Durante estos días se habla más que nunca de la mal llamada “maternidad subrogada”, el conocido “vientre de alquiler”. Las redes y medios de comunicación se encargan de abordar esta temática planteando si la gestación subrogada debería o no ser regulada o legalizada en España y surgiendo así infinidad de dudas y debates.
Aunque los casos, las motivaciones y las formas de recurrir a este tipo de gestación son distintos, los debates surgen en torno a las mismas cuestiones: la libertad de elección de la mujer, el derecho a la ma-paternidad y el bien de la persona que va a nacer. María Elena tiene 34 años, es presidenta de la Asociación LGTBI Bolo-Bolo Castilla-La Mancha y está saliendo con Ana María, de 26 años, desde hace dos. “La gestación subrogada se ha hecho toda la vida. Antes un matrimonio se iba de vacaciones, volvía con un bebé y nadie decía nada. El problema vino cuando quienes traían un bebé eran parejas de hombres porque quedaba claro que ellos no habían podido gestarlo entre los dos”, comenta Elena para quién este debate “es una forma más de discriminación y de negación de las personas homosexuales. La gente piensa en términos absolutos. Piensan que porque algo se regule, lo va a hacer todo el mundo. Como sucede con el aborto o con el matrimonio gay. Se trata exclusivamente de una cuestión de derechos y de igualdad. De tener las mismas posibilidades de formar una familia”.
Alejandro tiene 39 años y es activista LGTBI. Cuenta que, de llegar el momento de tener descendencia, preferiría hacerlo a través de la gestación subrogada. Para él la diferencia con la adopción reside en la posibilidad de vivir todo el proceso desde el principio, de estar presente durante el embarazo. Los padres de intención, los futuros padres del bebé nacido de la mujer gestante, pueden aportar material genético en la Reproducción por Subrogación, mientras que la mujer gestante, no. Por esto, el nombre ‘maternidad subrogada’, está mal planteado. “La mujer gestante es la primera interesada en no ser madre del bebé que gesta, ser madre es otra cosa”, explica Alejandro y añade que “lo que se pide en España es la regulación de una gestación no comercial. Nacen 1000 niños españoles en el extranjero al año. Por eso es necesario que exista una regulación, para que ni agencias ni empresas puedan lucrarse a costa de las personas”.
Para Alejandro, “las agencias deberían ser estatales y asegurar la imparcialidad. Debe ser el Estado quien regule y quien proteja a todas las partes para evitar así el comercio y la mercantilización”. Además, opina que debe existir un Sistema Altruista con Compensación Económica y que debería ser la Sanidad Pública quién se encargue de abonarlo. “Es una compensación habitual en diversos procedimientos y estudios que se realizan con personas voluntarias. Si el estudio es de tipo médico, se introduce un factor de riesgo para la persona voluntaria que por libre elección dona su cuerpo para el avance científico, y es por ello que la misma legislación española en el Artículo 3.8 del Real Decreto 223/2004, de 6 de febrero, contempla que estos mismos participantes en investigación clínica reciban una compensación económica por los posibles riesgos y molestias vividas”. La compensación iría en relación a las necesidades que puedan surgir durante el embarazo y para cubrir las necesidades de la mujer gestante. Al igual que sucede con la donación de esperma o de óvulos, prácticas que se realizan para el mismo fin, el nacimiento de una persona, la donación de un útero para gestar un bebé debería estar compensada en los mismos términos “y debería hacerlo el Estado para que todos podamos tener el mismo derecho de formar una familia, acabando así con el clasismo que promueve que solo recurran a ello las parejas que lo pueden pagar y facilitando la creación de un negocio con ello”.
Las plataformas que apoyan la Gestación Subrogada no solo defienden este sistema de compensación, sino que abogan por modelos que solo permiten gestar a mujeres con posibilidades y estabilidad económica. Este hecho, según comenta Carmen, presidenta de la Asociación de Mujeres María de Padilla, “sería una manera de asegurar que esta práctica no supone comercializar con el cuerpo de la mujer”. Para ella “el problema siempre está en dónde empiezan unas libertades, el derecho a ser madres y padres, y dónde acaban otras, de la mujer gestante”. Por su experiencia a través de los años de activismo feminista y el trabajo con mujeres “he podido conocer lo fácil que es coaccionar de alguna manera a que una mujer haga algo”. La gestación por subrogación “podría ser un paso más en la libertad de la mujer para elegir, para darle recursos económicos, pero muchas veces las decisiones que se toman no son totalmente libres”.
