Aida González Rossi: «La primera vez que escribí un poema en el que hablaba sobre mi cuerpo me dio vergüenza».

 

 

 

 

 

Andrea Abreu López no dudó un segundo en elegirte para ser nuestra próxima entrevistada. Investigando por el internet oceánico, he podido saber que hacéis muchas cosas juntas y que tenéis proyectos en común como La reunión de las abejas. Me parece muy hermoso este lazo de unión entre entrevistadas y me gusta señalarlo aquí, porque creo que es una buena forma de crear la tribu que tanto reivindicamos. ¿Esta amistad vino de la poesía o la poesía vino tras la amistad?

Las dos cosas. Andrea y yo éramos compañeras de facultad, y en el segundo curso descubrimos que éramos amigas. Lo digo así porque fue un flechazo. Un día empezamos a hablar y al día siguiente ya estábamos enviándonos poemas y hablando con la misma intimidad con la que hablamos ahora. Me pregunto muchas veces quién sería yo si no hubiera conocido a Andrea. Desde entonces hemos compartido cosas sin parar, y cuando me paro a pensar en estos tres años me doy cuenta de todo lo que hemos crecido. Y lo hemos hecho juntas. Hacemos muchas cosas juntas, es cierto, y sé que en el futuro seguiremos haciéndolas. Trabajamos muy bien entre las dos porque, aunque somos personas muy diferentes, tenemos una especie de centro que nos une. No sé si es la amistad o la poesía o si ambas cosas son un poco lo mismo. La admiro mucho, creo en ella ciegamente y siempre aseguraré que si leyera un poema suyo sin conocerla acabaría buscándola por las redes sociales para decirle lo maravillosa que es.

 

 

Como le preguntaba a Irati y Andrea y preguntaremos a todas las que pasen por nuestra habitación, en el club de lectura de La Tribu leímos el curso pasado Solterona de Kate Bolick. En él, Bolick utiliza “despertadoras”, un término muy interesante con el que se refiere a las mujeres que la han inspirado con su vida y su obra a la manera de una genealogía. ¿Quiénes dirías que son las tuyas?

Qué bonito. Hay muchas autoras, pero se me ocurre ahora Alejandra Pizarnik, por ejemplo, o Cristina Peri Rossi (cuando la descubrí sentí que el mundo tenía más sentido). Chantal Maillard, Jeannette Winterson, Amélie Nothomb, Piedad Bonnett, Idea Vilariño, Ingeborg Bachmann, Wislawa Szymborska, Anne Carson, Marguerite Duras, Hanni Ossott, Elena Poniatowska, Luna Miguel, Berta García Faet, Sara Mesa, Marta Sanz… Creo que La mujer rota de Simone de Beauvoir es una de las lecturas que más han marcado mi poesía, aunque sea una referencia narrativa. Y N.P. de Banana Yoshimoto me hizo descubrir un mundo. Cuando leí Él, de Mercedes Pinto, hace bastante tiempo, me quedé muy tocada.

 

Dejas ver en muchas ocasiones el adjetivo “caótica” para referirte a ti misma. Pienso que de esto hay un poco en todas nosotras y que su gestión nos pierde y nos encuentra con nosotras mismas al mismo tiempo. ¿Qué provoca en ti este caos? Y de este caos del que hablamos, ¿consigues sacar algo?

