (10 de febrero de 1977), hasta el caso de la Ley del Divorcio[iv] (25 de noviembre de 1981), pasando por el debate de los “estatutos regionales” (6 de julio de 1979) o la reivindicación de Azaña, María Moliner o Juan Ramón Jiménez. Dejo a la curiosidad de mis improbables lectores la revisión de “Feminismo consciente”, con la recomendación de que lo lean con perspectiva histórica[v].

 

Siguiendo la trayectoria de publicaciones en El País parece confirmarse la tesis de Carmen de la Guardia: la realidad española de 1977 no tenía casi nada que ver con la España que abandonó Victoria Kent durante la guerra civil rumbo al exilio. Y aunque sus postulados reformistas tenían la misma vigencia –si no más- que en 1931, cuando entró como un vendaval de aire fresco en el Gobierno de la Segunda República, los actores y actrices llamados a modernizar España no iban a ser los mismos. Inteligente y sagaz, la comprensión acelerada de esta realidad sin duda influyó en sus decisiones. Como puso de manifiesto en 1998 Alberto Vela, a la sazón Presidente de Izquierda Republicana, en una poco leída Carta al Director[vi], la verdad es que Victoria Kent nunca regresó a España, ya que siguió viviendo en Nueva York. Sí que hizo dos visitas puntuales (la primera entre el 11 de octubre y el 15 de noviembre de 1977, y la segunda entre el 25 de octubre y finales de noviembre de 1978), pero nada más (y nada menos).

 

Alberto Vela aprovecha su carta para divulgar dos cuestiones relevantes. En primer lugar, que Victoria Kent no fue la primera mujer “que en España vistió la toga de abogada; lo que sí fue es la primera mujer abogada en actuar ante un ‘consejo supremo de guerra’, en el mes de marzo de 1931, defendiendo a Álvaro de Albornoz”. En segundo lugar, afirma que “tampoco es cierto que fuese propuesta por Alcalá Zamora como directora general de prisiones, ya que es conocido que lo fue por su correligionario y amigo Álvaro de Albornoz, ministro del Gobierno provisional de la República”. Dos datos importantes que en absoluto eclipsan los méritos y los esforzados logros alcanzados por Victoria Kent.

 

“Yo tenía el pelo negro cuando salí de España, ahora lo tengo blanco pero no por ello he perdido mi actitud combativa”. Esta frase, citada por Carmen de la Guardia, resume las esperanzas frustradas. Como dice Miguel Ángel Villena[vii], “Victoria Kent desapareció en las penumbras de una Transición que, a cambio de un pacto pacífico, condenó al olvido a muchos protagonistas de la Historia”. La lectura de estos artículos, tan olvidados, debe hacerse siempre con la necesaria precaución y con la debida perspectiva. Dijo un cronista de la Transición que sus protagonistas sabían lo que hacían, y que hicieron lo que debían. Y aunque perviva una sensación cierta de injusticia, de cesiones, de asimetría, no tuvo que ser nada fácil estar allí: tomar decisiones, mantener los equilibrios, sortear las amenazas. Revisar a todas horas la Historia no deja de ser otro callejón sin salida.

 

 


 

[i] Esto se lo leí a Carmen de la Guardia (página 252 de su libro citado). La búsqueda y lectura posterior corre de mi cuenta.

[ii] “Una incógnita”, 12 de diciembre de 1979.

[iii] Aquí destaca la siguiente frase de Carter, muy aplicable a ella misma: “Tenemos que ajustarnos al cambio de los tiempos, y al mismo tiempo retener los principios que no cambian”.

[iv] “Esa discusión sobre el contenido de la ley –escribe Victoria Kent- no puede ni debe circunscribirse al recinto parlamentario, el asunto es del dominio nacional”.

[v] Publicado el 12 de octubre de 1977, donde se reafirma en su posición contraria al voto femenino en 1931.

[vi] Alberto Vela: “Homenaje mejorable”. El País, 20 de junio de 1998.

[vii] Victoria Kent. Una pasión republicana, Editorial Debate, 2007, página 235.

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