El problema viene cuando una mujer quiere decidir sobre su propio cuerpo
Rocío tiene 25 años, es madre de una niña de 4 y no le importaría ejercer como gestante. Para ella, la gestación por subrogación siempre ha sido una opción, nunca lo ha visto como un imposible o como algo horrible. “Algunas veces lo he hablado con una pareja de amigos, dos chicos. Al principio comenzó como una broma pero si puedo ayudar con eso a dos personas que quiero a tener un hijo, es una opción posible. Es algo muy personal, es algo donde nadie debería meterse, pero si una mujer quiere hacerlo para ayudar a los demás, no veo por qué no se podría hacer”. Aunque ella solo lo haría para ayudar a personas que quiere, no cree que sea una motivación peor hacerlo por dinero. “Muchos trabajos tienen algún tipo de repercusión en el cuerpo, mayores o menores, desde estar una oficina al riesgo que supone ser policía, bombero, enfermera, médica… También conllevan algún riesgo y pueden suponer consecuencias en el cuerpo, pero nadie dice nada. El problema viene cuando una mujer quiere hacer algo por sí misma con su cuerpo. Siempre se van a cuestionar sus motivaciones, siempre se va a dudar de ella”, añade.
Para Carmen el problema reside en la falta de información, “confieso que yo misma, ante este tema, lo que más tengo son dudas. Es importante que todo el mundo tenga toda la información para poder generar el debate adecuado, es una realidad que hay que plantearse y estudiar. Cuando las cosas no se entienden bien, puede aparecer gente que hace daño y ahí las mujeres somos más vulnerables. Si este tipo de cosas se estudiasen, se legislaran, y se trataran desde la igualdad, la adopción sería más fácil para personas homosexuales y heterosexuales, así como otras opciones que no facilitarían a la gente con mayores recursos tomar el camino corto”.
La maternidad como un proceso biológico más
Este tipo de prejuicios vienen dados por la visión que se tiene del embarazo y de la maternidad, ambas cosas “muy mitificadas”, explica Rocío. “Si al embarazo, a la regla y la maternidad se le dejara de dar esa connotación tan mágica, casi mística que se le da, se vería como lo que realmente es, un proceso biológico más”. Durante el embarazo “eres consciente de que estás creando algo dentro de ti pero no creo que eso sea determinante a la hora de crear vínculos” explica Rocío, “las personas adoptadas no echan en falta ese tipo de vínculo biológico que se desarrolla durante el embarazo. Son hijes igual y sus padres les quieren de la misma manera. Está muy extendida la concepción de un hijo como una propiedad, como algo propio pero la ma-paternidad no es el embarazo ni el parto, es todo lo que viene detrás. Si las parejas y las familias se vieran de otra forma distinta, sobre todo en España, todo sería más fácil”.
Ese vínculo que nace durante la gestación del bebé, se ve cortado en el momento en que debe irse con los padres de intención. “Todo es un proceso mental”, explica Rocío, “tienes tiempo de sobra durante el embarazo para hacerte a la idea de la situación que has elegido. Al igual que tienes tiempo de darte cuenta de que vas a tener un hijo, que es para toda la vida, en el caso contrario. Es lo mismo. Hacerte a la idea de lo que es la realidad. Sin embargo, tiene que haber garantías de que ninguna de las partes se va a echar para atrás, que no se van a arrepentir. Por ese motivo, entre otras cosas, debe estar regulado, para que todo el mundo tenga garantías. El problema no va a desaparecer por no regularse, al revés, se promueve que se haga de malas formas”.
En este sentido, como comenta Alejandro, “lo que debe buscarse es una situación de protección para todas las partes pero, sobre todo, para la gestante. Debemos mirar modelos de otros países donde, por ejemplo, es la gestante la que elige a la pareja y no al revés. Se trata de mirar lo bueno de otros sistemas y traerlos al nuestro, con nuestras características. Aquí están pasando cosas y lo que debe hacerse, es regularse”.
Uno de los mejores artículos sobre la prostitución reproductiva mal llamada «vientre de alquiler» lo ha escrito Ana Trejo Pulido. Aquí va el enlace y mis matizaciones, por si te interesa: http://www.lasinterferencias.com/2017/07/14/recomendacion-vientres-de-alquiler-violacion-del-derecho-a-la-salud-materna-y-primal-por-ana-trejo-pulido/
La regulación de los vientres de alquiler no viene a garantizar a las mujeres el ejercicio de la libertad sobre nuestro propio cuerpo: las mujeres nunca hemos reivindicado en abstracto el derecho a gestar y parir para otros. Si realmente se tratara de reconocer nuestras reivindicaciones y viniera a regular y garantizar ese derecho, seríamos las mujeres las que decidiríamos libremente a qué persona o personas donaríamos el bebé y seríamos las mujeres quienes instaríamos al Estado a que legislara para facilitar de antemano los trámites de filiación.
La regulación de los vientres de alquiler, muy al contrario, viene a regular un negocio capitalista que utilizará procesos biológicos de dos mujeres distintas (ovulación, gestación y parto) como medio de producción de un bien (un bebé) entendido como valor de cambio. Es decir, una mercancía.
Todo lo demás es ruido.
Soy incapaz de formarme una opinión respecto a este tema, es complicado.