“Caótica” fue el nick que utilicé en mi primer blog, hace unos ocho años. Desde entonces, he sentido que es la palabra que mejor me define. Ese caos, creo, provoca todo lo que soy: me peleo con él a diario, intento darle forma a diario, y también a diario descubro que el caos es lo que me da forma a mí. A la vez, ese caos está provocado por lo que soy, por lo que interpreto del mundo, por las cosas que se me pegan a la piel. Creo que soy el resultado de todas las cosas que llegan a mí a través de un sentido oculto; todo ello se amalgama y me habla. Soy una persona caótica en muchos sentidos, desde el más pragmático hasta el más estético. Pienso que esto es algo que se ve en mi poesía. Mis poemas son una montaña de oraciones obsesivas que se hilan, se destejen, se enfrentan, se desordenan, se ordenan… No sé si me interesa el concepto de orden que he conocido desde pequeña. No sé si me interesa aprender dónde van las cosas. Prefiero esforzarme por entender el sistema del caos que cada una erige para sí misma. Pienso que ordenar es conocer, aceptar, y que escribo para contemplar el caos y también las heridas que el caos provoca. Utilizo para mí el adjetivo “caótica” porque respeto profundamente el caos. ¿Qué saco de él? A mí misma.

 

Inevitable eludir el tema de la juventud, así que aquí va una pregunta: como autora joven que aún no ha publicado en papel, ¿qué te parece esta perspectiva? ¿te tienta, o te da miedo? Hay gente que piensa que publicar joven puede hacer que en el futuro te arrepientas de lo que se puede leer de ti porque has ido desarrollándote con el tiempo y otra que opina que es bello dejar testimonio de la evolución de uno mismo.

Me tienta y me da miedo. Siento mucho respeto por los libros y por la gente que los lee, y siento también mucho respeto por lo que quiero hacer. Me preguntan bastantes veces por qué no he intentado publicar en papel (creo que “Aida, ¿el libro para cuándo?” es una de las cosas que más me repiten en ciertos contextos). Lo cierto es que siento que para ello debo trabajar mucho. Estoy en un momento de crecimiento y el crecimiento es una corriente de agua que hay que nadar con cuidado. No hay nada malo en perfeccionarse (si es que es esa la palabra). No tengo ningún prejuicio acerca de publicar joven, pero sí acerca de publicar algo que no está lo suficientemente trabajado, corregido, madurado. No quiero sentir que estoy publicando por vanidad o porque esos poemas son míos y quiero que estén ahí. Me gusta demasiado la poesía como para no pensármelo dos veces antes de mostrar cualquier cosa.

 

Me interesa mucho de tu poesía el universo urbano que muestras. En tu blog, hablas del concepto de Cortázar de La Ciudad, y su destello forma parte de tu imaginario como autora. ¿Qué relación tienes con el mundo de la ciudad?

Yo me crié en un pueblo del sur de Tenerife. Mi adolescencia transcurrió entre litronas en la plaza, paseos por una sola calle y camisetas de Nirvana que comprábamos cuando íbamos a Santa Cruz. Era un microcosmos bellísimo. En ese microcosmos empecé a leer y a escribir y empecé a identificarme con cosas que no le gustaban a casi nadie: Oasis, botas de cordones, sombra de ojos negra… Cuando empecé la carrera, me metí de lleno en el entorno Santa Cruz-La Laguna, la zona más urbana de la isla. No estamos hablando de una ciudad grande, pero sí estamos hablando de una ciudad, y también de la soledad que conlleva salir de un entorno medido y enfrentarse a un espacio que encierra cosas que no conoces. Sentí que me estaba convirtiendo en otra persona (una persona que estaba contenida en mis propios huesos, o que descubría en una parte de mí que aún no había pisado). Me sentí sola y superada y también maravillada, esperanzada: la vida era mucho mayor de lo que había imaginado. Mientras recorría los espacios nuevos, mientras vivía experiencias nuevas, sentía que me estaba recorriendo a mí misma; con cada nuevo edificio que veía, levantaba otro dentro de mí; lo indescifrable del espacio urbano era lo indescifrable de mí misma. Las ciudades me dan un poco de miedo, pero es un miedo que siempre va acompañado de fascinación. Me interesa ese miedo a lo mecánico. Me gustan las cosas raras de las ciudades, lo mucho que se retuerce la vida en ellas. En mi poesía se cuela muchas veces esta dicotomía, pues la ciudad es tanto un espacio en el que se está encerrada como un espacio que guarda todas las posibilidades. La ciudad es a la vez una enemiga y una amante, y también es una prolongación del cuerpo.

Después vino Cortázar, y vino 62 Modelo para armar, que es uno de los libros que más me han marcado. Descubrí el término flâneur y, no sé, fue como amor. Creo que las personas somos ciudades: teníamos un terreno y en él empezamos a construir, y somos un paisaje artificial que se entremezcla con la naturaleza y que la destruye (o que se deja destruir por ella).

 

 «Mi clítoris es un pétalo rojizo me quiere no me quiere». Me he tomado la libertad de recuperar este verso que me encanta de uno de tus poemas. Poco a poco, las poetas reivindican símbolos femeninos que a veces se quedan atrás como el mismo clítoris, la menstruación o las diferentes caras de la maternidad. ¿De qué crees que no se habla lo suficiente? ¿hay elementos de la feminidad que hay que rescatar todavía?

Me han dicho muchas cosas sobre ese poema. Trata tres temas que a la gente le incomodan, según he visto: partes del cuerpo ligadas a la sexualidad femenina (el clítoris), el sexting (en el caso del poema, además, explícitamente lésbico) y el peso, ser gorda. Creo que es muy necesario hablar sobre muchas cosas que están ligadas a la feminidad y que se consideran incómodas. La menstruación es un tema muy importante: hay que eliminar ese tabú. También me gustaría que fuera mucho más cómodo hablar sobre las frustraciones, las dicotomías y las sensaciones que crea el propio cuerpo. La primera vez que escribí un poema en el que hablaba sobre mi cuerpo, concretamente sobre lo que significaba para mí el miedo a engordar, me dio vergüenza. Me reté a leerlo en un recital (en Voces del Extremo en Tenerife) y estaba asustada. Cuando terminé, vi que hubo personas que lloraron con mi poema. Entonces comprendí que es muy importante hablar sobre las cosas de las que, por pudor o por educación, nos da reparo hablar. A mí ya no me da miedo que me consideren retorcida por mis poemas. No me da miedo que a alguien le incomode que hable sobre la regla o sobre el vello o sobre el clítoris o sobre cualquier cosa. Antes sí. Hay que rescatar esos espacios: hay que normalizar elementos sobre los que se ha dejado de hablar porque pertenecen a una raíz femenina que históricamente se ha ocultado.

He estado trabajando en un pequeño poemario sobre el deseo y sobre la confrontación del deseo con el abuso y la violencia sexual sobre las mujeres. Sinceramente, hace un año no me habría atrevido a tratar ese tema. Y entrando en ello me he dado cuenta de lo importante que es no permitir que un tema silenciado te silencie. Es vital hablar sobre esto.

 

Es imposible no advertir que tienes una manera muy particular de escribir en cuanto a la forma. Entras en el terreno de la prosa poética, ¿por qué te encuentras más cómoda escribiendo así?

Creo que es una cuestión de ritmo. Primero, siento que en la prosa puedo jugar más con el ritmo, que puedo crear sensaciones más vertiginosas. Segundo, tiene que ver con mi ritmo de pensamiento. Pienso muchas cosas y muy deprisa, y mi poesía (eso creo y procuro) es algo así como un discurso interior. En un poema digo: “por ello hablaré hasta arder como un gato torturado”. Es mi lenguaje y mi forma de moverme cuando escribo. Nunca ha sido algo deliberado, simplemente he evolucionado así. También me gusta que los poemas sean como bloques, que caiga alguna palabra de ellos. Tiene que ver con el caos, supongo, tanto el tema de la prosa como el uso que hago de la puntuación. Eso sí, me frustra mucho cuando alguien me dice: “me gustó mucho tu relato” o “eres narradora”. Ya no me ocurre tanto, pero antes sí.

 

De nuevo, tenemos con nosotras en esta sección a una poeta y periodista, como era el caso de nuestra invitada anterior. Sé por tu blog que has estado en programas de radio relacionados con la poesía. ¿Piensas que hay que llevar el género a otros formatos como el radiofónico? ¿Estamos demasiado estancados en el papel o internet?

Me gustaría que se hablara sobre poesía mucho más de lo que se habla. Me gustaría que se le acercara más a la gente, que estuviera más a mano. Creo que la radio es una buena herramienta para ello. Escuchar la radio es tener a alguien contándote algo, cualquier cosa, y quedarte con ello mientras estás a lo tuyo. Yo he aprendido muchas cosas teniendo la radio de fondo, y hablo de cosas sobre las que no me habría interesado, como los materiales de los que están hechas las sartenes. Si la poesía entrara más en la radio, sería algo más cotidiano. Para ello, claro, hay que buscar la manera. Supongo que la manera es hacerlo de forma distendida, algo así como Hoy empieza todo de Radio 3. Poesía y radio tienen mucho que darse. De hecho, creo que en la radio hace falta más preocupación por la forma del discurso. 

Internet es un espacio muy rico y en él se pueden hacer muchas cosas, pero siento que de alguna manera nos hemos olvidado del resto de medios en los que podríamos movernos. ¿Por qué no puede estar presente la poesía en la tele? ¿Por qué no en la radio? No sé: creo que hay muchas cosas por hacer.

 

Volviendo al Periodismo, como mujer que también navega entre estos dos mares –el Periodismo y la literatura–, me pregunto, ¿cuál piensas que es el papel que tenemos que cumplir aquí?

El periodismo le da forma al mundo. Fíjate, aquí también te hablo de caos: es el filtro que hace posible leer el caos de la realidad. En cultura, es el elemento que hace llegar las cosas. Creo que las periodistas y los periodistas que quieran dedicarse a cultura tienen que esforzarse por conocer y por visibilizar lo que tenga calidad. Por crear espacios para quienes están trabajando y emprendiendo iniciativas y por ponernos a mano lo que se está haciendo. Y también por evolucionar con la literatura. Es necesario para ello tener un tejido de crítica y de información cultural sólido y, creo, amable. Es decir: creo que debemos hablar más sobre lo que nos gusta que sobre lo que no nos gusta. Es una obviedad, pero… ¿por qué tengo la sensación a veces de que se habla más sobre lo malo del fenómeno de la “nueva poesía” que sobre la poesía joven de calidad? En fin: el papel que tenemos que cumplir es el de puente.

 

Andrea Abreu López, nuestra última invitada, nos pidió que te entrevistáramos , así que ahora te toca a ti recomendarnos a alguien: ¿a quién te gustaría ceder el sillón de esta habitación?

Me gustaría cedérselo a Iosune de Goñi. Me gusta mucho su poesía y, ahora que lo pienso, tengo muchas ganas de leer su entrevista. Además, estoy enganchada a su Instagram.

 

 

***

 

Antología poética

 

 

y aun así deseo

dos litros de agua correr hasta la ducha nombrar el glaciar de mi voz. comer lo mismo tres días seguidos es decir comer tres días seguidos y querer del viento el vello. querer del viento el vello y salir de noche y salir de noche a mirar a las muchachas a los ojos (unos ojos no del todo verdes como las hojas secas de las parras). arrancar las parras y llorar por las parras y querer de la naturaleza una ofensiva. los dedos de la tierra o los dedos de una fábula o mis dedos la humedad dos litros (se queda en los labios es una gota de miel). visitar la calle no elegir la ropa y morir de frío pero colocar la boca en las alcantarillas aspirar el vapor la sangre de quienes viven     aquí     de la naturaleza una mirada. mirar

un hombro recortado en la ventana de la tarde o besar un diafragma en la ventana de la tarde mentirle a la ventana de la tarde no saldremos de aquí con vida. en el último momento escucharte. cerrar los ojos lo oscuro es tu cabeza los destellos los fuegos artificiales son la sima que te nombra. y nombrarte y nombrarte y nombrarte. nombrarte no encontrar pero recoger el pelo con el pelo la ciudad con la ciudad a mí (estrellas del cabello: la vida es más fácil si las saco). chocolate flores hinchazones     un portal recién fregado en el que marcas tus huellas hasta mi puerta dos litros de agua correr     hasta mí. esquivar la palabra sexo jugar a los obstáculos pero sí también el río en el que hay un pez en el que el pez busca aros en las rocas me oyes lo entiendes? o algo mucho más profundo o algo que esté más allá de los cercos

de los dedos en la arena nombrar el glaciar del verano. nombrar la ofensiva de la naturaleza las estrías (me marca el tiempo. soy un reloj sin agujas) y el brillo de los ojos: brillar en los ojos como las farolas o algo más sí siempre algo más hallar en la vida siempre algo más. y nombrarlo. hacer un escondite en el que no quepa nadie o amar un cuerpo o dos o tres o cinco. conocer un cuerpo. conocer las marcas secretas del cuerpo (mira esta cicatriz la conseguí en el muelle qué tenía en la cabeza). comprender el cuerpo. ordenar el mensaje. y nombrarlo. y aun así

deseo.

y aun así deseo. por ello hablaré hasta arder como un gato torturado como un gato

torturado.

 

 

sábado 2005

aprendo pronto el deseo. en un sofá caliente me duele la cabeza. todo en su sitio espalda erguida las rodillas apretadas. los panaderos pan. los asesinos huellas. los profesores duda. las noticias el sábado los juegos de siempre. sal a jugar aida. pronuncia la r aida. vístete aida. caen gotas oigo el chapoteo no espero nada. mis padres divorcio. mi perra muerta. una mosca entre las cejas (si la miras serás bizca). y si no me muevo y si duermo aquí y si me quedo quieta y si respiro y si me hago mayor y me pudro y me arrugo y me muero y todo aquí ahora y si me aburro y si no hubiera nacido si yo no hubiera nacido.

vamos aida se hace tarde.

aprendo pronto el deseo.

 

 

Pétalo corazón

Mi clítoris es un pétalo rojizo solo tengo. Pétalo y corazón. Me quiere arranco la corola pierdo todo el cabello. Si es así no mires mis escápulas reservo. La mejor fotografía salgo sonriente. Soy horrible dientes de alimaña no conocía. El poder de los cigarrillos. Quemados por la tarde en mi sofá (soy. Un escaparate aquí reflejo. Los cojines de mi tibia). La mejor fotografía sabes? aparento. Buena cara no tengo ojeras pétalo y corazón. No me quiere duermo trece horas. No me quiere cuánto falta para. Estar sola. Estar completamente sola.

(Congelo. Mis dientes de amarillo. Besad cerveza besad. Girasoles fermentados en la tierra. Que labro. En la tierra a la que pertenezco y que labro. Para comer. Besadme congelada no sé. Así es posible que palpite. En idéntica frecuencia a vuestros sexos. En idéntica frecuencia a vuestros dientes. Que no entienden. El amor.) Mi muerte digo sé que soy too much. Sé que soy. Insoportable.

(Oye atlas dónde guardo. Las luces de la calle. Las luces de mi clítoris un pétalo rojizo solo tengo. Corazón. Me ha tocado las costillas me ha tocado. Los huesos que solía cobijar. En una cálida capa de grasa. He adelgazado madre no he dejado de comer. He adelgazado atlas ya no me tiran del cabello. Los niños o yo misma porque sé. Que cargo quince kilos menos. Que dijiste no puedo con el peso. El amor me astilló. Y me extrajo el peso. Entendí el amor. Y adelgacé. No sé si en este orden o si atlas. Atlas. Besad el mundo que equilibro entre los hombros.)

Mi clítoris es un pétalo rojizo me quiere no me quiere. Será verdad que no. Lo aparento? Por eso mamá no dice nada solamente. Aidamaría y esos dientes amarillos. Has fumado digo porque eso. Persigue a las mujeres que conozco. Dientes las líneas de la risa. Pelo en los brazos y. El amor un cuerpo suculento. Solo tengo corazón madre no. Soy sana salí a la calle salí a trotar no ves. Lo bien que estoy en esta foto.

(Respondo a los mensajes de sexting está guapa. Mi amiga con el pelo así de largo. Quiero que te mojes dice y yo no puedo. Hacer bien ninguna otra cosa. Besadme así quizá logre contaros que nadie. Entiende mejor el mundo que quien pesa quince. Kilos menos que hace algunos años quince. Kilos menos que cuando nació y digo. La que está en la foto cómo sonríe parece. Un pétalo un corazón.)

No me quiere trago aire. No me quiere exhalo. Aire. Golpeo. Para crecer. Necesito carne grasa pieles. Uñas. Caspas. Ser más no solo clítoris latido esto. Me quiere no me quiere me quiere no. Me quiere. Soy horrible y no. Me quiere. Ves la foto salgo bien. Adelgazo no me quiere tengo hambre. Besad aidamaría pétalo corazón no voy a preguntarme. Por qué no me quiere si soy insuficiente. Si sucede que soy. Muy poco. A mí atlas me repudiaron siempre. Por ser desmesurada y por ser. Insoportable.

(Me quiere sostengo el mundo. No me quiere pierdo quince kilos.)

 

 

si lo dijera el campo

si lo dijera el campo y si el campo dijera la verdad o si las muñecas salieran de las cajas y lo dominaran todo o si la casa tuviera el sabor del cuerpo o si el cuerpo fuera una catedral y no una celda una cama una manta enredada con el pelo o si el pelo dominara la casa si creciera vello en las paredes o si ojos en las paredes o si las paredes dijeran la verdad si mis uñas les hicieran daño a las paredes y si el daño fuera un sitio seguro y si el tiempo fuera un sitio seguro y si yo fuera un sitio seguro una catedral una madre un campo si salieran de las cajas las muñecas y supieran a las pieles y si las pieles fueran catedrales y rezar y rezar y tentar al rezo con la lengua y edificar el rezo con la lengua si creciera el rezo si fuera el campo si dijera la verdad o si fuera un órgano si digiriera el cuerpo si pudiera arrancar sabores del cuerpo o corregir el cuerpo no entender lo que la tierra balbucea lo que dice la tierra cuando el agujero late y si lo dijera el campo si el campo fijara el viento aquí y en la sangre y en la cerca de otro sexo si el campo habla a través del dolor si el dolor es del campo y de las vacas muertas y de las moscas rapaces y de los pinos viejos o si trepa el campo con el vello y las paredes y la casa y ya no puedo ya no quiero ya no siento

nada.

me has roto como al campo existo? existo como el campo rompo?

balbuceo.

 

 

domingo

no le pido nada a nadie.

no escondo las manos detrás de las orejas debajo de los párpados dentro de la boca.

no respondo mensajes no hago la compra no trepo las antenas no digo deseo ni pienso ni me llamo.

no me llamo aida. no me llamo aidamaría. no riego el césped ni las plantas ni el cabello de los perros. no soy hija de mi madre ni soy hija de mi padre no soy carne de las generaciones y de las generaciones y de la casa antigua. no escribo ni leo ni me paso los dedos por la nuca ni me paso los dedos por el cuello no busco en el ombligo el universo.

no saco del ombligo el universo.

mi espejo es la llama fue la nada y es la llama. mi espejo pide tiempo quiere

que cese de crujir.

y crujo.

naciones de orugas acampan en mis uñas y susurran cosas y me cuentan la verdad. naciones de orugas de moscas de leches se comen mis cejas. no le pido nada a nadie ni grito ni entierro la cabeza ni estrujo en público los pechos el mechero el corazón.

hoy es domingo.

mañana será domingo.

 

 

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